Martha Hoffman (interpretada por Marilú Marini), una señora adinerada y coleccionista de arte de 83 años, es internada en una clínica psiquiátrica por sus dos hijas. El argumento es que padece una supuesta demencia por la que tomó decisiones erráticas y, como es fácil de intuir, derrochó su dinero. Que, como también es fácil de intuir, equivale a una herencia en potencia. Así transcurren los primeros minutos de 27 noches, una película de Netflix dirigida, coescrita y coprotagonizada por el uruguayo Daniel Hendler.
De artista a viuda coleccionista
La historia está basada en un caso real, uno que sirvió de antecedente en Argentina para la redacción de una ley que impide la internación compulsiva de personas en instalaciones psiquiátricas. Como en Uruguay, dicha normativa se apoya en toda una historia de tratos similares hacia muy diversas personas y no en un caso único, aunque es cierto que hay historias emblemáticas en esta clase de carreras por la humanización del trato médico.
Hendler se alió con el cineasta Mariano Llinás para adaptar la novela que cuenta el caso original. La historia de fondo es la de la artista plástica y escritora argentina Natalia Cohan de Kohen, quien en 2005 fue declarada insana por sus hijas con ayuda de un médico neurólogo y fue internada contra su voluntad.
También sin su consentimiento, sus hijas donaron dinero al neurólogo para crear su propio centro. Tras un juicio y muchas idas y vueltas, Natalia Cohan logró demostrar que seguía en uso de razón y por ello se le restituyó el control sobre su patrimonio. La historia familiar, según afirmaron públicamente, se recompuso.
Hendler y Llinás convierten a la Natalia real en la Martha ficticia, una viuda que tiene una gran cultura y sensibilidad por las artes que, tras hacer fortuna y quedar viuda, se dedica a disfrutar rodeada de artistas. Estos cambios sobre el personaje y la inclusión del perito que interpreta Hendler llevan la historia hacia terrenos distintos a los conocidos. Sobre el grupo de artistas, por ejemplo, recae una enorme sospecha de sus hijas; ellos viven en los márgenes, hacen fiestas y entienden la expresión artística como algo que debe ir por fuera de los circuitos comerciales pero que, precisa de ellos.
En todo ese segmento de la historia es que empieza a aparecer la cuestión que verdaderamente trabaja la película, el arte y los vínculos que genera.
Del drama al humor
La sociedad con Mariano Llinás explica mucho sobre la forma y el contenido en esta película. Llinás es un guionista que conoce las formas del cine, las estructuras clásicas y los recursos más hollywoodenses para contar historias y construir personajes. Argentina 1985, por ejemplo, es un caso en que se ve su puño profesional a la hora de escribir un guion. La cordillera, con Ricardo Darín, es otro caso de un guion suyo que cumple con las formas del cine comercial y más popular.
Por otra parte, Llinás tiene una obra muy extensa como un director poco comercial, preocupado por el cine como forma de expresión artística y no como un producto hecho pura y exclusivamente para vender entradas. Su documental Clorindo Testa y la inicial Historias extraordinarias son muestras de su forma de contar de manera no lineal, con meta referencias, toques de humor y guiños cultos.
Por eso mismo, lo que empieza como un drama con toques de comedia formulaica, deriva hacia temas propios de Llinás y que, se hace evidente, también le interesan a Hendler. El personaje del uruguayo es el de un perito que debe certificar si Martha está o no en sus cabales, luego de las 27 noches que permanece en un hospital psiquiátrico.
Así, la historia irá de atrás hacia adelante, de la experiencia de la mujer en el psiquiátrico de lujo, a su trato con el personaje de Hendler, un profesional muy apagado, conservador, reprimido y poco expresivo. En el arco narrativo de la relación entre ambos es donde aparece el vínculo tierno en el que hacen juntos un recorrido bastante emocionante.
Un recorrido en el que Martha muestra de a poco, la vamos entendiendo, y Hendler crece o cambia. Esa historia del vínculo (no amoroso ni sexual) entre la mujer liberal y el hombre más estructurado, es lo más convencional de la película, probablemente lo que primero atrae al público.
De Hendler y Peterson a Tortonese y Dani Umpi
Las presencia de Daniel Hendler y Carla Peterson, que interpreta a una de las hijas, le dan a la película un aura de seriedad para todo público. Sin embargo, en cuanto avanza la trama, irrumpe Humberto Tortonese, histórica figura del teatro alternativo bonaerense, quien interpreta a uno de los artistas marginales con los que Martha se vincula. En un cameo, algo después, aparece Dani Umpi.
La presencia de este artista uruguayo, incluso a través de su música, que suena de fondo en más de una escena, empieza a mostrar la verdadera preocupación de la película. Su personaje forma parte del círculo de artistas que frecuenta Martha, quienes se reúnen en una instalación industrial abandonada para crear su propio mundo. Y, para agregar un comentario más, la trama agrega una historia alrededor una obra de Dalí que Martha posee, cuyo destino es también un manifiesto sobre el arte que cotiza versus el arte que conmueve sin que medie el factor del dinero.
En cierto momento, el diálogo entre Martha y los artistas acerca del dinero, los coleccionistas y los mecenas se vuelve bastante explícito. El mundo de los coleccionistas con poder adquisitivo, que linda a menudo con el de la especulación, es visto como negativo, aunque necesario porque tiene una suerte de derrame positivo, argumentan.
Es más probable que estos conceptos surjan de Llinás que de lo escrito por Hendler. Lo cierto es que la película forma una unidad en la que, a la vez se cuenta una historia de pujas familiares, una historia de amistad entre la mujer y el perito y se ponen sobre la mesa algunas cuestiones que ameritan debate.
Se dicen malas palabras (groserías o como se quiera denominarlas) y humor. Hay poesía también (nada menos que de Alejandro Urdapilleta, otro uruguayo que fue figura de la escena alternativa en Argentina). Hay una historia entretenida que aporta información. Y que incluso permite reflexionar, al menos superficialmente. Son varios factores para hurgar en Netflix y descubrir este estreno que reafirma a Daniel Hendler como un gran director del que seguir esperando nuevas películas.