La noche del 14 de diciembre confirmó lo que muchos anticipaban: José Antonio Kast será el próximo presidente de Chile. Con el 58,17% de los votos frente al 41,83% de Jeannette Jara, el líder del Partido Republicano consiguió una victoria aplastante que selló el retorno de la derecha al Palacio de La Moneda. El resultado, además de ser categórico, tiene peso histórico: 7.242.960 chilenos votaron por Kast, convirtiéndolo en el presidente más votado de la historia del país.
“José Antonio Kast es oficialmente el presidente electo”, confirmaron sus colaboradores apenas cerrados los comicios. La candidata oficialista no demoró en reconocer la derrota: “La democracia habló fuerte y claro. Me acabo de comunicar con el Presidente electo José Antonio Kast”, publicó Jeannette Jara en redes sociales, donde también prometió seguir trabajando “por avanzar en una mejor vida en nuestra patria”.
Minutos después, Gabriel Boric repitió el gesto desde La Moneda en una conversación transmitida en vivo. “Como Presidente de la República, siempre estaré a disposición para colaborar con los destinos de la patria”, le dijo a Kast. Y agregó: “La República es más grande que usted o yo”.
Un triunfo con múltiples lecturas
El regreso de la derecha al poder no fue solo una alternancia política: también representó un voto castigo al oficialismo y al ciclo reformista abierto tras el estallido social de 2019. En un país desgastado por la inseguridad, el estancamiento económico y dos procesos constitucionales fallidos, el mensaje de Kast —centrado en “orden, seguridad y responsabilidad fiscal”— encontró un terreno fértil.
El resultado fue igualmente una revancha personal. Tras perder en 2021 contra Boric, Kast reapareció con otra estrategia: menos confrontación ideológica y más gestión. “Lo que ha hecho Kast durante todo este año es moderar su plataforma programática para disminuir resistencias”, explicó el politólogo Cristóbal Bellolio, de la Universidad Adolfo Ibáñez. “Abandonó la batalla cultural para concentrarse en seguridad, migración ilegal y economía”.
Desde la Universidad del Desarrollo, Rodrigo Arellano coincidió en que Kast logró combinar firmeza y pragmatismo. “En esta segunda vuelta mantuvo sus ejes temáticos, seguridad y empleo, pero dio señales claras de gobernabilidad al incorporar sensibilidades que en 2021 no lo acompañaron”, señaló. El respaldo de figuras como Evelyn Matthei y Johannes Kaiser ayudó a consolidar una coalición amplia dentro de la derecha.
El politólogo Gilberto Aranda, de la Universidad de Chile, resumió el espíritu de la campaña: “Hoy día el tema número uno es seguridad; después, economía. En ese orden”. Según datos de Ipsos, más de seis de cada diez chilenos consideraron el crimen y la violencia entre sus principales preocupaciones durante el proceso electoral, reflejando un cambio estructural en las prioridades del electorado.
Contexto económico y desafío institucional
El resultado llegó en un momento de crecimiento económico débil —el PBI chileno se expandió apenas 1% en 2024—, con desempleo del 8%, baja inversión privada y un clima de fatiga social. Ese entorno fortaleció el discurso de Kast sobre la necesidad de “ordenar la casa” y atraer capital. En su primera declaración pública tras el triunfo, el presidente electo prometió ser “presidente de todos los chilenos” y aseguró que su administración “no estará al servicio de un sector, sino del país completo”.
Para los analistas, la etapa que viene exigirá habilidades de negociación. “Lo primero será configurar un gabinete que le dé gobernabilidad”, advirtió Arellano. “Va a requerir grandes acuerdos legislativos para poder avanzar”, anticipó.
El presidente electo asumirá el 11 de marzo de 2026 y ya prepara la transición junto al equipo de Boric, con un primer encuentro programado en La Moneda. Será una señal clave en un país que, pese a su polarización, mantiene instituciones sólidas y transiciones ordenadas.
El largo camino a La Moneda
Hijo de inmigrantes alemanes, católico practicante y padre de nueve hijos, Kast creció en Buin, una comuna al sur de Santiago, donde su familia fundó una empresa de embutidos y se integró a la comunidad local y al movimiento religioso de Schoenstatt. Inició su carrera política en la Unión Demócrata Independiente (UDI), fundada por Jaime Guzmán, y fue diputado durante cuatro períodos. En 2016 rompió con la UDI y creó el Partido Republicano, convencido de que la derecha “había perdido sus convicciones”. @@FIGURE@@
Comparado en sus inicios con Donald Trump, Jair Bolsonaro o Javier Milei, Kast transitó de un discurso de “batalla cultural” a uno enfocado en la eficiencia. En su tercera candidatura presidencial, ese giro resultó decisivo. Sin embargo, su figura continúa rodeada de controversias por sus declaraciones sobre la dictadura militar. En 2021 dijo que “si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí”, una frase que aún resuena con fuerza en el debate público.
Pese a las polémicas, Kast llega a La Moneda con el respaldo más amplio de un mandatario electo desde el retorno a la democracia. Su desafío será traducir esa mayoría electoral en una coalición política estable y en resultados tangibles frente a una ciudadanía que reclama seguridad, empleo y orden.
En una entrevista reciente definió su futuro gobierno como “un gobierno de emergencia”. Y adelantó su hoja de ruta: “Todas aquellas materias que nos dividan las vamos a dejar de lado para enfrentar los problemas sociales urgentes. Estamos mirando hacia el futuro”.
Esa promesa sintetiza el dilema que marcará su gestión: cómo gobernar un país cansado de los extremos pero exigente en las respuestas. El resultado de diciembre devuelve a la derecha el poder, pero también la responsabilidad de reconstruir confianza en una de las democracias más observadas de América Latina.
Los primeros tres meses de Kast
Están diseñados como una “ofensiva de shock” político, económico y administrativo: cuatro proyectos de ley rápidos, cambios regulatorios para destrabar inversión, ajustes en el mercado laboral y un arranque inmediato del plan de austeridad para recortar U$S 6.000 millones en 18 meses.
Eje 1: Proyectos de ley “exprés”
El comando de Kast estructuró el “plan desafío 90” con la premisa de que “los cambios no serán de un día para otro”, pero que “es necesario actuar rápido para que el país pueda comenzar a ver los cambios, ya durante el segundo semestre de 2026”. Por eso, los proyectos deben llegar al Congreso ya redactados antes del 11 de marzo de 2026.
Los cuatro proyectos prioritarios son:
Rebaja del impuesto de primera categoría del 27% al 23% para empresas medianas y grandes, con una reducción adicional hasta un promedio de 20% para firmas que contraten trabajadores en riesgo de informalidad, vía crédito tributario asociado a cotizaciones.
Baja del impuesto a las pymes a una tasa fija de 12,5%.
Eliminación gradual de las contribuciones, comenzando por mayores de 65 años y avanzando hasta la exención de la primera vivienda, “al ritmo que lo permitan las finanzas públicas”.
Un proyecto para eliminar el impuesto a las ganancias de capital en la venta de acciones de baja presencia bursátil y restaurar la plena integración del sistema tributario.
Un nuevo estatuto de inversión para dar seguridad jurídica y tributaria a grandes proyectos, especialmente los que aporten transferencia tecnológica y capital humano.
Eje 2: Regulaciones e inversión
El segundo paquete apunta a mover rápido la aguja de la inversión sin pasar por reformas largas. El plan incluye cambios administrativos en reglamentos y guías de la Dirección de Aguas, Monumentos Nacionales, normas del mercado de capitales y circulares del SII.
Desde el comando resumen la lógica así: se busca “agilizar y hacer más simple las regulaciones existentes” y dar “certeza jurídica a todos los actores del Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), siempre con pleno respeto al medio ambiente, desarrollo social y económico”. Anuncian la eliminación de regulaciones “innecesarias” y la aplicación “moderna y criteriosa” de las normas para reducir tiempos de tramitación y destrabar proyectos de inversión, además de reforzar técnicamente las decisiones en regiones con una “fuerza de acción inmediata”.
Eje 3: Giro en materia laboral
En lo laboral, Kast quiere marcar distancia del rol actual de la Dirección del Trabajo (DT). El plan para los primeros 90 días incluye modificar por decreto algunas funciones de la DT “para evitar que sea un colegislador interpretando las leyes”.
“El objetivo es trabajar en la simplificación y claridad de las normas laborales, para que empleadores y trabajadores sepan con certeza a qué atenerse”, señalan en el equipo del presidente electo. Se revisarán procedimientos en juzgados laborales y tribunales de cobranza para agilizar causas, y se apunta a despejar interpretaciones que, según el comando, “generan incertidumbre”, como las asociadas a la ley de 40 horas. Además, se prevé la digitalización completa de los procesos del Ministerio del Trabajo, empezando por la DT, eliminando duplicidades y rediseñando subsidios a la capacitación.
Eje 4: Austeridad y recorte del gasto
El cuarto eje es el más político: poner en marcha el recorte de U$S 6.000 millones en 18 meses. “Lo primero que se hará es emitir instructivos para que los ministerios y reparticiones públicas comiencen a reducir gasto, principalmente político”, explican en el comando, junto con medidas para “eficientar el uso de los recursos públicos”.
Se promete fortalecer el control de la Dirección de Presupuestos y facilitar la fiscalización de la Contraloría, otorgándole acceso eficaz a cuentas corrientes municipales y mayor control ex ante sobre normativa y compras relevantes. También se anticipan despidos de “operadores políticos” y cambios legislativos en el empleo público para promover “la carrera funcionaria en el mérito, limitando la contratación de funcionarios de confianza de la autoridad de turno”.
En síntesis, los primeros 90 días de Kast estarán orientados a enviar señales claras: alivio tributario pro-empresa, desregulación selectiva para acelerar proyectos, recentraje del marco laboral y un ajuste fiscal visible desde el día un
Imagenes: X @joseantoniokast