Desde que debutó el nuevo esquema de bandas cambiarias, el Banco Central dejó de intervenir en el mercado. Ya no vende dólares, por lo cual se frenó la sangría de reservas ahora de todos modos fortalecidas con los dólares del Fondo Monetario, pero tampoco compra. Podrá hacerlo, de acuerdo a los términos definidos en el acuerdo, cuando el billete amague con perforar los $1.000, al tipo de cambio mayorista. Pero la cotización actual en torno a los $1.180 está lejos de ese precio. Y en el mercado sigue mandando la misma preocupación: cómo se van a reunir reservas genuinas, es decir, generadas por la propia economía y no prestadas por algún organismo o gobierno amigo.
El nivel de riesgo país, de hecho, refleja en parte esa preocupación. No logra perforar los 700 puntos básicos, amén del contexto internacional adversos que contribuye en poco y nada. A pesar de que la recomposición de las reservas internacionales vía acuerdo con el Fondo resultó un aspecto clave para dar al BCRA de un mayor grado de libertad en el manejo de la política cambiaria, "está lejos de asegurar la sostenibilidad del programa hacia adelante". Es lo que sostienen, por ejemplo, los socios de la consultora MAP, Juan Pablo Ronderos y Gonzalo Santamarina.
"La presencia de reservas netas positivas aparece como uno de los factores clave detrás de la calma conseguida en el mercado, pero las dudas podrían volver a crecer si el BCRA no consigue sumar divisas en los próximos meses para cumplir los objetivos de acumulación que exige el acuerdo", advierten a sus clientes.
En otras palabras, el interrogante pasa ahora por la sustentabilidad del nuevo esquema. Dicho de otro modo, de dónde van a salir los dólares si el Central ya no puede adquirirlos del flujo habitual del mercado cambiario. La meta de acumulación, es válido remarcar, no es extremadamente ambiciosa. Por el contrario, es relativamente accesible. Pero no exenta de dificultades en el actual contexto y parámetro. Para fin de junio, en apenas dos meses, el BCRA deberá alcanzar reducir el stock de reservas negativa a US$ 1,700 millones. Son US$ 700 millones más que debe reunir respecto al cierre de diciembre. Implica un total de US$ 7.000 millones, contemplando pagos de deuda (incluidos los Bopreales) y desembolsos. Parte de esa cifra, hasta unos US$ 2.500 millones podría llegar de la mano de emisiones de deuda corporativa.
El resto, es incierto, aunque existen algunas alternativas. La más obvia y en la que se especializa el ministro de Economía, Luis Caputo, la colocación de deuda soberana, está por ahora vedada. Con el riesgo país por encima de los 500 puntos básicos, cualquier estrategia en ese sentido es inviable. El financiamiento internacional sigue cerrado para la Argentina a pesar del acuerdo con el Fondo y las enormes muestras de apoyo del Tesoro norteamericano.
La solución tendrá que llegar por el lado del sector privado: ingreso de divisas para financiar inversiones en el marco del RIGI -probabilidad baja dado el escenario preelectoral- o el propio Tesoro comprando los dólares en el mercado con los pesos que le giró la semana pasada el Banco Central en concepto de ganancias (unos $11,7 billones) para pagar la deuda que vence en julio. Hasta ese momento, se mantendrían en la cuenta de la entidad monetaria y podrían computarse como reservas al momento del monitoreo de la meta.
Por lo pronto, Caputo confirmó que su vez, precisó que los fondos provenientes de las utilidades del BCRA se destinarán a formar reservas en pesos del Tesoro Nacional, con el objetivo de cancelar deuda en caso de necesidad y no para financiar gasto público. Lo dijo en el contexto de otro anuncio para fomentar el uso de dólares que, advirtió, "va a sorprender". Será en dos semanas, si se cumple lo que prometió.