Junto con los impuestos provinciales de ingresos brutos, el impuesto a los sellos y la tasa de municipalidad de seguridad e higiene, suman una presión efectiva del 8% del producto bruto interno.
El “esfuerzo fiscal” es demoledor en una sociedad que no tiene resueltos problemas como vivienda, salud, movilidad y empleo, y en muchos casos tampoco la educación.