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Las lecciones de la quiebra de Chesapeake para el mercado de petróleo y gas

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Ayer, la Bolsa de Nueva York suspendió la cotización de acciones de Chesapeake, la estrella del fracking en EE.UU. en su etapa dorada. Con la caída de los precios internacionales del petróleo, se le vino encima la montaña de deuda que había contraído.

1 Julio de 2020 08.02

En documentos presentados para tramitar la reestructuración ante el Tribunal Federal de Quiebras en Houston, la empresa dejó claro qué contemplaba para los titulares de acciones ordinarias: “Se cancelará, liberará y extinguirá sin distribución alguna la participación de todos los titulares de participaciones en Chesapeake”.

La suspensión de la cotización es un paso importante dado el ambiente que se respira en el mercado bursátil; inversores individuales en la plataforma Robinhood anduvieron haciendo subir el precio de muchas acciones de empresas que ya quebraron, como Hertz y Whiting Petroleum.

La retirada de la cotización es la despedida de unas acciones muy queridas por los traders en los mercados de petróleo y gas. Hace diez años, cuando Chesapeake era la perforadora de gas shale más grande de EE.UU., dirigida por su volátil CEO, Aubrey McClendon, sus acciones subían y bajan con los precios del gas natural. Resulta irónico que esas acciones ya no valgan nada, ya que los precios al contado del gas natural saltaron 12% en la NYMEX,  a US$ 1,73 por mil pies cúbicos (mcf).

Chesapeake pasó meses armando su programa de reestructuración, que según los documentos presentados ante el tribunal eliminará US$ 7.000 millones en deudas, y planea recapitalizarse con un valor de empresa de US$ 3.250 millones. Su CEO, Doug Lawler, afirmó hoy en un comunicado que la empresa lleva años en reestructuración y ya canceló US$ 20.000 millones en otros compromisos financieros y apalancamientos. No obstante, pese a todo lo que ajustó Lawler, no le alcanzó para hacer frente a la montaña de deuda que contrajo la empresa para desarrollar proyectos de petróleo y gas que sonaban lógicos cuando los precios de las commodities estaban más altos.

Chesapeake conserva muchos activos valiosos, pero casi toda su cartera necesita precios de commodities muy superiores a US$ 40 por barril de petróleo y US$ 1,75 por mcf de gas natural para ser rentable. En el primer trimestre de 2020, la empresa registró la mayor pérdida de su historia, casi US$ 10.000 millones, lo que refleja la devaluación de las reservas de petróleo y gas. Este es un problema para toda la industria, ya que las inversiones en bienes de capital en el sector de petróleo y gas de EE.UU. se desplomaron de US$ 140.000 millones en 2014 a una proyección de US$ 35.000 millones para este año, según Oil & Gas Financial Analytics.

Las acciones de Chesapeake alcanzaron su pico hace muchos años, en junio de 2008, cuando llegaron a cotizar a US$ 12.480 por unidad ajustado a una reducción de acciones en circulación. En aquel entonces, el petróleo se encaminaba a los US$ 140 por barril y el gas natural estaba a US$ 14 por mcf. El vértigo de esos precios imposiblemente altos llevó a McClendon a adquirir muchas tierras. Chesapeake encontró mucho petróleo y gas, aumentó rápidamente la producción, juntó miles de millones de dólares de empresas conjuntas y desató el gran boom del fracking en EE.UU., que volvió positiva la balanza energética del país, le permitió reemplazar el carbón contaminante por gas natural de combustión limpia y lo transformó en uno de los principales productores mundiales de petróleo.

Lamentablemente, los sufridos accionistas de Chesapeake pagaron los platos rotos. Buena parte del valor de la empresa para los accionistas se basaba en las expectativas que creó McClendon. Pronto aprendieron ciertas cosas por las malas: el apalancamiento termina siendo mortal, la mejor cura para los precios altos de las commodities son los precios altos de las commodities y cuando uno pierde plata con cada unidad, no puede compensarlo con volumen.

Autor: Christopher Helman

Traducción: Santiago Farrell

Podés leer la nota completa en inglés acá

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