La compra de esta empresa marca un giro clave para Amazon en su intento por liderar la carrera de los asistentes digitales con IA
Con la compra de Bee, una startup con una pulsera que escucha y actúa sola, el gigante del comercio electrónico vuelve a intentar meterse en el terreno de los asistentes por voz, esta vez con una estrategia centrada en la utilidad cotidiana y el precio bajo, pero con la privacidad como tema candente.

Amazon se metió de lleno en el negocio de la tecnología wearable al comprar Bee, una startup de San Francisco conocida por una pulsera con inteligencia artificial accesible. El dispositivo escucha lo que decís durante el día, aprende de tus charlas cotidianas y te da sugerencias útiles, sin que tengas que tocar nada. Si decís que tenés una reunión, aparece en el calendario. Si mencionás que te quedaste sin comida, te recuerda que vayas al supermercado.

A diferencia de otros dispositivos que lanzó Amazon, este no sirve para contar pasos. Bee busca meterse en tu rutina con una ayuda inteligente y proactiva.

¿Por qué importa esto? Amazon ya probó suerte con productos similares, pero no le fue bien. En 2023, dejó de vender la pulsera Halo Band. Las gafas Echo Frames, que tienen Alexa integrada, siguen en el mercado, aunque nunca terminaron de pegar. Mientras tanto, las Ray-Ban de Meta, que incluyen cámaras, vienen ganando terreno. En este contexto, Amazon podría relanzar las Echo Frames para no quedarse atrás.

Pero la compra de Bee no es un simple intento más. Es un giro. Con Apple, Meta, Google y otras empresas apostando por dispositivos con inteligencia artificial, Amazon cree que Bee puede ser la clave para destacarse en la carrera por crear un asistente digital más intuitivo y útil.

El producto estrella de Bee es una pulsera que cuesta US$ 49,99, con una suscripción mensual de US$ 19. Escucha todo el tiempo —salvo que la silencies— y transforma lo que escucha, desde conversaciones hasta ruidos del ambiente, en recordatorios, resúmenes o listas de tareas. Su precio accesible y la cantidad de funciones la vuelven una opción tentadora dentro del mundo de los dispositivos wearable.

Con esta tecnología, Amazon podría potenciar a Alexa, mejorar sus desarrollos de inteligencia artificial y conectar mejor su ecosistema: desde el hardware hasta los servicios en la nube que ofrece con AWS. Es una jugada para seguir en carrera dentro de un mercado cada vez más competitivo.

Desde lo técnico, Bee ofrece transcripción de voz al instante, automatiza tareas según el contexto y permite usar la voz casi de forma continua. Son pasos hacia un futuro en el que la asistencia digital funcione sin que tengas que pedirla. La pulsera ya funciona con el Apple Watch, y pronto lo hará con Android y otras plataformas. También resiste el agua, tiene mejor batería y entiende varios idiomas. Todo eso apunta a convertirla en un complemento real del celular, una especie de asistente que llevás en la muñeca.

Igual, hay preocupaciones que no se pueden ignorar.

El equilibrio entre la privacidad y el buen uso

El gran tema es la privacidad. Que la pulsera de Bee tenga el micrófono siempre prendido despierta muchas dudas, y no solo entre quienes la usan. También preocupa a quienes están cerca. Aunque desde la empresa aseguran que no guardan los audios ni usan esas grabaciones para entrenar a su inteligencia artificial, el historial de Amazon en esta área deja margen para el escepticismo. Casos como las fallas de seguridad en las cámaras Ring siguen frescos y alimentan la desconfianza.

Además, está la cuestión legal. En varios estados de Estados Unidos, la ley exige que ambas partes den su consentimiento para grabar una conversación. Si alguien lleva puesta la pulsera y capta lo que decís sin que lo sepas, por más que no lo haga a propósito, puede terminar metido en problemas. Esto podría traducirse en juicios, sanciones o directamente en un nuevo escándalo para Amazon.

Más allá de lo legal, la pregunta de fondo es otra: ¿estamos listos —o siquiera queremos— que estos dispositivos que escuchan todo se vuelvan parte del paisaje cotidiano? ¿Qué pasa con la forma en la que nos comunicamos si damos por hecho que siempre hay algo registrando lo que decimos? ¿Y con la idea misma de privacidad?

Lo más jugoso de esta compra no es la pulsera en sí, sino la chance que tiene Amazon si logra ganarse la confianza de la gente. Si la empresa consigue resguardar de verdad los datos de los usuarios, Bee podría marcar el rumbo de cómo van a ser los dispositivos con inteligencia artificial en los próximos años. En ese caso, Amazon quedaría bien parada para definir cómo funcionan los asistentes personales, cómo se integra la inteligencia ambiental en lo cotidiano y qué lugar ocupa la privacidad en un mundo donde todo se escucha.

Claro que ese escenario ideal no llega sin obstáculos. Hay desafíos legales, dilemas éticos y un riesgo claro para su reputación que Amazon va a tener que encarar si quiere jugar fuerte en este terreno.

 

Nota publicada en Forbes US.