Forbes Argentina
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Editorial
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02 Diciembre de 2020 08.40

Dos profesores de educación física abrieron una tienda deportiva en Córdoba. La historia de los míticos David Ruda y Gerardo Asrin ya es conocida. Cincuenta y un años y una generación más tarde, ambas familias se sumaron a los Escasany, Ayerza y Braun y se convirtieron en los nuevos accionistas minoritarios del Banco Galicia, con el 3,2%.

De vender zapatillas en bolsas naranjas y regalar caramelos en la tienda a construir un holding que en 2020 facturará más de US$ 500 millones hay, por supuesto, un largo trecho. A lo largo de una extensa entrevista, Alejandro Asrin, hijo de Gerardo, sucesor de Ruda y presidente de Naranja, reveló los detalles más impactantes de ese recorrido que empezó como una mini pyme y llegó a convertirse en una entidad financiera y fintech absorbida por uno de los principales bancos del país.

El relato incluye la resiliencia de las crisis más profundas, hasta los desafíos que atraviesan tantas empresas familiares: la transición generacional y los vínculos entre hermanos. A diferencia del expresidente Macri y su hermano Mariano, Asrin asegura que fue “un cuento de hadas”. Y revela la ceremonia íntima y los consejos de oro que le transmitió Ruda, “El Jefe”, el día que le cedió el mando hace cinco años.

Desde una perspectiva histórica, los Asrin y los Ruda fueron outsiders que aprendieron rápido y pasaron de la tienda deportiva a convertirse en el mayor emisor de tarjetas de crédito del país. Desde una perspectiva reciente, fueron una de las entidades financieras que primero iniciaron la reconversión fintech que desafió y continúa desafiando las pesadas estructuras bancarias. Solo este año, invirtieron US$ 25.000 millones.

El Banco Galicia ya tenía el 83% de la empresa dueña de Naranja. Pero ahora las familias Asrin y Ruda canjearon el 17% restante por el equivalente aproximado al 3,2% del Grupo Financiero Galicia, sumándose a los Ayerza, Braun y Escasany.

Esfuerzo pyme, resiliencia, legado generacional, profesionalización de estructuras, innovación y fusión. Ante las dificultades que presenta la coyuntura ?no importa cuándo leas esto?, el espíritu emprendedor de dos familias y dos generaciones nos permite creer que todo puede ser posible. Que, a pesar de las tormentas y las sequías, de la inestabilidad y la incertidumbre, pueden seguir floreciendo mil naranjas.

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