En un ecosistema dominado por el entretenimiento, un grupo de industriales logró lo impensado: llevar las historias de fábricas, trabajadores y emprendedores al tope de los rankings de Spotify. La Fábrica Podcast nació como un experimento y terminó convirtiéndose en el podcast más escuchado del país. Lo que empezó con un micrófono y una idea hoy es un movimiento que busca devolverle protagonismo a quienes producen.
"Sentíamos que había una Argentina que no estaba siendo contada", explican sus creadores. "La de las personas que se levantan todos los días a transformar materias primas en trabajo, y trabajo en futuro". Esa fue la chispa que encendió el proyecto, concebido no desde el mundo de los medios sino desde el corazón mismo de la producción. Y quizás ahí esté parte del secreto: hablar de industria desde adentro, con lenguaje propio y autenticidad. 
                                                
Un puente entre la fábrica y la sociedad
Valentino Romano, Tomás Karagozian, Román Guajardo, Oliver Maltz, Mario Medoro y Pedro Gentile son los fundadores del proyecto cuyo propósito inicial fue claro: humanizar la producción. Mostrar que detrás de cada producto hay decisiones, sueños, familias, caídas y resiliencia. En un país donde el relato industrial rara vez ocupa las tapas, La Fábrica se propuso poner voz a los que construyen desde el silencio.
"El paso de un proyecto amateur a una estructura profesional fue un proceso lleno de aprendizajes. Empezamos grabando con recursos limitados, aprendiendo sobre la marcha, pero con una obsesión: que cada episodio fuera mejor que el anterior", cuentan los creadores del podcast. Y agregan: "Con el tiempo, sumamos equipo, tecnología, estrategia y estructura. Hoy tenemos una productora, un plan de expansión, un equipo que piensa cada contenido con la misma pasión del primer día, pero con herramientas mucho más sólidas".
¿Cómo surgió la idea inicial?
La Fábrica nació de una necesidad muy simple y a la vez enorme: la de contar historias que hasta entonces nadie estaba contando. Historias de personas que se levantan todos los días a producir, a generar valor, a transformar materias primas en trabajo y trabajo en futuro. También sentimos la necesidad de compartir con la sociedad las charlas profundas que teníamos en privado, y fue justamente esa la razón que nos impulsó a empezar el podcast. Empezamos como un podcast en medio de un ecosistema dominado por el entretenimiento, pero con la convicción de que la industria también merecía tener su voz, su lugar y su narrativa. No venimos del mundo de los medios, venimos del mundo de la producción, y tal vez por eso el proyecto nació con una esencia distinta: la de construir un puente entre la fábrica y la sociedad. 
                                                
¿Cuál dirías que es el principal propósito?
Desde el primer día sentimos que faltaba un espacio que hablara de industria sin tecnicismos, sin discursos lejanos, sin etiquetas. Queríamos que el ciudadano común pudiera entender qué pasa detrás de cada producto que consume, que conociera las personas detrás de las máquinas, las decisiones detrás de cada empresa. En definitiva, queríamos humanizar la producción. Mostrar que la industria no son solo chimeneas: son historias, sueños, familias, esfuerzo, caídas y resiliencia. Y que ahí, en ese corazón que late en cada fábrica argentina, hay un país que produce, que se levanta y que muchas veces no aparece en las tapas de los diarios.
¿Por qué conectaron con la audiencia en el país?
Porque no hablamos desde arriba ni desde lejos. Hablamos desde adentro. Entendemos de qué hablamos porque vivimos ese mundo. Y creemos que esa autenticidad se percibe. En cada episodio hay emoción, hay verdad, hay contradicciones, hay silencios. No hacemos entrevistas, tenemos conversaciones. No traemos invitados, contamos historias. Y en tiempos donde todo parece fugaz, lo genuino tiene un valor enorme.
De un podcast a un ecosistema de contenidos
El salto hacia algo más grande fue natural. Lo que nació como un podcast derivó en un ecosistema de proyectos que comparten la misma raíz narrativa: La Fábrica en Fábricas, El Campo Podcast, El Club del Ladrillo, El Fútbol Podcast y otros en desarrollo. "Cuando vimos que la audiencia se emocionaba y se reconocía en esas historias, entendimos que habíamos tocado una fibra profunda", cuentan.

Y esa fibra se ve con claridad en las métricas. Solo en octubre registró 1,2 millones de reproducciones y más de 144 mil horas de escucha en Spotify, con una comunidad que supera los 62 mil seguidores en la plataforma. En redes sociales, el alcance es igual de contundente: 271 mil seguidores en Instagram, 86 mil suscriptores en YouTube y más de 33 millones de visualizaciones anuales en esa red. En total, el ecosistema digital de La Fábrica supera los 3,5 millones de reproducciones en audio y más de 10 millones de vistas en TikTok.
¿Hasta dónde puede crecer el proyecto?
Creemos que el podcast recién está empezando su verdadero camino en la Argentina y en la región. Lo que viene es mucho más grande que lo que ya existe. La audiencia está cada vez más dispuesta a elegir contenido con propósito, con profundidad, con identidad. Y ahí hay una oportunidad enorme para nuevos jugadores que no repitan fórmulas, sino que construyan comunidades reales. Nosotros lo vivimos en carne propia: empezamos con un micrófono y una idea, y hoy estamos liderando un movimiento que atraviesa la industria, el campo, la construcción y el deporte. Falta muchísimo por hacer, y eso nos entusiasma.
¿Qué fue lo que más los sorprendió hasta ahora?
Nos sorprendió ver cómo figuras que nunca se habían mostrado en espacios de podcast aceptaban venir. Empresarios industriales históricos, que durante décadas no habían hablado públicamente, decidieron sentarse en nuestra mesa. Hugo Sigman, Javier Madanes, Roberto Goldfarb o Dante Choi son algunos ejemplos de nombres que quizás no imaginábamos al principio. Eso nos confirmó que había una confianza construida y una necesidad de contar sus historias en un espacio distinto. 
                                                
¿Qué entrevista queda pendiente?
Hay muchos sueños por cumplir todavía. Nos encantaría tener a Paolo Rocca, a Marcos Galperin, a los protagonistas de las grandes decisiones productivas del país. No por el nombre en sí, sino porque detrás de cada uno de ellos hay historias que merecen ser contadas. Lo lindo es que cada paso que damos nos acerca un poco más a ese objetivo.
El modelo detrás del micrófono
La monetización de proyectos en plataformas y redes sociales es compleja. Por ejemplo, el modelo de negocios diario de Youtube se basa en la repartición de las ganancias. Según cuentan desde la empresa, más de la mitad de los ingresos que recibe la plataforma a través de la publicidad llega a los creadores de contenido (NdR: 55% según las fuentes oficiales de la propia empresa). "La última actualización pública que tenemos es del período 2021-2023. En ese perìodo, YouTube pagó más de US$ 70.000 millones de dólares a creadores, artistas y empresas de medios de comunicación", afirman en la compañía.
En ese contexto, La Fábrica se consolidó como una productora profesional con modelo de negocio propio. Combina sponsors afines, proyectos derivados y eventos en vivo. Pero el activo más valioso no está en la pauta: está en la comunidad. "Cuando hay comunidad, hay valor", sintetizan sus creadores.
¿Cómo es el modelo de negocios?
Hoy La Fábrica tiene un modelo diversificado. Por un lado, trabajamos con sponsors y marcas que comparten nuestra visión y acompañan el contenido. Por otro, desarrollamos proyectos derivados (desde producciones especiales hasta eventos y experiencias) que nos permiten expandir el impacto y generar nuevas fuentes de ingresos. Pero, sobre todo, construimos comunidad. Y cuando hay comunidad, hay valor. Eso es lo que sostiene todo lo demás. 
                                                
¿Qué se viene?
Vamos a profundizar en cada vertical que creamos (industria, campo, construcción, deporte) y lanzar nuevos formatos que sigan ampliando nuestra comunidad. También estamos trabajando en eventos propios, contenidos documentales y alianzas estratégicas que lleven La Fábrica a otros países. Pero más allá de los planes, hay una certeza: no vamos a perder la esencia. Esa que nos trajo hasta acá. Esa que dice que desde una fábrica argentina también se puede construir un medio líder y un movimiento cultural.
¿Qué es La Fábrica para ustedes?
Para nosotros nunca fue solo un proyecto de podcast. Fue, es y será una declaración de principios. Una forma de decir que en este país, a pesar de todo, todavía hay quienes producen, crean, resisten y sueñan. Que hay una Argentina profunda, trabajadora, creativa, que merece ser contada con orgullo. Y si logramos que cada vez más personas la vean, la valoren y se inspiren con ella, entonces habremos cumplido nuestro propósito. Porque al final, La Fábrica no se trata de nosotros: se trata de todos los que creen que producir también es una forma de amar a la patria.
 
             
             
             
             
             
             
             
            