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Pesares del futbolista: fragmentos del libro "Conversaciones con jugadores exquisitos"

Gustavo Noriega

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Le propuse a Diego Latorre, no sólo el mejor comentarista de la actualidad sino también alguien con una experiencia como jugador de alta calidad en equipos importantes y la selección argentina, que juntos conversáramos con sus colegas y entre nosotros, de manera de ir desplegando todas las vivencias de un profesional de alto rendimiento y con una carrera destacada.

28 Junio de 2023 11.15

Acá les presento dos fragmentos del libro. En el primero, Enzo Francescoli nos cuenta cómo se preparó para su retiro. En el segundo, le pregunté a Diego Latorre cómo se vivía la noche de un mal partido.

Enzo Francescoli

 

Noriega: ¿Cómo fue tu retiro?

Enzo Francéscoli: Yo me preparé bastante. Hice análisis un par de años. Me separé hace unos años de mi única esposa, que es psicoanalista. Ya estaba preparado. Me dijo: “Empezá a analizarte”.

N: O sea, vos te analizaste siendo jugador

Sí, fui un año y medio a análisis.

Latorre: ¿Pero específicamente por el retiro?

Un poco de todo. Me ayudó mucho en mi retiro y en muchas cosas. Venía gente a pedirme un autógrafo y me sentía culpable por que ellos estuvieran mal. Está esta cosa de culpa. Yo siempre fui un tipo muy culposo.

L: ¿Culpable por qué?

Por ahí viene un pibito que no tiene ni para morfar, con la madre pidiendo, te pide el autógrafo y vos estás muy bien. Esa culpa.

L: Es raro porque el jugador está siempre en un lugar… Yo siempre estuve bastante alejado justamente porque me hice una coraza. Uno se pone una coraza para defenderse del afuera. No es que no tengas percepción de la realidad de los demás; la tenés, pero también si te metés en la problemática de cada persona con la que tratás, es como abrirte…

Sí, te terminás perjudicando. Yo creo que perjudicaba muchas partes de mi vida –no tanto mi carrera— preocuparme por los demás. Amigos, conocidos que estaban mal. Te sentías mal.

L: ¿Esa culpa de dónde viene? ¿De la infancia?

Venía de mi carácter. Quizás de haberme ido de la casa muy joven, que un poco mis viejos me lo hicieron sentir… de abandono. Los viejos en ese sentido no se dan cuenta, sobre todo nuestros viejos que son de una generación diferente.

N: Hay un salto conceptual de una generación a la otra. Ahora, ¿El análisis hizo que vos aceptaras el lugar que vos ocupabas para ese pibe, por ejemplo?

Sí, me sentí mejor. Hizo dos cosas el análisis: me sentí mejor conmigo, en mis decisiones. Sobre todo con la decisión de dejar de jugar. Y después, me hice mucho más convencido de mis decisiones. Yo en mis decisiones siempre decía “uh, pero lo cago al otro”. Y no podés acomodar…

N: No priorizar de alguna manera lo tuyo.

Eso me pasó bastante. Yo, de hecho, siempre fui contra. El problema del análisis es el analista. Un buen analista yo lo recomiendo. Pero hay que encontrar un buen analista. Yo creo que no quita, ayuda. No importa el problema que tengas, te mejora la calidad de vida.

L: Lo que pasa es que hay que ser muy valiente para analizarse, porque te podés encontrar con un Yo con mucho más interrogantes, con un pasado que no vuelve y te afectó, con cosas que no vas a poder cambiar.

Lo que pasa es que si vos sentís que necesitás algo y no lo hacés, me parece que estás equivocándote. Si sentís que necesitás hacer análisis por X razón, porque estás mal, porque estás caído y querés dar un paso importante, y querés estar lo más seguro posible, o no te animás, no está mal hacerlo. Pero repito: hay que encontrar un buen analista porque si no, te puede complicar más.

N: ¿Alguna vez se lo recomendaste a algún jugador que se está retirando?

Sí, les he dicho a todos. Las cosas que creo que son buenas las digo. Y esto del psicoanálisis también. A mí me hizo bien. No soy un tipo que si algo en mi carrera me fue bien me lo escondo.

Diego Latorre

 

Contame cómo era un domingo a la noche de un mal día, de un mal partido.

Abatido, muy mal, solo...

¿Pero cuando vos jugabas en la primera de Boca, estabas en pareja, vivías con tus viejos?

Si, con mi viejo, mi mujer después cuando ya era más grande sabían que ese era un espacio para mí, que yo tenía que hacer mi propio duelo, estar en mis pensamientos, dar curso a mi tristeza.

¿Te encerrabas en una habitación por ejemplo?

Me encerraba y repasaba las jugadas. El fútbol es magnífico por eso, así como uno a veces hace cosas que no se le ocurrieron con esa espontaneidad del juego, también a veces las cosas te pasan por al lado en una fracción de segundo, se te derriten en las manos, tenés esa oportunidad que esperás durante 60 minutos y la pelota te cae y es un instante, y no es un instante en que se detiene todo como en la película Match Point, es un instante que sigue y sigue, no tenés espacio ni para el lamento. Es ahí, y ahí tenés que tomar millones de decisiones que de ninguna manera son iguales a las que podés tomar en la jugada siguiente, entonces cada vez que decidís estás arriesgando. Nunca me voy a olvidar de una anécdota, a propósito de esto, en un partido Tenerife-Real Madrid, uno de mis primeros partidos con la camiseta del Tenerife. Llegaba de haber estado en Italia, ocho meses malos en que no jugué y mi representante quedó preso. 

Yo venía de ser el mejor jugador de Boca los dos últimos años, toda una historia insólita en realidad, entonces en ese momento se permitían tres extranjeros nada más, era muy selecto el grupo que jugaba en Europa. Me pone Valdano en el primer partido, yo era el crédito, la verdad la gente mucho no me conocía, no había esta información, ni internet, ni demás, era un jugador que había jugado en Boca, había registros míos de haber jugado en Boca: el equipo estaba quinto o sexto en el campeonato, no es que iba a cualquier equipo, había ascendido, se perfilaba para ir a la UEFA, Redondo, Cappa, Valdano y demás, fecha número treinta contra Real Madrid, no recuerdo exacto, año 1993, minuto treinta o treinta y dos del primer tiempo, desborda un jugador del Tenerife, creo que era Chano, que era el ocho de la selección, tira el centro atrás y yo solo, ni siquiera en el punto del penal, se van pasando, el arquero viene desde el palo izquierdo hacia el centro, y yo hago un movimiento con el cuerpo para insinuar patear hacia allá, pero por esas cosas increíbles que yo creía que el arquero se iba a mover mucho más rápido para acá, y de primera le pego al palo de dónde venía el arquero, y el tipo con la puntita del pie me la saca y se va afuera. No me podía recuperar porque era un gol hecho.

¿Cómo iba el partido?

Cero a cero. A todo esto en el entretiempo Valdano me saca. Ese día conocí Tenerife, en el entretiempo. No vi el segundo tiempo. Me fui a caminar solo. Por eso te hablaba del aislamiento. Ese día conocí Tenerife, me fui caminando solo, me bañé rápido, no estaba enojado ni siquiera con el entrenador que me había sacado, estaba enojado conmigo, con mi forma de definir, porque yo sabía que era gol. En cualquier otro momento de mi carrera esa jugada era gol, siempre fue gol, pero esa no. Me fui caminando, conocí los alrededores del estadio, me fui para allá, todo en 45 minutos caminando, sopesando esa jugada, no me la podía sacar de la cabeza. Es el día de hoy que si me preguntás por 4 o 5 momentos de mi carrera a los que me gustaría volver, uno es ese.

¿Momentos en los que cambia algo?

Sí. En el fútbol hay un montón de factores por los que a veces las cosas no salen, más allá de lo que uno se pueda reprochar, la actitud que uno tiene… y a veces las cosas salen y uno no tiene una explicación racional del por qué, salen porque ese día el equipo jugó mal, porque uno mismo… pero hay muy pocos momentos en el fútbol en que las cosas no salen por uno, sobre todo en algo tan puntual como eso, porque uno dice no sale porque el equipo rival me superó, o porque el gol en determinado momento el arquero no achicó bien o porque uno me molestó y realmente ese fue un momento en que la jugada no salió por mí.

Tendrías que haber hecho vos otra cosa.

Claro, definir… tenía todo el segundo palo libre. Si yo la cruzaba así en un toque de pelota más o menos potente, entonces era gol… contra el Real Madrid y de local.

Te ponía a vos en un lugar totalmente distinto.

Me fui a caminar y me ponía en ese lugar que a mí siempre me costaba en las horas posteriores enfrentar. Enfrentarme al ninguneo de la gente, porque en definitiva el deportista convive con esa parte, que nadie la cuenta, o sea cómo se transforma el medio donde uno vive cuando uno gana o cuando uno pierde. Vos ves que los dirigentes pasan del reconocimiento a la indiferencia, que la gente pasa de la gloria al repudio, que vas acá o vas allá y la gente no es igual con vos.

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