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Marcelo Argüelles: 20 años para desarrollar la primera papa transgénica del país

Facundo Sonatti

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21 Febrero de 2019 11.49

El dueño del grupo Sidus está acostumbrado a armarse de paciencia y transitar extensos períodos antes de recolectar los frutos de sus inversiones. Acaba de patentar la primera papa transgénica del país, un negocio de ocho cifras.

La primera papa transgénica de la Argentina es el resultado de un proceso que ocupó un período tan extenso que, desde que se pensó en su desarrollo hasta su concreción, la moneda nacional pasó de tener una equivalencia perfecta con el dólar a estrellarse con el fin de la Convertibilidad, cuando se multiplicó por cuatro la necesidad de pesos para acceder a cada dólar. Luego, se redujo a tres y, desde entonces, escaló paulatinamente a lo largo de 15 años hasta alcanzar picos de $ 42. En ese mismo lapso, la carga impositiva literalmente se duplicó y las reglas del juego fueron modificadas tantas veces como el número de elecciones presidenciales. Solo en el ámbito científico-tecnológico, se sufrió el recorte de la administración de De La Rúa, y luego se gozó una inyección de fondos atolondrada durante el kirchnerismo hasta caer en un nuevo proceso de ajuste, en los primeros tres años del gobierno de Mauricio Macri.

En el medio de ese incesante zigzaguear, el empresario Marcelo Argüelles tuvo la templanza necesaria para cosechar su siembra (de papas). “Sin la iniciativa privada, este proceso no se hubiese concretado”, resalta el presidente y accionista del Grupo Sidus, una plataforma con intereses en la industria farmacéutica, los alimentos saludables y el desarrollo biotecnológico.

El 8 de agosto último, fue oficial la aprobación de la semilla resistente al Potato Virus Y (PVY), el cual puede provocar mermas de hasta el 70% en la producción. Para Argüelles, es un hecho inédito: “Es el primer evento transgénico argentino, aprobado en el país y desarrollado íntegramente por una compañía argentina”, explica.

Papa Spunta Ticar 233 es el nombre que adoptó este invento nacional que llegará a las verdulerías en 2020. A la hora de pensar en el retorno de la inversión, el empresario confiesa que, a pesar de haberlo intentado, no pudieron descifrar a cuánto ascendió producto de los vaivenes de la economía argentina, y lo resume entonces en tiempo. Mucho tiempo.

La papa es uno de los tres alimentos más consumidos del mundo. En Argentina, son 40 kilos por persona por año y se siembran unas 75.000 hectáreas, elevando el mercado anual de semillas hasta los US$ 150 millones. El Grupo Sidus, a través de Tecnoplant S.A., buscará abastecer un 20% de esa demanda hacia 2024. Eso se traduce en US$ 30 millones de ingresos con márgenes de rentabilidad superiores a los de la industria farmacéutica. Mientras tanto, con algo más de 500 empleados, sigue generando el grueso de sus US$ 60 millones de facturación anual mediante la venta de medicamentos, con el popular Magnus (para resolver la disfunción eréctil) a la cabeza.

¿Qué representa el desarrollo de esta semilláEs un hecho poco frecuente, un evento biotecnológico que suele estar en manos de las multinacionales y patrimonio de compañías de la talla de Monsanto, Syngenta o Pioneer, pero, en esta oportunidad, lo hizo una empresa argentina.

¿En qué consiste su innovacióñLa papa que desarrollamos es resistente al virus PVY, el cual impide la reutilización de la semilla de la papa de campaña en campaña. Hoy, los productores deben utilizar semillas nuevas todos los años con los costos que eso implica; en cambio, con este nuevo desarrollo, podrán cubrir hasta cuatro campañas y estimamos que, a su vez, mejorará la productividad.

¿Por qué pensaron en la papáSomos un grupo farmacéutico que empezó a invertir en biotecnología en los años 80. Así surgió Biosidus, en 1984, destinada a la producción de moléculas biotecnológicas para la industria farmacéutica humana, y eso trajo aparejados desarrollos y avances interesantes. Fuimos pioneros en lanzar productos pensados para las hormonas de crecimiento y, como consecuencia, surgió la posibilidad de replicar el modelo en los vegetales.

¿Ese fue el origen de Tecnoplant?Exacto. Tecnoplant está orientada a generar desarrollos de moléculas biotecnológicas en el reino vegetal. La micropropagación de berries fue nuestra primera iniciativa, y desarrollamos el cultivo de arándano en el país a tal punto que hoy también somos productores. Luego, hicimos innovaciones en la caña de azúcar modificada y, finalmente, llegamos a la papa, a través del trabajo de los doctores Fernando Bravo Almonacid y Alejandro Mentaberry en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI) del Conicet.

Marcelo Argüelles.

¿Por qué invertir en algo cuyo retorno no es cuantificabléEl negocio de la innovación consiste en “aguantar” los primeros años para después obtener un rédito. Además, la biotecnología tiene otro glamour. Y, si bien es difícil evaluar la inversión y retorno de un solo evento, tiene que ver con la filosofía de la compañía y sus accionistas. Sidus invirtió en Biosidus durante 12 años hasta que logró su equilibrio y llegó a facturar lo mismo que la empresa que lo fundó.

¿Qué pasó con el INDEAR?A inicios de este siglo, de la mano de Gustavo Grobocopatel, Víctor Trucco y otros miembros de AAPRESID, creamos el Instituto de Agrobiotecnología Rosario (INDEAR), un lugar donde se desarrolla biotecnología vegetal. Biosidus-Tecnoplant y Bioceres se unieron para concretar este proyecto; tiene que ver con un propósito nacional, ya que el país no tiene centros de investigación en sectores donde genera riqueza, como producción de soja, maíz, trigo y algodón. El tiempo hizo que nos separemos de INDEAR, porque no cumplía con el objetivo inicial sino que quería convertirse en una semillera, cosa que finalmente sucedió. Eso nos hizo perder unos cuatro años en el camino del desarrollo de la papa, pero nuestra intención sigue siendo la misma: queremos un espacio para el desarrollo biotecnológico vegetal, y eso es lo que hacemos a través de Tecnoplant.

Dividir y dar de nuevo

En los últimos 20 años, Argüelles no solo atravesó los vaivenes propios de la economía argentina: también afrontó un divorcio familiar que partió a la mitad el grupo económico que desarrolló su padre, Antonio Argüelles. Las consecuencias fueron múltiples. En 2010, la compañía biotecnológica Biosidus y la cadena de farmacias Vantage quedaron en manos de Estela Argüelles de García Belmonte e Irma Argüelles, primas de Marcelo, y de su hermana Silvia Argüelles de Bóscolo, quienes retuvieron Sidus, Tecnoplant y las plantaciones de arándanos. Producto de esa escisión, Grupo Sidus vivió su propia transformación y se desprendió de una de sus marcas emblemáticas, Tafirol.

¿Cómo hicieron para continuar con la inversión en biotecnología tras la divisióñLos objetivos a largo plazo requieren visión a largo plazo y consistencia en las relaciones. Hoy, los accionistas coinciden con esta filosofía, y mucho más después de la separación. El objetivo de mi padre fue la integración vertical, algo que afortunadamente muchas empresas lograron en el país. Sin embargo, hace 40 años, la integración en nuestro sector se podía dar por la farmoquímica o la biológica (producción de vacunas), y optamos por esta última. Argentina tiene una base científica sólida que viene de la formación biológica. De hecho, nuestros tres premios Nobel vienen de esa ciencia, y creemos que hay un sustrato científico en manos del Estado que puede permitir un buen desarrollo.

¿Qué aporte hace hoy el Estado a ese desarrollóLa definición de tecnología es la empresa investigando, porque el investigador en su laboratorio hace ciencia que, luego, no necesariamente se traduce en un producto. En ese sentido, la relación público-privada es necesaria y útil para el país, pero los científicos deben estar vinculados con las empresas y viceversa. Mauricio Macri continuó la política de Lino Barañao frente al área de Ciencia y Tecnología, y hoy la relación público-privada está cada vez más fuerte a pesar de la limitación en materia de recursos.

Grupo Sidus es una incubadora de proyectos. ¿Cuál es el próximóQueremos ser protagonistas de la biotecnología vegetal, nos alegra que mucha gente esté trabajando en eso, y nuestra capacidad de innovación no se limita solo a esto sino que también queremos avanzar en la liofilización. Tenemos una empresa denominada Biofood, donde trabajamos en eso. La liofilización es un proceso que permite sacar el líquido de vegetales, hongos, carnes y otros alimentos sin que pierdan ninguna de sus propiedades (algo que ya hacían los incas a través de la sublimación). Es el mejor mecanismo para hacer snacks saludables tanto de frutas como de verduras. De hecho, muchas de las que ya se producen en el país las hacemos nosotros y otras empresas las comercializan con su propia marca.

Grupo Sidus, una plataforma de tres cabezas

SidusCorazón de la compañía familiar, cuenta con un predio de 11 hectáreas y una planta de más de 13.000 m2 en Pilar, desde donde despacha productos farmacéuticos para el mercado doméstico desde hace más de 70 años. Magnus, destinado a resolver la disfunción eréctil, es la marca más vendida de la firma, que también incluye otras como Decadron y la línea Cormillot de suplementos dietarios.

TecnoplantA principios de 1990, la familia comenzó a incursionar en la biotecnología vegetal a través de la micropropagación. Hoy es el buque de batalla en ese terreno, con la papa transgénica como su más reciente innovación.

BiofoodLa última creación de Marcelo Argüelles busca asociarse a una compañía de consumo masivo para potenciar la comercialización de alimentos liofilizados. La sociedad ya cuenta con marcas propias, como Blueking, a base de arándanos liofilizados.

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