El expresidente de Citigroup apuesta fuerte por la IA en salud y dona US$ 100 millones
La nueva inversión de la Fundación Familiar Weill apunta a unir expertos de primer nivel en investigación genética, terapias personalizadas y uso de datos clínicos para avanzar en soluciones que hoy no existen.

Anthony "Sandy" Weill, expresidente y exdirector ejecutivo de Citigroup, junto con su esposa Joan, impulsaron durante años el financiamiento a proyectos de investigación médica en ambos extremos de Estados Unidos. Esta vez, dieron un paso más. Dos universidades del Área de la Bahía —la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Stanford— comunicaron el miércoles una donación de US$100 millones por parte de la Fundación Familiar Weill, que se entregarán en el transcurso de una década para desarrollar un nuevo centro enfocado en cáncer, con cuatro líneas de trabajo puntuales en investigación y tratamiento.

La iniciativa, bautizada Weill Cancer Hub West, parte de una subvención de contrapartida que busca sumar otros US$100 millones. De ese total, ya se consiguió una cuarta parte, según informaron ambas instituciones.

"El momento para el cáncer es ahora", afirmó Sam Hawgood, rector de la Universidad de California en San Francisco, en diálogo con Forbes. Mencionó el avance en tecnologías como la computación avanzada y la posibilidad de secuenciar genomas de células individuales a gran escala. "Este tipo de herramientas abre un nuevo abanico de oportunidades, y el espacio es casi inmenso para una sola universidad".

Aunque la tasa de mortalidad por cáncer cayó cerca de un tercio en los últimos 25 años, impulsada en parte por el acceso a mejores herramientas, los diagnósticos siguen en aumento: cada año se detectan casi 20 millones de casos nuevos y se producen unas 10 millones de muertes en todo el mundo.

Sandy Weill, retirado de la dirección ejecutiva de Citigroup en 2003 y de la presidencia en 2006, dejó de aparecer en el listado de milmillonarios de Forbes en 2022 luego de haber donado buena parte de su fortuna. Hoy tiene 92 años y dedica su vida a la filantropía, junto a Joan, a través de una fundación con un capital de US$425 millones. Suele destacar los beneficios del trabajo compartido: "Cuando la gente está dispuesta a asociarse y colaborar con otras personas brillantes, hay muchas más posibilidades de encontrar una solución", dijo en su casa de Sonoma, en California, durante una entrevista reciente.

El Centro Oncológico Weill Oeste aprovechará los últimos avances para tratar el cáncer. Uno de sus proyectos se basa en la herramienta de edición genética CRISPR, que permite modificar células inmunitarias dentro del cuerpo. La técnica consiste en introducir la maquinaria CRISPR en el organismo, actuar sobre las células inmunitarias y reprogramarlas para que ataquen al cáncer. En ese trabajo también participará Jennifer Doudna, bioquímica de la Universidad de California en Berkeley y Premio Nobel de Química 2020.

Uno de los proyectos del centro se centra en la terapia celular, con el objetivo de desarrollar células armadas y adaptadas a cada paciente para enfrentar tumores sólidos, como los de mama y páncreas. Hasta ahora, este tipo de terapia funcionó en tumores líquidos que circulan por la sangre, como la leucemia o el linfoma, pero no mostró el mismo efecto en tumores sólidos. "Apenas hemos comenzado a explorar cómo diseñar células" para esa clase de tratamientos, explicó la doctora Crystal Mackall, fundadora del Centro de Terapia Celular contra el Cáncer de Stanford, que liderará el trabajo junto con Kole Roybal, profesor de inmunología y microbiología en la UCSF.

Otro proyecto se enfocará en investigar vínculos entre cáncer, dieta y medicamentos, incluyendo los agonistas del GLP-1 usados para adelgazar, como Ozempic y Wegovy. Datos informales indican que quienes consumen estos fármacos presentan una baja en la incidencia del cáncer, posiblemente por la disminución de la inflamación, explicó Alan Ashworth, presidente del centro oncológico de UCSF. El mismo grupo analizará si planes de alimentación como la dieta cetogénica podrían ralentizar el avance del cáncer.

El último de los cuatro proyectos aprovechará inteligencia artificial para revisar historias clínicas anónimas, estudios por imagen, análisis genéticos y otras fuentes de información. El objetivo será encontrar tratamientos más adecuados para cada caso. Esta herramienta resultará especialmente útil para decidir terapias en tercera o cuarta línea, etapas donde ya fracasaron otras opciones. En el caso del cáncer colorrectal, por ejemplo, no existe un tratamiento estándar en esos niveles, detalló Ashworth.

La médica e inmunóloga de Stanford Crystal Mackall codirige el equipo que crea terapias celulares diseñadas para atacar tumores sólidos, que representan más del 90% de todos los cánceres.  Atención médica de la Universidad de Stanford
 

"Estamos asumiendo riesgos. Estos proyectos no van a fracasar porque seguro van a generar nuevos descubrimientos. Pero tenemos objetivos ambiciosos", expresó Alan Ashworth.

La planificación sobre cómo utilizar la donación de los Weill comenzó hace dos años. En diciembre de 2023, equipos de investigación de ambas universidades participaron de un simposio donde debatieron propuestas. "Nos marchamos pensando que esto será realmente transformador", sostuvo Lloyd Minor, decano de la facultad de medicina y vicepresidente de asuntos médicos en Stanford

En esa instancia, distintos profesores presentaron ideas que luego compitieron en una convocatoria abierta. Minor estima que los primeros resultados se verán pronto, con avances en diagnóstico, tratamiento y prevención. "Lo que hemos presenciado en los últimos 15 años es una aceleración drástica en la aplicación de la ciencia desde el laboratorio a mejoras en las terapias para los pacientes", afirmó. Mencionó el desarrollo de inhibidores de puntos de control, fármacos de inmunoterapia que bloquean proteínas que el cáncer utiliza para esconderse del sistema inmune. Uno de los más reconocidos es Keytruda, de la farmacéutica Merck.

La pareja Weill ya había impulsado otras iniciativas de trabajo conjunto. En 2019, lanzaron el Weill Neurohub, con una inversión comprometida de US$106 millones para investigación colaborativa en neurociencia, liderada por científicos de la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de California en San Francisco, la Universidad de Washington y el Instituto Allen de Seattle, fundado por Paul Allen, excofundador de Microsoft

En marzo de 2025, anunciaron el financiamiento del Weill Cancer Hub East, con US$50 millones, para investigaciones conjuntas entre Weill Cornell Medicine, Princeton, la Universidad Rockefeller y el Instituto Ludwig para la Investigación del Cáncer. Los Weill creen que los proyectos colaborativos pueden generar soluciones donde los esfuerzos aislados no alcanzan.

Otros filántropos multimillonarios también apostaron por el trabajo conjunto en ciencia. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, y su esposa Priscilla Chan, lanzaron en 2016 el primer Chan Zuckerberg Biohub en San Francisco, con una promesa de inversión de US$600 millones. Ese centro conecta a especialistas e ingenieros de UC Berkeley, UC San Francisco y Stanford. Más adelante, sumaron nuevas sedes en Chicago y Nueva York. También en 2016, Sean Parker, primer presidente de Facebook y empresario tecnológico, creó el Instituto Parker de Inmunoterapia contra el Cáncer, con una financiación inicial de US$250 millones. Ese instituto cuenta con una red de colaboración que involucra a siete universidades y centros médicos, entre ellos Stanford, UCSF y Weill Cornell Medicine.

Por su parte, Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, ya destinó más de US$1.750 millones a investigaciones sobre Parkinson. Su grupo, llamado ASAP (sigla en inglés de "Alineando la Ciencia con el Parkinson"), sostiene proyectos en laboratorios universitarios de distintas partes del mundo. Otro empresario que se volcó a la ciencia fue Patrick Collison, creador de Stripe, quien en 2021 ayudó a fundar el Arc Institute, en alianza con Stanford, UC San Francisco y UC Berkeley.

En cuanto al Centro Oncológico Weill Oeste, hay grandes expectativas sobre lo que puede lograr. Según Crystal Mackall, investigadora de Stanford, "esta donación, con G mayúscula, nos permitirá mantener el ritmo y no bajar el ritmo ante otros problemas de financiación". El objetivo, repiten desde el equipo, es sostener el impulso de descubrimientos científicos a largo plazo. Las universidades destacan que sin estos aportes millonarios sería imposible afrontar desafíos tan complejos como los que plantea el cáncer en su forma más agresiva.

 

Nota publicada en Forbes US.