La inteligencia artificial avanza a un ritmo tan acelerado que ya cuesta seguirle el paso. Técnicas y productos que antes parecían exclusivos de las películas de ciencia ficción o de las fantasías de los programadores se volvieron parte de la vida cotidiana. Y todo eso, casi de un día para el otro. Al mismo tiempo, casi todos los sectores tecnológicos se adaptaron para incorporar automatización basada en IA. Aunque al principio eso generó entusiasmo, la velocidad del desarrollo se transformó en una especie de avalancha.
Hoy la IA está en casa, en el trabajo y en el bolsillo. Cambió la forma en que trabjamos, modificó los buscadores, elige con quién salimos, califica trabajos prácticos y, en algunos casos, hasta decide cuándo la leche se va a poner fea. Claro que algunos de estos avances nos hacen la vida más fácil. Pero hay otros que se nos imponen y empiezan a sentirse raros, incluso un poco invasivos.
Eso genera una sensación cada vez más común: muchas personas empiezan a sentirse incómodas con todo lo que rodea a la inteligencia artificial. A eso, los investigadores le pusieron nombre: "ansiedad por la IA". Se refieren a esa mezcla de desconfianza y desorientación frente a una tecnología que avanza mucho más rápido que nuestra capacidad para entenderla o acostumbrarnos.
A continuación te indicamos cómo saber si estás sufriendo ansiedad por IA.
La escala de ansiedad por IA
En un estudio publicado en 2022 en la revista Interactive Learning Environments, los investigadores Yu-Yin Wang y Yi-Shun Wang buscaron una forma de medir el nivel de ansiedad que la inteligencia artificial empieza a generar en la gente. Lo curioso es que, según los propios autores, el concepto no es tan nuevo como parece.
Aunque los avances de la IA parecen algo reciente y vertiginoso, los autores aclaran: "El estudio de la ansiedad provocada por la IA en la literatura sobre sistemas de información se remonta a la primera generación de computadoras, cuando los investigadores exploraron una preocupación contemporánea generalizada de que las computadoras amenazaban el significado de ser 'humano'". En otras palabras, así como en su momento las computadoras y los robots pusieron nerviosa a más de una generación, hoy la inteligencia artificial despierta un miedo parecido.
Con esa idea en mente, los Wang armaron una escala de 21 afirmaciones para medir lo que llaman ansiedad por IA. Aunque el concepto es actual, los autores lo vinculan con temores que ya existían desde los primeros días de la informática. La idea es que cualquier persona pueda hacer la prueba, indicando cuánto está de acuerdo o en desacuerdo con cada frase. Acá van algunas:
- Me da ansiedad tener que entender todas las funciones especiales de una IA.
- Me pone ansioso aprender a usarla.
- Me inquieta aprender funciones específicas de una IA.
- Me genera ansiedad tratar de entender cómo funciona.
- Interactuar con una IA me incomoda.
- Me pone nervioso pensar en hacer un curso sobre desarrollo de IA.
- Leer un manual sobre IA me resulta estresante.
- Siento ansiedad por no poder seguir el ritmo de los avances.
- Me preocupa que la IA nos vuelva dependientes.
- Me da miedo que nos vuelva más perezosos.
- Temo que la IA reemplace a las personas.
- Me asusta que los robots humanoides dejen a la gente sin trabajo.
- Tengo miedo de volverme dependiente si empiezo a usar IA, y perder parte de mi capacidad de pensar.
- Me preocupa que le saque el trabajo a alguien.
- Temo que se la use mal.
- Me inquietan varios problemas que podrían surgir con la IA.
- Me da miedo que una IA se descontrole o funcione mal.
- Me preocupa que los robots terminen siendo autónomos.
- Me da miedo la IA humanoide.
- Me resulta intimidante.
- No sé bien por qué, pero los robots humanoides me asustan.
Si coincidís con la mayoría de estas frases, es probable que sientas algún nivel de ansiedad relacionada con la inteligencia artificial. Pero tranquilo, no sos el único.
No llama la atención que los investigadores estén viendo cómo esta incomodidad se extiende cada vez más. Sobre todo si tenemos en cuenta lo difícil que se volvió esquivar la presencia de la IA en lo cotidiano.
La buena noticia es que los autores también identificaron cuatro ideas clave que explican esta ansiedad. Con solo conocerlas y reconocerlas en tu propia cabeza, ya estás dando el primer paso —y probablemente el más importante— para empezar a manejar esa sensación de incomodidad.
1. Aprendizaje
La inteligencia artificial no es una app o un dispositivo que aprendés a usar una vez y listo. Hoy —y probablemente por mucho tiempo— hay que entenderla como algo que cambia todo el tiempo. Aparecen nuevas herramientas y actualizaciones a una velocidad tremenda; cuando ya te acostumbraste a una, probablemente ya salió otra.
Para quienes no se sienten muy cómodos con la tecnología, ese ritmo puede ser abrumador. Y la presión por estar al día no siempre viene de uno mismo. Ver a amigos o compañeros de laburo mostrando lo bien que manejan las últimas novedades puede hacer que parezca una habilidad obligatoria.
Pero hay algo clave: no necesitás ser experto en cada herramienta que aparece para vivir o trabajar bien. Salvo que tu laburo dependa específicamente del uso de ciertas funciones de IA, es totalmente válido —y sano— usarla lo justo y necesario.
Podés enfocarte solo en lo que te sirve y dejar de lado lo demás (o todo, si simplemente no te interesa).
2. Reemplazo en el trabajo
Pocas cosas generan más ansiedad que la posibilidad de perder el laburo. Y lamentablemente, con la inteligencia artificial esa preocupación dejó de ser algo lejano. Hoy es una realidad concreta para mucha gente en distintos sectores.
Cada vez más personas sienten que pueden quedar afuera, que su trabajo ya no importa tanto o que están perdiendo terreno en un mercado que parece valorar más la eficiencia que la experiencia o lo humano.
Además, muchos temen que, para poder seguir a flote, van a tener que depender de la IA. Y eso, a su vez, genera otro miedo: que por usarla tanto, se empiecen a atrofiar las habilidades reales, las de toda la vida. Y ni hablar del peor escenario: que te echen para reemplazarte por un sistema automático más barato y que no se cansa.
Todas estas preocupaciones son comprensibles. Pero hay algo para tener en cuenta: un artículo de Harvard Business Review publicado en 2018 señala que lo más probable es que la IA no venga a reemplazar a los humanos, sino a complementarlos.
Igual, la mejor manera de enfrentar esa ansiedad laboral es enfocarte en fortalecer lo que la IA no puede copiar: tu creatividad, tu empatía, tu capacidad para liderar y tu forma de relacionarte con los demás. En eso, lo humano sigue marcando la diferencia.
3. Ceguera sociotécnica
Uno de los miedos más pesados que despierta la inteligencia artificial es la idea de que se descontrole. Que gane autonomía y se vuelva algo imposible de frenar o, peor aún, peligroso. Y sí, los medios suelen inflar esta posibilidad, sobre todo después de escándalos como los comentarios antisemitas y genocidas que salieron del sistema xAI de Elon Musk.
Por eso los Wang advierten sobre lo que llaman "ceguera sociotécnica": olvidarse de que la IA no aparece de la nada. Siempre hay personas detrás que la piensan, la programan y la controlan.
La IA no es —ni parece que vaya a ser— una conciencia que actúe por su cuenta. Es un conjunto de algoritmos que funcionan dentro de límites definidos por humanos. Incluso el desliz de Grok (xAI) fue, básicamente, un error de programación. Nada que ver con un escenario tipo Yo, Robot.
Si sos de quedarte dándole vueltas a estos escenarios catastróficos, tratá de enfocar el pensamiento desde otro lugar: pensá en la IA como una herramienta, no como un ente autónomo. Entender bien el rol humano detrás de cada sistema te puede ayudar a recordar que, como sociedad, todavía tenemos el control.
4. Configuración de la IA
Y claro, está también ese escalofrío inevitable que provocan los robots con forma humana. Por más que estén diseñados para parecer simpáticos o accesibles, esa apariencia casi humana, pero no del todo, suele ponernos la piel de gallina.
Eso tiene una explicación: se llama efecto del valle inquietante. Es un fenómeno bien estudiado en psicología que se activa cuando algo se parece mucho a una persona, pero no lo suficiente como para engañarnos del todo.
Una investigación de 2012 lo explica así: cuando un robot se ve muy humano pero sus movimientos o gestos no acompañan, se produce una incongruencia que el cerebro no sabe bien cómo procesar. Y esa confusión, muchas veces, se transforma en miedo real.
Pero por más extraña que sea esa sensación, no es irracional. Al contrario: es tu biología haciendo lo suyo, activando una señal de alerta frente a algo que, por alguna razón, percibís como una posible amenaza.
*Con información de Forbes US.