La preocupación por el futuro de las jubilaciones es un tema que alcanza a muchos países del mundo, que advierten un fuerte desequilibrio entre el aporte de la población laboralmente activa y la cada vez mayor cantidad de beneficiarios que conforman un sistema que, a raíz de varias circunstancias comunes, cruje por sus necesidades de financiamiento.

La búsqueda de un modelo sustentable ante situaciones estructurales que moldearon los sistemas tal como se los conoce hasta hoy debería incluir aspectos básicos vinculados a las finanzas personales. En el Forbes Money&CFO Summit, Diego Dyszel, profesor del área académica Economía y Finanzas en IAE Business School, y Jackie Maubré, directora de Pensión & Benefits de Criteria, dialogaron sobre la compleja problemática y la urgencia de adoptar una mentalidad de ahorro e inversión a largo plazo para asegurar el retiro.

"La jubilación que nos va a dar el Estado no nos va a permitir vivir en las condiciones que nos gustaría", sentenció Diego Dyszel al explicar que esa afirmación, lejos de ser un presagio apocalíptico, se sustenta en una realidad demográfica ineludible. Dyszel citó la base de datos Gapminder para ilustrar cómo las poblaciones mundiales están experimentando cambios drásticos, impulsados por factores demográficos y tecnológicos. 

"En Japón del 2050 tiene una con una proyección horrible porque la base de la pirámide no va a alcanzar para sostener el sistema", explicó, señalando el envejecimiento poblacional y la baja natalidad como principales amenazas.

En la Argentina, aunque la situación es menos extrema que en otras latitudes, la tendencia es la misma. "Si miramos en el país, todavía hay una población de poco más del 8% sobre los 70 años, lo que es una buena noticia dentro del problema frente a países como Japón con 23%", aclaró Dyszel.

Sin embargo, advirtió que la extensión de la expectativa de vida en hombres y mujeres así como la forma de manejarse de las generaciones más jóvenes -que tienen hijos más tarde o deciden no tenerlos-, acelera el cambio en la pirámide poblacional, poniendo en jaque el diseño original de los sistemas jubilatorios.

Jackie Maubré reforzó esta idea, describiendo el problema como global y que "tiene que ver con el diseño original del sistema, donde hay aportantes y quienes reciben el beneficio, pero pensado en una mayor cantidad de aportantes que beneficiarios, y hoy está pasando lo opuesto". Maubré, en esa línea, destacó que en 2035 habrá más adultos mayores de 80 años que bebés de un año, lo que inevitablemente lleva a una conclusión casi irrefutabe: "Las cuentas no dan, hay menos aportantes y hay más beneficiarios".

Romper el miedo a invertir

La volatilidad económica, especialmente en Argentina, ha generado una aversión al riesgo que impide a muchos pensar en inversiones a largo plazo. "Aquí nos acostumbramos a que si a los problemas de la macroeconomía le agregamos riesgo jurídico, es mejor dejar la plata en el colchón que exponerse, lo cual es un error a largo plazo", reflexionó Dyszel. 

La falta de conocimiento es otro obstáculo. "Cuántos saben en verdad invertir, la respuesta es pocos", se preguntó, a lo que añadió: "No saber invertir no se trata de no ser inteligente, sino que está relegado y no se entiende una conducta de ahorro".

Sin embargo, ambos expertos coincidieron en que "nunca es tarde, el mejor momento es ahora". Dyszel abogó por la inversión desde temprana edad, mencionando la incipiente apertura de la educación financiera en las escuelas secundarias. Maubré, por su parte, enfatizó que Argentina se encuentra en el puesto 37 de 39 países en una encuesta de la CAF sobre educación financiera, lo que refleja un contexto macroeconómico que no viene fomentando el ahorro.

"Si uno ahorra en moneda dura y lo guarda en el colchón, no va a lograr preservar el valor del dinero y está perdiendo la oportunidad de crear un patrimonio de mediano y largo plazo", explicó Maubré. La solución radica en el ahorro hormiga de manera permanente y la inversión, utilizando el efecto de la capitalización para construir un patrimonio. La clave es "amigarse con las inversiones y dejar de sentir que el mundo del mercado de capitales es lejano y creado solamente para quienes tienen grandes fortunas".

Un futuro financiero de responsabilidad compartida 

La situación actual exige un cambio cultural profundo, no solo a nivel individual sino también colectivo. Dyszel señaló el contraste con los países nórdicos, que, a pesar de tener una carga impositiva elevadísima, poseen una diferencia cultural significativa en la forma de abordar las finanzas y las jubilaciones.

Maubré destacó el rol crucial de las empresas en este escenario. "Las empresas tienen una enorme oportunidad de ser un faro en este contexto de cambio, de alumbrar el camino hacia la educación financiera sobre los beneficios de sus empleados", afirmó. De hecho, más del 55% de los empleados, aseguró, esperan algún tipo de orientación en cuanto a jubilación y educación financiera. 

La propuesta para la analista es clara: "las empresas pueden armar programas de fomento financiero e incluso emular el modelo de "matching", donde el empleador iguala un pequeño porcentaje del ahorro de su colaborador para su retiro".

Así, la solución a la crisis jubilatoria, podría encontrarse  en la colaboración entre tres pilares fundamentales: el Estado, el individuo y la empresa. Países como Países Bajos, Dinamarca, Israel y Australia, que alcanzan una gran cobertura en su población mayor de 65 años y generan una masa de ahorro significativa, demuestran el éxito de este modelo. La creación de instrumentos de largo plazo y vehículos de inversión es, entonces, fundamental para volcar ese ahorro y asegurar un retiro digno para futuras generaciones.