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Las diferencias entre el Frankenstein de Guillermo del Toro y la novela original de Mary Shelley

Dani Di Placido

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Entre la ciencia, el dolor y la culpa, Guillermo del Toro reescribe uno de los relatos más influyentes de la literatura moderna. La nueva versión de Frankenstein llegó a Netflix con una lectura más emocional y contemporánea del mito creado por Mary Shelley.

12 Noviembre de 2025 18.16

La nueva adaptación de Frankenstein, dirigida por Guillermo del Toro y disponible en Netflix, reinterpreta uno de los clásicos más influyentes de la literatura. Si bien mantiene la esencia trágica del relato de Mary Shelley, introduce cambios significativos que alteran tanto la historia como el sentido moral de la obra original.

Durante más de un siglo, la cultura popular ha reducido al monstruo de Frankenstein a la figura torpe y gruñona de la versión de 1931, inmortalizada por Boris Karloff. Del Toro, en cambio, se acerca más a la criatura que Shelley imaginó: inteligente, sensible y filosófica. Sin embargo, el guión toma caminos muy distintos a los del libro, reinterpretando a su creador, su criatura y el vínculo que los une.

frankenstein de guillermo del toro
Guillermo Del Toro proyecta un Frankenstein más parecido a la criatura que Mary Shelley imaginó:
inteligente, sensible y filosófica.

Un origen marcado por el trauma

En la película, Victor Frankenstein -interpretado por Oscar Isaac- es hijo de un padre abusivo (Charles Dance) y carga con la culpa por la muerte de su madre, víctima indirecta de la negligencia médica de su marido. Ese dolor lo lleva a obsesionarse con el poder de dominar la vida y la muerte, y a repetir, sin notarlo, los patrones de crueldad que recibió.

En la novela de Shelley, en cambio, Victor crece en un hogar amoroso y privilegiado. Aunque la pérdida de su madre también lo marca, pero su impulso por crear vida surge de la fascinación por la alquimia y el conocimiento prohibido, no del trauma. Una vez que logra su cometido, no maltrata a la criatura: simplemente la abandona, horrorizado por su aspecto.

La apariencia del monstruo

La versión de Del Toro, interpretada por Jacob Elordi, presenta a un ser cubierto de cicatrices, con piel azulada y una frente prominente. Con el tiempo, el pelo largo y desordenado le da un aire casi romántico, muy distinto al arquetipo de Karloff: aquel zombi cuadrado cosido con retazos de cadáveres.

Shelley, por su parte, fue ambigua en su descripción. Su criatura tiene piel amarillenta, ojos llorosos, labios oscuros y dientes de un blanco brillante, pero el texto nunca menciona explícitamente que esté hecha de cuerpos humanos. La autora deja el proceso de creación envuelto en misterio, con insinuaciones más alquímicas que científicas.

frankenstein de guillermo del toro
 

La moral de la historia

Uno de los mayores cambios está en la construcción moral. Del Toro retrata al monstruo como un ser completamente inocente, víctima del ego y la brutalidad de Victor. La novela, en cambio, es más compleja: Shelley presenta a ambos como responsables de sus actos, capaces de ternura y también de crueldad.

En el film, las muertes que rodean a la criatura son accidentales o consecuencia de los errores de Victor. En el libro, el monstruo asesina al hermano menor de su creador y luego a su prometida, Elizabeth, en un arrebato de venganza.

La película transforma esa relación en un amor trágico: Elizabeth (Mia Goth) y la criatura se desean mutuamente, y muere por un disparo accidental del propio Victor.

El resultado es una historia más lineal, que convierte la relación entre creador y criatura en una metáfora de abuso y redención, y no en la compleja reflexión sobre el poder, la soledad y la responsabilidad que propuso Shelley.

frankenstein de guillermo del toro
 

Un final distinto (alerta de spoiler)

En la versión de Netflix, Victor muere reconciliado con su creación, y el monstruo realiza un último gesto de bondad antes de contemplar el amanecer, en paz consigo mismo.

El desenlace del libro es mucho más oscuro: tras la muerte de Victor, la criatura se lamenta por los crímenes cometidos y promete morir entre las llamas, sin posibilidad de redención.

La mirada de Guillermo del Toro humaniza al monstruo y redefine el mito. Su Frankenstein no es un relato de horror gótico, sino una tragedia moderna sobre la paternidad, el abuso y la culpa. Y aunque el espíritu de Mary Shelley aún late en cada escena, el mensaje final es otro: a veces, el verdadero monstruo no es el que se crea, sino el que crea.

*Con información de Forbes España
 

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