Por qué ordenar tu casa le dará un “shock” terapéutico instantáneo a tu cerebro
Hay una razón por la cual limpiar y ordenar tu entorno te hace sentir bien, y se basa en la neurociencia.

A la mayoría nos disgusta el desorden. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Personality and Social Psychology Bulletin descubrió que, de 60 mujeres a las que se pidió que enseñaran su casa a los investigadores, las que creían que su casa estaba desordenada tenían más probabilidades de sentirse constantemente cansadas y presentar síntomas de depresión

Estos efectos estaban relacionados con la hormona cortisol, que interviene en nuestra respuesta al estrés. El desorden combinado con la sensación de no tener control sobre él también puede llevarnos a tomar malas decisiones. Un estudio de 2016 publicado en Environment and Behavior exploró cómo nuestra mentalidad en torno a una cocina caótica hace que algunas personas tomen malas decisiones alimentarias

En concreto, el estudio descubrió que cuando las personas no sentían ningún control sobre el desorden y el caos en su cocina, comían más galletas que cuando sentían que tenían el control de su cocina.

Si ampliamos el estudio, podemos ver cómo un entorno desordenado puede pasar de ser una falta de preferencia estética a un grave problema de estilo de vida, que quizá nos haga saltarnos entrenamientos, tener conductas sexuales de riesgo o consumir drogas recreativas.

Aunque limpiar el desorden puede ayudar con la depresión, los antojos insanos o la fatiga, muchas personas encuentran que el efecto positivo más pronunciado de la limpieza es una sensación de ligereza y un aumento de la productividad.

Cuanto más lleno esté tu campo de visión de objetos que no tienen nada que ver con tu objetivo, más va a tener que trabajar tu cerebro. Esto puede provocar fatiga y hacer que nos sintamos perezosos y seamos menos productivos de lo que somos capaces.

Menos desorden significa más capacidad cerebral para tareas reales

Es posible que hayas oído (o experimentado por vos mismo) que trabajamos mejor cuando tenemos menos desorden físico a nuestro alrededor. La ciencia nos ofrece una explicación neurocientífica.

Cuando miramos el desorden, nuestro cerebro intenta identificar la información más relevante que nos ayudará a alcanzar nuestros objetivos inmediatos. Esta información se llama "conjunto atencional". Cuando nuestros objetivos cambian, nuestro cerebro tiene que suprimir el antiguo conjunto atencional y cambiar la atención a un nuevo conjunto atencional, lo que consume energía cerebral.

En este estudio, los investigadores examinaron cómo reaccionaban los cerebros de los participantes cuando miraban imágenes de diferentes objetos. Descubrieron que cuando las personas buscaban un determinado tipo de objeto (el objetivo), sus cerebros prestaban más atención a ese tipo de objeto y menos atención a otros (los distractores) que solían ser importantes pero ya no lo eran.

Cuanto más lleno esté tu campo de visión de objetos que no tienen nada que ver con tu objetivo, más va a tener que trabajar tu cerebro para mantener cada uno fuera del conjunto atencional. Esto puede provocar fatiga y hacer que nos sintamos perezosos y seamos menos productivos de lo que somos capaces de ser. En cambio, si tu entorno está despejado o es minimalista, tu cerebro tiene que filtrar menos cosas, lo que le permite asignar más recursos a la tarea que tiene entre manos.

En conclusión

Limpiar la casa o el entorno no es sólo un proceso físico, sino también mental. Reducir el desorden minimiza las distracciones y permite al cerebro concentrarse en tareas más importantes. El acto de organizar su espacio también puede proporcionar una sensación de control y orden, lo que puede aliviar los sentimientos de estrés y promover una sensación de bienestar

El rejuvenecimiento mental que se produce al ordenar el espacio es una prueba clara de la relación entre nuestro entorno físico y la función cognitiva.

 

*Con información de Forbes US