Forbes Argentina
25 Noviembre de 2022 12.20

Leandro Dario

Francisco Gismondi, de Empiria: "Me preocupa más el déficit fiscal que la inflación"

Socio de Hernán Lacunza en la consultora Empiria, Gismondi remarca que es necesario bajar el gasto público y unificar el tipo de cambio. Qué medidas económicas del próximo Gobierno puede pueden ser de shock y cuáles pueden ser graduales.

Francisco Gismondi tiene una amplia experiencia tanto en análisis macroeconómico como en bancos y finanzas. Ex director del Banco Central, trabaja en Empiria, la consultora que dirige el ex ministro de Economía Hernán Lacunza, y participa de la Fundación Pensar, la usina de ideas del PRO. En diálogo con Forbes Argentina, Gismondi sostiene que es necesario bajar el gasto público y unificar el tipo de cambio, pero destaca que mientras lo primero debiera hacerse de forma inmediata, lo segundo no puede concretarse tan rápido. 

—¿Qué cuestión de la coyuntura macroeconómica te parece la más preocupante? 

—Creo que lo urgente y lo preocupante tal vez no es lo más sustancial o lo más de fondo. La verdad que me preocupa la inflación, me preocupa la pobreza, me preocupa lo que pasa con el dólar. Pero esos son los síntomas, no son los problemas de la economía. "Me preocupa que el paciente tiene 40 de fiebre", sí, pero después hay que ir para atrás y ver de dónde surge esa fiebre y esa fiebre posiblemente está más en el déficit fiscal crónico que tiene Argentina. Pasan los gobiernos, distintas posiciones políticas, pero el déficit sigue ahí y son muy pocos los episodios que hemos tenido en los últimos cincuenta años de superávit fiscal. Me preocupa más el déficit que la inflación.  

—¿Y es posible converger a una situación de equilibrio o superávit fiscal cuando cada dos años tenés elecciones en Argentina? 

—La verdad que es un problema. El sistema electoral, el sistema de elecciones cada dos años, te lleva a estar permanentemente en campaña y eso condiciona mucho hacer esas tareas de fondo. Pero también hay que buscar ciertos acuerdos básicos. Si va a haber alternancia, lo que se haga hoy le va a convenir más al gobierno que viene que al actual. El que se decida a hacer ese trabajo de fondo posiblemente no tenga ventajas políticas por eso. Si hay una oposición que se puede beneficiar por esas medidas, debería también ser parte. Visto desde hoy con la grieta suena muy difícil que eso ocurra. Pero si no pasa, será muy difícil que salgamos.  

 

Massa fmi
Massa fmi

—Sergio Massa está haciendo un ajuste fiscal, con la segmentación de tarifas y ajustes presupuestarios. ¿Creés que eso lo podrá mantener en 2023, que es un año electoral? 

—No lo sé. Ojalá que lo pueda mantener. Claramente el susto alinea, cuando las cosas están mal es más fácil plantear ese tipo de políticas un poco más restrictivas, cuando pasa el susto y viene la necesidad política seguramente tengamos idas y vueltas. Pero por lo menos creo que con lo que plantea hoy el gobierno vamos a llegar mejor al final del 2023 que si esa ancla no estuviera. Bienvenido que haya un poco de orden hoy. Si después no cumple exactamente con lo que propone, pero se queda en el medio, creo que ya se dio un paso. 

 

Shock o gradualismo

 

—¿Hay espacio para el gradualismo en el próximo Gobierno o habrá indefectiblemente shock? 

—Me parece que en ciertas cuestiones se necesita shock. 

—¿En cuáles? 

—Sobre todo en lo que tiene que ver con el gasto público. Va a hacer falta bajar impuestos, pero difícilmente lo puedas hacer de golpe. Para bajar la inflación posiblemente hay que hacer ciertos cambios que te lleven a que la inflación inmediata sea un poco mayor. Pero los cambios que tienen que ver con el gasto público hay que hacerlos bastante más rápido y hay que ver si hay espacio político para lograrlo. El que lo haga, tiene que hacer algo bastante disruptivo que no solamente cambie las cosas, sino que la gente note que cambiaron las cosas. 

Juntos por el Cambio
Juntos por el Cambio

—¿Y cómo se baja ese gasto público? 

—Todo tiene costos, todo tiene alguien detrás. Acá hay gastos públicos que tienen que ver con las provincias, que uno los pone en las cabezas de los gobernadores; hay gasto público que tiene que ver con los que tienen subsidios en las tarifas, que tal vez es más la clase media; hay gasto público que tiene que ver con ciertos privilegios para gente de mayores recursos; y hay gasto público que tiene que ver con jubilaciones y con planes sociales que tal vez son mucho más difíciles de modificar, que afectan a quienes tienen menos. Entonces hay gasto público para los ricos, para la clase media y para los pobres y todos tienen costo. Para hacer algo de shock hay que dar muchas batallas, no sé si todas, pero muchas batallas a la vez. Algunas son imposibles. No hay lugar político y legal para bajar las jubilaciones. En lo que tiene que ver con planes sociales, tampoco hay lugar con respecto a la AUH. Hay gente que necesita eso porque, si no, al final del día no come. Ahora, los planes que tienen nombres que se parecen más a trabajo y que en la práctica no lo son, seguro que hay espacio. Y también hay un montón de otro gasto público que tiene que ver con la política. Cuando uno hace las cuentas no es tanto, el empleo público directo nacional no es tan relevante, si vos bajás el 10% de la planta los números no cambian tanto, pero si no se hace, con qué cara alguien le va a decir al que le está sacando desde los privilegios hasta los mínimos recursos si la política no hace su gesto. Muchas veces los economistas minimizamos los gestos. Tampoco se puede pedir que eso lo haga un gobierno que en este momento está en su etapa final. Son cosas que seguramente hará un gobierno que tenga por delante cuatro años, no importa el signo político que tenga.  

Creación de empleo privado
Creación de empleo privado

 

—Empiria, la consultora que vos integrás, publicó un gráfico sobre cómo está estancada la generación de empleo privado con respecto a monotributistas, a informales. ¿Cómo logramos en Argentina reactivar la generación de empleo privado? ¿Es necesaria sí o sí una reforma laboral o con otras medidas se puede reactivar? 

—La reforma laboral posiblemente haya que hacerla. Es cierto que las leyes laborales y los convenios colectivos están pensando para el trabajo de hace cincuenta años y no para el trabajo que viene, que tiene componentes de mayor cambio permanente. Fuera de los micrófonos y de la discusión pública, hay mucha gente incluso en el sindicalismo que es consciente de esa necesidad. Si uno lo llama reforma laboral seguramente la tensión crece y es muy difícil llegar a un acuerdo, pero hay un montón de cosas que se pueden ir discutiendo individualmente. Si no crece la cantidad de empleados en relación de dependencia, los sindicatos se están quedando también con menos gente dentro de su estructura, los sindicalizados son muchos menos que los monotributistas o los independientes. De alguna manera hay que aggiornar lo que conocemos hoy como legislación laboral y como convenios colectivos. 

 

¿Reperfilamiento?

 

—En la última licitación de la deuda en pesos al gobierno le fue mal, pudo renovar apenas el 61%, cuando el 60% estaba en manos del Estado. Hace unos meses circuló que un eventual gobierno de Juntos por el Cambio estaría favor de un reperfilamiento de la deuda en pesos. ¿Creés que eso es inevitable? 

No, para nada. Ningún país tiene que pagar el 100% de su deuda en ningún caso, entonces en la medida en que uno pueda mostrar que va a ser solvente, la deuda se puede pagar y renovarla. Y la verdad es que es una anomalía lo que Argentina hizo muchas veces de tener default de su deuda o tener que incumplir sus compromisos. Un cambio sería tratar de honrar los compromisos. Ahora, asegurar que se puede pagar algo es imposible sin saber de cuánto estamos hablando y cómo van a ser las condiciones. En todos los países por lo general los gobiernos pagan la deuda que generó el anterior. ¿Cómo se paga? Generando deuda nueva que seguirá honrándola el gobierno siguiente. La lógica es que la deuda sea sostenible y que cada vez que venza un bono se renueve. Es necesario poder mostrar solvencia de largo plazo y entonces el que tiene un bono en la mano que está venciendo no quiera desesperadamente llevarse los pesos para cambiarlos por dólares, sino que confíe en que eso es pagable. 

—Si formaras parte de un próximo gobierno en 2024, ¿qué otra medida sugerirías además de bajar el gasto público? 

—Hay mucho por hacer. Todo está subordinado al tema fiscal primero y dentro de lo fiscal al gasto público. Pero, por ejemplo, el esquema cambiario que tenemos con cepo no se puede mantener en el largo plazo ni es un sistema que permita que la economía se desarrolle. Entonces unificar el tipo de cambio tiene que ser parte de la solución. 

Dólar
Dólar

—¿Y eso se unifica de golpe?  

—El problema de la insolvencia fiscal sumada a la falta de reservas hace que eso no pueda ser abierto de golpe. Entonces hay que hacer un camino de apertura. El segundo punto relevante para encontrar la solución es normalizar el sistema cambiario, eso no quiere decir que haya que tener una apertura 100% de todo ni tampoco quiere decir que no haya alguna salvaguarda para lo que son capitales de corto plazo que entran y salen de países emergentes y que conocemos los problemas que traen. Pero las restricciones totales para hacer cualquier actividad y que prácticamente alguien tenga que contratar a un experto para saber si puede pagar o no puede pagar algo no es normal, no pasa en casi ningún país y hay que solucionarlo. 

—Hace diez años que la economía no crece, hace quince por lo menos que hay alta inflación, se perdió mucho poder adquisitivo en los salarios, la clase media está cada vez más deteriorada. ¿Cómo convencés a la gente de que son necesarias todas estas reformas que sin duda van a ser dolorosas en el corto plazo? 

—La verdad que esa es la más difícil de responder. La gente está muy acostumbrada a que siempre le dicen que tiene que hacer el esfuerzo y después el esfuerzo no tiene ningún fruto. Ahora, sin hacer ese esfuerzo tampoco habría solución, entonces es más difícil convencer a la gente y para eso se necesita un liderazgo fuerte de alguien que pueda mostrar que hay una salida y que hay que transitar por ese esfuerzo para llegar a la salida. Pero eso seguramente no lo tenga ningún técnico, eso lo tiene seguramente el que pueda liderar esto desde el lado político. La solución técnica es más fácil, la solución política es mucho más difícil. Vos dijiste diez años o quince años, pero si miramos un poco más atrás vamos posiblemente cincuenta años de cierto estancamiento económico con problemas recurrentes de inflación, con problemas recurrentes de deuda. Todos los países de la región bajaron su pobreza sustancialmente en por lo menos veinte o treinta años y Argentina fue en el camino inverso, era de los países con menor pobreza en la región y hoy es el único que está mostrando pobreza creciente. Entonces no hay que ser muy innovador, hay que mirar lo que hicieron los otros y hacer cosas parecidas. Parece facilísimo así dicho, pero la verdad es que convencer a los líderes, a la gente y a los distintos actores de la economía argentina de que hay buscar esa salida, que esa salida es costosa, no es una tarea fácil. Más allá de que haya algún líder que pueda tener esas capacidades, también somos un pueblo difícil de convencer porque estamos muy desengañados. 

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