Guillermina Valdés se sube a la pasarela empresarial con su marca GUIV
Lorena Guarino Forbes Staff
Lorena Guarino Forbes Staff
“Toda mi vida estuve haciendo algo y teniendo ganas de hacer otra cosa”, confiesa Guillermina Valdés, quien a lo largo de su joven vida fue modelo, actriz y cara de la marca de calzado Valdéz junto al diseñador Fabián Paz. Pero le llegó el turno de hacer lo que tiene ganas de hacer, y hace casi tres años decidió que el mundo del cuidado de la piel era definitivamente lo suyo.
Así comenzó la mutación a empresaria para darle forma a GUIV, su marca de productos cosméticos, donde se metió de lleno en el mundo de los negocios. Desde sus redes, todos los días mujeres de todas las edades siguen sus rutinas de belleza que, lejos de toda frivolidad, buscan inculcar el cuidado de la salud.
“Soy una apasionada de la salud y eso hoy desemboca en lo estético”, sentencia. “Soy bastante obsesiva y tengo un papá que murió muy joven por una enfermedad terminal. Siempre lo cuento porque de ahí parte mi interés por la salud y el cuidado del cuerpo”, agrega.
Y, pese a lo que muchos puedan pensar, esta pasión no está relacionada con su pasado como mannequin, el cual reconoce que fue simplemente un trabajo que no tenía nada que ver con su vocación.
“Durante mucho tiempo no pude alinear lo que eran mis deseos o mis sueños con mi trabajo, pero fue un muy buen trabajo que me abrió muchas puertas”, asiente. Sin embargo, fue en esa época que algo de lo que iba a ser GUIV comenzó a germinar.
Con cada viaje, mientras sus compañeras se iban a comprar ropa, ella recorría tiendas de cosmética especializadas, investigaba los componentes de cada producto y finalmente terminaba enojada ante la inexistencia de ese tipo de productos en la Argentina.
Hoy, su empresa es reflejo de ese propósito que, además, se traduce en una línea de productos que sean lo más naturales posible y que cumplan ciertos estándares, como que no tengan parabenos ni sulfatos, sean mineral oil free, no contengan alcohol y no sean testeados en animales. Pero, sobre todo, que sean efectivos. “Con GUIV puedo desplegar mi propósito desde el lugar creativo, algo que no me pasaba con muchas cosas que había hecho mi vida”.
Pero, para llegar hasta lo que es hoy, tuvo que transitar un camino de investigación, un proceso donde se asoció con Andrea Martínez Mingo, la pata más pragmática y concreta de la marca que se complementa con la Guillermina voladora y soñadora. “Desde el principio le puse el cuerpo a la marca, buscando los ingredientes, pensando el envase, la forma en que queríamos comunicar y en cómo iba a ser nuestro canal de ventas”, recuerda.
La elección del laboratorio con el cual desarrollar su proyecto fue una de las partes más importantes. Así, luego de sondear e investigar varios laboratorios locales, dio con Biocosmética Exel, quien posee muchos años de experiencia en el país fabricando este tipo de productos. “Ellos codificaron muy bien lo que yo estaba queriendo hacer. Sin embargo, siempre estamos pensando en nuevas alianzas”. Tal es así que actualmente se encuentra desarrollando con un especialista algunas fórmulas específicas para ciertas patologías como la rosácea.
Con una inversión inicial de US$ 190.000 y pasos chiquitos, la marca se convirtió en la primera de cosmética de comercialización pura y exclusivamente online. “Era toda una jugada, porque pensábamos: '¿quién compra online?', sobre todo en la Argentina. Era una locura y nunca imaginamos cómo eso se iba a disparar durante la pandemia”, explica.
A pesar de que el crecimiento ?un 55% de aumento de ventas durante la pandemia? fue muy rápido y le llegaron muchas propuestas para tener puntos físicos de comercialización, la apuesta fue seguir con el e-commerce como parte de este primer estadío. Lo mismo con sus canales de comunicación, que no son más que sus redes sociales. A pesar de ello, sí va a poner un pie en Uruguay con un punto físico en los próximos meses, ya que, dadas las cualidades de la compradora de ese país, la necesidad de “ir a probar” se torna esencial.
“Este año recién fue el primero en el mercado. Fue raro. Si lo pensás, era un año para hacer la plancha. A pesar de eso, nos está yendo bien, pero preferimos quedarnos en ese lugar. Es muy joven el negocio”, dice con plena conciencia de saber hacia dónde va.
El e-commerce está acompañado de una plataforma con consejos de alimentación, cuidados cotidianos y buenos hábitos, “porque, como toda crema, no te va a ayudar si no tenés una buena calidad de vida”, insiste. “Mi proyecto es un poco ambicioso: quiero orientar y compartir experiencias de vida que a mí me ayudaron desde la salud y después desde lo estético. Igual no soy el común de las personas, tengo mucha disciplina”.
El prototipo de consumidora de GUIV no tiene edad, hay desde chicas de 25 años que quieren empezar a cuidarse, pasando por la que empieza con algunas problemáticas estéticas, hasta la que es más grande y nunca se cuidó. El rango va más allá de los 60 años.
Cuando se habla de Guillermina Valdés como empresaria, el común de la gente refiere inmediatamente a la marca de calzado Valdéz que creó junto al diseñador Fabián Paz. Sin embargo, aunque fue un proyecto conjunto, su rol estuvo y está más basado en la comunicación y en ser la cara de la marca.
“Aunque trabajé en la moda, no me interesa mucho ese mundo. Me encanta tener linda ropa si voy a un evento, mostrar un vestido porque la diseñadora que lo hizo me parece re talentosa, pero no soy una mina que se desespera por la moda ?confiesa?. Me encantó acompañarlo, fui la modelo los primeros años, pero ni siquiera quería que se llamara Valdéz. Fue una época de muy poco carácter mío. Dejaba hacer sin ponerle tanto el cuerpo a la situación, porque estaba haciendo otras cosas como obras de teatro”. A pesar de ello, reconoce que fue un proyecto donde aprendió mucho. “Al no estar en la parte de la cocina, me di cuenta de que no está bueno estar y no estar”.
¿Y de qué manera te metés en la cocina con este nuevo proyecto?
Trabajo mucho en lo concreto, en los números, en los productos que funcionan o no. Yo puedo soñar hacer algo pero puede no funcionar en la práctica. Mi psicóloga me decía: “Vos no tenés energía de actriz”. ¡Y no! Es esta energía empresaria con la que empecé a sentir que estaba en mis zapatos. A los empresarios, a los cuales vi siempre como sapos de otro pozo, los respetaba. En la Argentina, hay un prejuicio con los empresarios que es cultural y cuasi religioso. ¿Cuál es el problema si estás haciendo cosas en tu país, si le estás dando trabajo a la gente? Todo es un gran trabajo digno de ser iluminado. Asimismo, cuando ideé GUIV nunca fue mi objetivo ganar guita. No porque no la valore, sino porque no es una de las cosas que me mueve en la vida.
¿Te pesa en esta carrera empresaria ser “la esposa de”?
No es mi problema. Es un proyecto que empecé yo sola con mis ahorros y fui hasta lo que podía hacer con ese capital. Yo tengo cuatro hijos, tengo una vida más allá de Marcelo (Tinelli), que es un tipo súper laburante y exitoso. Si la gente tiene la idea de que mi empresa me la ponen porque creen que un día me encapriché con unas cremitas y me tiró unos mangos, están confundidos. Lo bueno es que en el plano económico somos muy independientes, no hay una necesidad materialista de ninguna de las dos partes, menos de él (se ríe). Los proyectos que afronté siempre tenían que ver con las posibilidades dentro de la economía de Guillermina. Por eso, este negocio empezó chiquito y online. Las cosas siempre caen por su propio peso. Mi satisfacción es justamente esa, el trabajo es mío, la forma en que lo veo y cómo puede ser a futuro. Si lo hiciera de otra manera, la satisfacción, el crecimiento y lo redituable no sería tan interesante para mí.
Más allá de la independencia, ¿te da consejos?
No tantos. Lo que me pasó desde que lo conocí hasta hoy es que esta cuestión de la energía empresarial se me fue contagiando. A veces uno no necesita que le digan las cosas, pero hay una energía, hay algo donde uno aprende de la otra persona desde lo vibracional. Yo debo haber aprendido mucho inconscientemente. Soy muy observadora, muy activa y trabajadora.