En la era digital actual, las tecnologías biométricas, como el escaneo de las huellas dactilares, el reconocimiento facial o el escaneo del iris, se han convertido en poderosas herramientas que ofrecen conveniencia y seguridad en diversos ámbitos. Como han adquirido una gran importancia en todos los sectores, a medida que se aprovecha su potencial, resulta crucial garantizar un uso responsable, equilibrar los beneficios con los riesgos potenciales y las preocupaciones éticas para proteger la privacidad individual y mantener la confianza de la sociedad.
Desde el desbloqueo de los teléfonos inteligentes hasta la verificación de la identidad en los aeropuertos, la biometría ofrece una identificación rápida y precisa. Su adopción ha simplificado varios procesos, ha mejorado la seguridad y ha agilizado las operaciones. Sin embargo, a medida que la biometría se generaliza, es vital evaluar su impacto en la privacidad, el consentimiento y los posibles abusos.
En este sentido, una de las principales preocupaciones, justamente, es la posible invasión de la privacidad. Los datos biométricos, una vez comprometidos, no pueden cambiarse como las contraseñas. El acceso no autorizado a las bases de datos biométricos podría tener consecuencias de gran alcance para las personas y dar lugar al fraude de identidad. Además, el creciente uso de sistemas de protección por video en algunas regiones que utilizan la biometría genera preocupación por la vigilancia masiva y la erosión de las libertades civiles. Por lo tanto, son necesarias normas estrictas y mecanismos de supervisión para proteger el derecho a la intimidad de las personas.
Implicancia y vulnerabilidades
Las tecnologías biométricas también plantean cuestiones éticas. Recientemente se ha descubierto que algunos algoritmos de reconocimiento facial muestran sesgos contra determinados grupos de género, raciales o étnicos, lo que conduce a un trato injusto y a la discriminación. Hoy en día, afortunadamente, la precisión de los algoritmos, combinada con un firme planteamiento no discriminatorio por parte de los proveedores, puede ayudar a combatir tales sesgos.
Asimismo, la recopilación y el almacenamiento de datos biométricos, si se manejan mal o se comparten sin consentimiento, pueden violar la autonomía personal. En definitiva, equilibrar las consideraciones éticas implica garantizar la transparencia de los algoritmos, realizar evaluaciones de impacto exhaustivas y promover la inclusión y la diversidad en el desarrollo tecnológico.
Por otra parte, y aunque proporciona una mayor seguridad, la biometría no es infalible. Los datos biométricos pueden ser robados, replicados o manipulados, dejando a las personas vulnerables a la usurpación de identidad. Los hackers ya han penetrado en las bases de datos biométricos y han expuesto a millones de personas a riesgos potenciales. Para hacer frente a estas vulnerabilidades, es imprescindible disponer de métodos de cifrado robustos y de una supervisión continua de los sistemas biométricos, con el fin de evitar accesos no autorizados y proteger contra posibles violaciones. Con los datos cifrados de punta a punta, incluso si se sacan de un sistema quedan totalmente inutilizables.
Implicancia y vulnerabilidades
Para promover un uso responsable, los gobiernos y las organizaciones deben aplicar normas y marcos integrales para la tecnología biométrica. Estos marcos deben incluir medidas de seguridad estrictas, directrices claras para el almacenamiento y la retención de datos y mecanismos para obtener el consentimiento informado.
La transparencia es crucial, ya que garantiza que las personas comprendan cómo y por qué se utilizarán sus datos biométricos y les otorga el control sobre su almacenamiento e intercambio. Todo esto para asegurarse de que las personas entiendan el uso de los datos personales, así como el proceso para acceder a ellos o cómo pueden pedir al proveedor de servicios que los elimine. Se crea así un marco favorable al despliegue de soluciones biométricas y, lo que es más importante, a su aceptabilidad.
A medida que aprovechamos el potencial de las tecnologías biométricas, debemos dar prioridad a un uso responsable. Las ventajas que ofrecen no deben eclipsar los riesgos para la privacidad, la seguridad y las consideraciones éticas. El equilibrio entre la conveniencia y los derechos individuales requiere una regulación sólida, transparencia y un escrutinio continuo de los sistemas biométricos. Solo así podremos garantizar la protección de la privacidad, la prevención de la discriminación y la preservación de la confianza en nuestro mundo cada vez más digital.
* Por Youzec Kurp Vicepresidente de Soluciones de Identidad y Biometría en Thales.