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Jean Paul Getty (Photo by David Farrell/Getty Images)
Millonarios

El magnate J. Paul Getty y las decisiones que forjaron una de las mayores fortunas del siglo XX

Laura Mafud

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Considerado durante años el hombre más rico del mundo, J. Paul Getty construyó su imperio a partir de apuestas extremas, una disciplina financiera implacable y una visión de largo plazo poco común. A 133 años de su nacimiento, su figura sigue generando debate por el modo en que ejerció el poder económico y por un legado que trascendió a su creador.

15 Diciembre de 2025 07.29

El 15 de diciembre de 1892 nació en Minneapolis Jean Paul Getty, el empresario estadounidense que llegó a ser considerado el hombre más rico del mundo y una de las figuras más incómodas del capitalismo del siglo XX. Magnate del petróleo, estratega del riesgo y defensor de una austeridad llevada al extremo, Getty construyó una fortuna que marcó una época y dejó huellas que aún hoy siguen vigentes en los negocios, el arte y la filantropía.

Más que un empresario carismático, Getty fue un tomador de decisiones implacable. Su trayectoria no está definida por golpes de efecto, sino por una sucesión de elecciones calculadas, muchas veces contracorriente, que le permitieron acumular poder económico en contextos adversos y sostenerlo durante décadas.

Getty dio sus primeros pasos en los campos petroleros de Oklahoma mientras estudiaba en la Universidad del Sur de California y luego en Berkeley. Tras mudarse a Londres, se graduó en Oxford en 1914. A los 21 años, se unió a su padre en el negocio petrolero familiar y pronto generó su propia fortuna. De acuerdo a la Enciclopedia Británica, a sus 23 años ya había alcanzado el primer millón de dólares.

Aunque anunció su retiro temprano para llevar una vida acomodada en Los Ángeles, el verdadero punto de inflexión llegó durante la Gran Depresión. Mientras muchas empresas se replegaban, Getty decidió invertir. Compró Pacific Western Oil Corporation y avanzó en la adquisición de Mission Corporation, que incluía activos como Tidewater Oil y Skelly Oil. En 1967, esas operaciones confluyeron en Getty Oil. La decisión de crecer en tiempos de crisis fue una de las claves de su ascenso.

Jean Paul Getty (Photo by Express Newspapers/Archive Photos/Getty Images)
Jean Paul Getty (Photo by Express Newspapers/Archive Photos/Getty Images)

La jugada más audaz de su carrera llegó en 1949, cuando pagó al rey Ibn Saud US$ 9,5 millones y un millón anual por una concesión de 60 años sobre un terreno árido cerca de la frontera entre Arabia Saudita y Kuwait, donde nunca se había descubierto petróleo. Getty invirtió durante cuatro años sin resultados, hasta que finalmente apareció el crudo.

Desde 1953, esa concesión produjo unos 16 millones de barriles anuales y transformó a Getty en uno de los hombres más ricos del planeta. La apuesta no solo fue financiera: aprendió árabe, fortaleció su presencia en Medio Oriente y llegó a controlar cerca de 200 empresas, incluidas firmas del sector hotelero, real estate y hasta restaurantes. En 1957, la revista Fortune lo nombró el estadounidense vivo más rico, y en 1966 el Libro Guinness lo reconoció como el ciudadano privado más rico del mundo.

Austeridad extrema y control absoluto

Pese a su riqueza, Getty fue conocido por una obsesión con el control de los gastos. El símbolo más recordado de esa filosofía fue la instalación de un teléfono público de monedas en Sutton Place, su mansión del siglo XVI en Inglaterra, para evitar el uso indiscriminado de llamadas de larga distancia por parte de empleados y visitantes.

Esa lógica de control no se limitó a lo material. El secuestro de su nieto John Paul Getty III en 1973 expuso crudamente su forma de pensar. Getty se negó inicialmente a pagar el rescate y, cuando finalmente accedió, lo hizo bajo condiciones estrictas. El episodio dañó de manera irreversible su imagen pública y consolidó la percepción de una frialdad que atravesaba tanto sus decisiones empresariales como personales.

Paradójicamente, el magnate que llevó la austeridad al extremo terminó financiando uno de los legados culturales más importantes del mundo. Desde los años 30, Getty fue un coleccionista apasionado de arte y antigüedades. En 1953 creó el J. Paul Getty Museum Trust y, un año después, abrió el primer museo que llevaba su nombre.

Jean Paul Getty (Photo by Evening Standard/Hulton Archive/Getty Images), en una subasta de Sotheby's 1960
Jean Paul Getty (Photo by Evening Standard/Hulton Archive/Getty Images), en una subasta de Sotheby's 1960

Al morir en 1976, dejó la mayor parte de su riqueza —US$ 661 millones de en acciones de Getty Oil— al museo. Esa decisión dio origen al J. Paul Getty Trust, que con el tiempo se convirtió en la institución artística más rica del mundo. Hoy el Getty Trust administra el J. Paul Getty Museum, la Getty Foundation, el Getty Research Institute y el Getty Conservation Institute, con millones de visitantes anuales y entrada gratuita.

La continuidad del poder económico

El legado económico de la familia Getty no se detuvo con su muerte. Gordon Getty, uno de sus hijos, lideró en 1984 la venta de Getty Oil a Texaco por US$ 10.100 millones, una de las mayores operaciones de la industria energética de la época. Al año siguiente, como único fideicomisario del trust familiar, orquestó su división en seis fondos independientes.

Lejos del perfil petrolero de su padre, Gordon Getty desarrolló una carrera como compositor de música clásica y se volcó a la filantropía. Desde 2008, donó más de US$ 450 millones a su fundación, enfocada en artes escénicas, música y museos. También cofundó en 1995 PlumpJack Winery junto a Gavin Newsom, hoy gobernador de California.

En 2025, la fortuna de los Getty sigue siendo significativa. Gordon Getty cuenta con un patrimonio estimado en US$ 2.100 millones y figura en los rankings de Forbes tanto en la lista Forbes 400 como entre los billonarios del mundo. Su nieta, Ivy Getty, heredó parte de ese legado, mientras que el apellido Getty continúa presente en la economía global a través de Getty Images, la compañía de contenidos visuales que recientemente se fusionó con Shutterstock, dando lugar a un gigante valuado en unos US$ 3.700 millones.

A 133 años de su nacimiento, su historia sigue siendo menos un ejemplo que un caso de estudio: el de un magnate que llevó la lógica del riesgo, el control y la acumulación al límite, y cuyo legado —económico, cultural y simbólico— continúa abierto a interpretación.
 

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