En Argentina, el Estado tomó las riendas del testeo. No sólo se encarga de realizar las pruebas virales sino también de suministrar los reactivos. Pero ese trabajo es sólo una parte de la cadena: sanatorios privados, obras sociales y clínicas sindicales corren una carrera por insumos escasos que, encima, no tienen precio.
Basta con recordar la fallida conferencia de prensa de Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, en la que informó que si bien la provincia había recibido 1.000 reactivos, sólo disponía de 250 hisopos.
Los testeos requieren insumos de los que escasean en sus proveedores habituales, y presentan una variedad de precios tan diversa que sería irrisoria sino se tratara de elementos fundamentales para afrontar una pandemia mundial. Para dar una idea, hasta la opción más barata en el mercado local de estos elementos supera los costos en comparación de la mayoría de otros análisis, con el precio de sus respectivos reactivos incluido.
Vayamos por partes. Ante un caso sospechoso de infección, el profesional de la salud extrae un doble hisopado con una muestra nasal y otra de laringe. No son hisopos comunes, deben estar hechos de materiales específicos: dacrón, rayón o viscosa. ¿Cuánto cuesta un par de estos hisopos necesarios para cada test? Proveedor habitual de laboratorios, EMSA ofrecía los de dacrón por sesenta pesos, pero apenas en la segunda semana de la cuarentena, a fines de marzo, se agotó el stock y no hubo reposición desde entonces. Sin precio de referencia, Carlos Quintana, bioquímico y director de DAX Laboratorios, empezó a contactar a proveedores a través de datos que colegas le iban acercando. Primero me pasaron el número de un importador coreano que ofrecía el par de hisopos de dacrón a US$ 3,80, debíamos comprar unos quinientos como mínimo y, para colmo, debíamos abonar la mitad ahora y la otra mitad en la entrega. Finalmente, tras consultar con varios proveedores que no tenían, con mis socios conseguimos el dato de uno que estaba en La Plata y nos ofrecía el par de viscosa a 30 pesos. E inmediatamente se movilizó a la ciudad platense para comprar los novecientos que le ofrecían.
El par de hisopos es una parte fundamental de la muestra aunque no el único. Dado el alto nivel de contagio del coronavirus, las muestras sospechosas deben trasladarse con muchos recaudos. Primero se deposita en un tubo cónico con tapa rosca que tiene 2,5 mililitros de solución fisiológica estéril, donde hay que suspender los hisopos. ¿El preció 40 pesos. El tubo luego es envuelto en una bolsa de nylon, cuyo precio por unidad no llega al peso. El protocolo ideal marca que debe ser empacado en un kit de cilindro plástico rígido cuyo costo alcanza los $ 1.800 y sólo podría trasladar, si se compartimentara, cuatro pares de hisopos. El resultado: $ 450 extra para cada muestra. Si bien no son envases descartables, estos contenedores deben depositarse en el décimo piso de la facultad de medicina (allí llegan primero las muestras del AMBA) donde los bioquímicos que lo reciben intentan dar otro envase limpio a cambio, pero jamás dan estos porque escasean, y si uno lleva muestras cerca del final del horario de recepción, lo más probable es que no reciba nada a cambio por falta de insumos.
Sin el kit ideal, el primer paquete que llevará el tubo cónico envuelto debe ser de plástico. Con creatividad, algunos utilizan paquetes para viandas de comidas ($ 9). Por último, deberá conseguirse un envase sólido, lo más frecuente es utilizar cajas de telgopor, cuyo costo ronda los $ 60 por unidad. La cuenta final nos da que en insumos por cada muestra se gasta, al menos, alrededor de $ 140. Claro que ante una variedad inusitada de precios y la escasez, la cuenta bien puede duplicarse cuando no triplicarse. Todo esto, sin contar el gasto en material para el personal, mascarillas, camisolines especiales, guantes y alcohol en gel para la desinfección.
¿Cuánto se gasta en insumos en un análisis de sangre promedió
Para un examen de rutina se utilizan cuatro tubos que ya vienen con reactivos y cuestan $ 19, un poco menos de cinco pesos el tubo. También se necesitará una jeringa cuyo precio actual es de $ 6,73 y una aguja que se consigue por $ 5,70 en EMSA. Con lo cual, para un chequeo general se gasta alrededor de 30 pesos por paciente en insumos. ¿Y un test de HIV? Los reactivos para el examen por electroquimioluminiscencia cuestan $ 125 pesos, si se le sumara la aguja, la jeringa y el tubo específico, apenas superaría por unos pocos pesos la opción más barata de insumos para hacer el test de coronavirus sin reactivo. A esta ecuación hay que agregar los los elementos de protección extra y la hora de cada trabajador, ya que vale la pena recordar que el procedimiento tarda más e implica un mayor desgaste mental. Casi todo análisis pierde contra el del valor final de la realización del test de coronavirus.
De la prohibición al deme dos
Al principio de la cuarentena, los sanatorios y las clínicas debían seguir un estricto protocolo para que el Ministerio de Salud aprobase el pedido de realización de tests. Si el paciente no presentaba los síntomas exactos del COVID19, se alentaba a disuadir el pedido. A raíz de la disposición de la justicia de cerrar clínicas como la del Centro Salud Norte de Villa Adelina por un caso positivo post-mortem, muchos piden tomarle pruebas a enfermos críticos con otras afecciones. Temen que tras una muerte los familiares quieran pedir un test y que en caso de dar positivo les clausuren sus establecimientos. La paranoia actúa sobre la demanda y también aumenta los precios.