"Es muy importante irse a dormir tranquila sabiendo que hice lo mejor de mí; esa tranquilidad se da cuando actuamos con nuestros valores".
El 18 de septiembre, en el Forbes Mujeres Power Summit, se reunieron líderes de distintos sectores para amplificar las voces que están redefiniendo el liderazgo. Mujeres que transforman empresas, impulsan la innovación y marcan agenda desde la política, la ciencia, la cultura y los negocios. Historias de impacto, conversaciones potentes y una red que inspira a crecer.
En el panel "Resistencia y resiliencia: mujeres al frente en entornos críticos" participaron Verónica Argañaraz, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Naturgy Argentina; Gabriela Del Valle Villegas Bravo, superintendente de Ingeniería Civil en Vicuña; y Patricia Gorza, presidenta de Mujeres Rurales. Sus testimonios trazaron un mapa realista y esperanzador de cómo se lidera cuando no hay margen para relajarse.

"En Argentina liderar es vivir en crisis: sin pausa ni festejos, el clima golpea fuerte y las mujeres cargan con consecuencias invisibles más allá del campo", afirma Patricia Gorza. Productora agropecuaria, dirigente gremial y mamá de tres, encarna en primera persona las tensiones de un sector que funciona como "una fábrica a cielo abierto". No hay margen para el descanso. "Liderar estos procesos es muy estresante porque hay que estar un paso adelante. No hay un momento de relajar y festejar algún logro", dice. Las inundaciones que atraviesan buena parte de la provincia de Buenos Aires son un ejemplo de esa presión: escuelas rurales sin clases, madres aisladas en sus casas sin acceso al sistema de salud, con una carga mental que excede lo productivo.
Este contexto extremo se repite en otros sectores, aunque con diferentes matices. Para Verónica Argañaraz, que gestiona la comunicación de una de las principales distribuidoras de energía del país, la clave ha sido dar el ejemplo desde el inicio de su carrera. "Lidero desde muy joven: trabajar a la par, arremangarse y dar ejemplo inspira, atraviesa la crisis y hace crecer a las organizaciones".
La ejecutiva recuerda que empezó a coordinar equipos a los 21 años, con colaboradores mayores y más experimentados. "Nos arremangamos y todos pasamos la crisis y podemos pensar las soluciones. Sirve de inspiración. No es lo mismo que yo te lo diga a que se experimente. Es lo que hace crecer a las organizaciones", remarca.
La adaptación como ventaja competitiva
El rasgo común que atraviesa los tres testimonios es la capacidad de adaptación. Gabriela Del Valle Villegas Bravo, ingeniera civil sanjuanina que lidera un equipo binacional en minería, lo sintetiza así: "El desafío es traducir la idiosincrasia argentina: normas caóticas vistas desde afuera, pero que nos dan una capacidad de adaptación única, clave en la minería en cambio constante".
Trabajar con accionistas extranjeros implica explicar no sólo la geología o la ingeniería, sino también "cómo vivimos, cómo se manejan las regulaciones que, visto desde afuera, es loquísimo". Sin embargo, esa aparente desventaja se transforma en un plus: "Como los argentinos estamos acostumbrados a esos cambios, tenemos una capacidad de adaptación increíble", dice.
Argañaraz coincide: "Nuestra flexibilidad y resiliencia para adaptarnos al cambio se admira y se busca contagiar: Argentina inspira por su pasión y actitud para salir adelante". Para ella, la resiliencia no es solo una virtud local, sino una ventaja competitiva que puede exportarse.
Construir resiliencia colectiva
Pero ninguna de las tres entiende la resiliencia como un logro individual. Para Del Valle Villegas Bravo, es una construcción permanente: "La resiliencia es grupal: actuar con valores y consenso interno fortalece al equipo y permite decidir sin el líder, con tranquilidad y coherencia".
En su experiencia, la clave está en que cada integrante pueda tomar decisiones en ausencia del líder sin perder los lineamientos del equipo. Esa autonomía se sustenta en valores compartidos y en la tranquilidad de haber hecho lo mejor posible. "No sólo hacer lo que se nos impone, sino que lo que se ejecute sea con consentimiento interno. La resiliencia interna se traslada al equipo", resume.
Gorza aporta su propia fórmula desde la ruralidad, donde las distancias obligan a "inventar resiliencia virtual". "Nos vemos dos veces al año, tenemos que ser completamente honestas con la realidad de cada una. Aprendimos a ponernos metas cortas y festejar aunque sea con una copa de vino virtual. Si no, el desgaste va limando esa resiliencia", explica.
Para ella, crear espacios informales dentro del equipo es vital: "Tomemos un ratito para hablar de cualquier cosa. La distancia hace que uno no sepa si a la otra le está pasando algo en lo personal y vos lo medís en operatividad. Generar estos espacios de 'terapia' construye resiliencia".
Diversidad y sensibilidad en la toma de decisiones
El liderazgo femenino aporta, según las panelistas, una sensibilidad particular para leer contextos, entender personas y acompañar procesos. Argañaraz señala que en Naturgy el plan de sostenibilidad incluye el objetivo de que el 40% de los puestos directivos sean ocupados por mujeres. "De alguna manera ese número va creciendo en el comité de dirección. Vamos generando paridad y diversidad", explica.
Del Valle Villegas Bravo lo vive en un entorno "muy predominantemente masculino" como la minería y la construcción. "Lo tomo como una oportunidad de marcar la diferencia, de ayudar al resto del equipo a mejorar ciertos puntos y reducir sesgos. Tenemos que animarnos más. La minería parece lejana, pero está en todo lo que usamos. Deberíamos acercarnos más para fomentar que crezcamos y reducir esos sesgos", invita.
Gorza, desde el agro, pone el foco en romper estereotipos: "En Argentina la participación de las mujeres en espacios de decisión en las comisiones directivas de las instituciones agropecuarias es del 7%. Falta un montón. Y muchas veces nosotras mismas nos masculinizamos para poder participar". Para ella, el desafío es ocupar espacios sin perder la propia identidad y "salir del romanticismo" asociado al campo.
Las tres coinciden en que liderar en entornos críticos exige empatía, visión estratégica y cuidado mutuo. "En momentos de crisis la prioridad es no olvidarnos de que somos personas", dice Gorza. "Ser amorosas con la organización y con el fracaso. Hacernos amigas del fracaso, porque ahí está lo más rico".