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Editorial

Paciencia, el trabajo por la inclusión recién comienza

Mariela Dabbah

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09 Agosto de 2018 15.34

Es verdad. Es un momento complicado para ser varón en estos días. Pero caballeros, ha sido difícil ser mujer por, digamos, 10.000 años.

Aquí va una rápida puesta al día. Al principio, las mujeres entraron al mercado laboral como secretarias, enfermeras y maestras. Con el correr de los años fueron ascendiendo y ocupando cargos gerenciales y jerárquicos. En Argentina, si bien la representación de mujeres en el mundo laboral llegó a 48.1% en el primer trimestre de 2017, la gran mayoría ocupan cargos de menor remuneración (sin contar que, en promedio, la mujer invierte casi 3 horas más por día que el varón en trabajo doméstico no remunerado).  Según la CNV, en el mercado de capitales, sólo el 10.4% de cargos directivos son ocupados por mujeres. Es decir, hasta el día de la fecha, la mujer estuvo sobre-indexada en posiciones de apoyo, mientras que el varón estuvo sobre-indexado en posiciones de poder.

Esto acarrea un número de realidades que las mujeres han tenido que aceptar a lo largo del camino. Por ejemplo, no hacer las reglas pero verse obligadas a seguirlas; limitar sus aspiraciones; trabajar dos veces más para lograr un reconocimiento similar; trabajar doble jornada, en el trabajo y en casa; ganar menos dinero que sus contrapartes por el mismo trabajo; y aceptar comentarios sexistas y cosas peores de sus colegas y jefes.

A pesar de que en los últimos años en la mayoría de los países se han graduado más mujeres que varones con títulos universitarios, (en Argentina también) y a pesar de que un número superior de mujeres están entrando a la fuerza laboral, el liderazgo sigue siendo mayoritariamente masculino.

Como varón en la coyuntura actual, es probable que escuches algunas cosas con las que no estés de acuerdo. Y también podés llegar a descubrir que necesitás cambiar tu conducta o que debés replantearte cómo tratás a tus colegas mujeres y a tus reportes directos. Y claramente los cambios no ocurrirán de la noche a la mañana ni en organizaciones complejas ni en la sociedad en general. Lo cual significa que a todos nos tomará un buen tiempo resolver esta situación.

Ahora, entiendo que los varones puedan sentirse frustrados e incluso cansados ??de escuchar hablar de temas relacionados con la igualdad de género, pero dentro del contexto histórico, su frustración es bastante reciente. La mayoría de las mujeres han vivido con las suyas durante mucho más tiempo. El problema ahora es que, cuando por fin se está tomando en serio a las mujeres, se les pide que además de administrar sus propias frustraciones ancestrales, tengan en consideración las de los varones para que éstos sigan siendo socios en el proceso. Lo que quiere decir que cada uno de nosotros deberá desarrollar una dosis extra de empatía para construir un nuevo lugar de trabajo que nos sirva a todos por igual. (Acá tenés un artículo sobre cómo asegurarte que la inclusión es una prioridad real en tu compañía).

Aquí va un ejemplo de algo que ocurrió después de un webinar reciente que realicé sobre "Cómo convertir a tus colegas en champions de inclusión". Después de que yo presentara durante 15 minutos sobre el tema, la audiencia, profesionales de una amplia gama de empresas de diferentes industrias, hicieron preguntas y compartieron consejos. En un momento dado, conté la historia de una ejecutiva que trabajaba en una de las grandes empresas de tecnología. Al comienzo de su carrera se sintió excluida de las conversaciones con sus colegas que solían hablar de fútbol americano. Su mentor en ese momento sugirió que se interiorizara sobre ese deporte. Ella tomó el consejo y por tres meses se dedicó a estudiar fútbol. Me contó que una vez que se hubo familiarizado con el tema, sus colegas comenzaron a incluirla en sus conversaciones y luego se interesaron más en hablar de otros tópicos que le interesaban a ella. Una participante del webinar comentó que le iba muy bien usando metáforas deportivas. Mientras que otras mujeres en la llamada estuvieron en desacuerdo con tener que aprender deportes para involucrar a sus colegas varones.

Fue una ágil interacción con una diversidad de puntos de vista. Desafortunadamente, a pesar de que de manera reiterada alenté a los varones presentes en el llamado a compartir su experiencia, todos permanecieron callados. Sin embargo, al día siguiente, uno de ellos me envió una nota expresando su consternación por la conversación. Me dijo que él nunca le recomendaría a una colega que aprendiera sobre deportes para involucrar a los varones. Y que estas no eran el tipo de prácticas que observaba en su compañía.

El tema es así: este señor tenía puntos muy válidos, pero al no compartir su opinión, se perdió la oportunidad hacer saber su punto de vista y que las mujeres le pudieran aclarar los suyos. Además, expresar indignación en una nota privada puede interpretarse como un golpe por la espalda, una táctica que a menudo socava los esfuerzos para lograr la igualdad de género en el lugar de trabajo.

Pensalo así: cuando se invita a los varones a participar en un programa que prepara a las mujeres para puestos de liderazgo y ellos se sienten incómodos y comparten sus opiniones en privado en lugar de hablar abiertamente, pueden sembrar una semilla de desconfianza. Esto a menudo se logra (aunque sea de manera no intencional) con comentarios tales como: "Este tipo de enfoque no ayuda a la igualdad de género". O: "Todos somos iguales. ¿Por qué tenemos que hacer las cosas de manera diferente para las mujeres?" Una respuesta rápida: 1) Necesitamos nivelar la cancha de juego para que ellas estén en igualdad de condiciones y 2) Hombres y mujeres somos criados con diferentes mandatos y predeterminaciones lo cual requiere conversaciones diferentes para que la mujer pueda llegar tan lejos como desee.

En su lugar, les propongo a los varones que están teniendo dificultades con los cambios que se viven en las organizaciones en la actualidad que consideren lo siguiente:

Enfrentá este período como lo harías si aprendieras una nueva habilidad. Habrá una curva de aprendizaje y momentos de incomodidad. Respirá. Intentá entender el punto de vista de todos. Encontrá personas que puedan ayudarte durante la transición. Continuá.

Participá activamente en iniciativas de inclusión de género. Compartí tus pensamientos, hacé preguntas.

Aprendé a compartir tu experiencia y opiniones de forma abierta y respetuosa teniendo en cuenta que tu experiencia puede ser diferente de la de otros en el grupo.

Evitá sentirte atacado personalmente mientras todos intentamos descubrir cómo pasar del otro lado del #MeToo.

Evitá rotular las diversas iniciativas como feministas, anti-varones, etc., ya que no todos están de acuerdo con las definiciones de estos términos y usarlos a la ligera puede fomentar animosidad.

Nadie dijo que crear un nuevo lugar de trabajo que sirva al 100% del talento sería fácil o sin tropiezos. Es natural que en algún momento la mayoría de nosotros sentirá incomodidad. Solo tené en cuenta que durante muchas décadas las personas que más comúnmente soportaron esta incomodidad han sido mujeres y personas de grupos no mayoritarios.

Es hora de que todos compartamos la responsabilidad. Porque cuando todos participamos, todos ganamos.

*La autora es fundadora y CEO de Red Shoe Movement.

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