La revolución de la IA: la superinteligencia y su aplicación en el mundo de los negocios
El mundo en 2050 podría ser de manera muy diferente al mundo de hoy y apenas lo reconoceríamos.

El progreso humano se mueve cada vez más rápido. Los avances son cada vez más grandes y ocurren cada vez más rápidamente. Esto sugiere algunas cosas bastante intensas sobre nuestro futuro. El mundo en 2050 podría ser de manera muy diferente al mundo de hoy y apenas lo reconoceríamos.

No es ciencia ficción. Si bien es más intuitivo para el ser humano pensar la historia de forma lineal, debería pensarla de forma exponencial. Para pensar correctamente en el futuro, es necesario imaginar que las cosas se mueven a un ritmo mucho más rápido de lo que se mueven ahora.

Usamos Inteligencia Artificial (AI) todo el tiempo en nuestra vida diaria, pero a menudo no nos damos cuenta de que es efectivamente AI. John McCarthy, quien acuñó el término "Inteligencia Artificial" en 1956, se quejó de que "tan pronto como funciona, ya nadie lo llama IA". Debido a este fenómeno es que a menudo suena más como una predicción mítica del futuro que como una realidad.

Si bien hay muchos tipos diferentes de IA y es un concepto muy amplio, cada vez más se está aplicando a los negocios y a desarrollos alineados a objetivos de ventas. Las categorías críticas en las que hay que pensar se basan en su calibre y son tres:
 

  • -Inteligencia Artificial Estrecho o débil (ANI): es la que se especializa en un área (por ejemplo, vencer al campeón mundial de ajedrez en ajedrez).
  • -Inteligencia Artificial General, fuerte o de nivel humano (AGI): se refiere a una computadora que es tan inteligente como un ser humano en todos los ámbitos: una máquina que puede realizar cualquier tarea intelectual al igual que el hombre.
  • -Superinteligencia Artificial (ASI): definida como "un intelecto que es mucho más inteligente que los mejores cerebros humanos en prácticamente todos los campos, incluida la creatividad científica, la sabiduría general y las habilidades sociales". La superinteligencia artificial varía desde una computadora que es un poco más inteligente que un humano hasta una que es billones de veces más inteligente, en todos los ámbitos.


Al momento, el ser humano ha conquistado el calibre más bajo de IA  (débil) de muchas maneras y está en todas partes. La revolución de la IA es el camino hasta la superinteligencia.

Si bien la Inteligencia Artificial Estrecha no tiene la capacidad de causar una amenaza existencial, cada nueva innovación agrega silenciosamente otro ladrillo en el camino hacia la general o superinteligencia. Aunque no es tan sencillo. Nada hace apreciar la inteligencia humana tanto como intentar crear una computadora tan capaz como el hombre. El cerebro humano es el objeto más complejo del universo conocido.

Desde el ámbito de los negocios, lo interesante es que las partes difíciles de intentar construir una computadora tan inteligente como los humanos en general no son lo que uno pensaría que son. Las cosas complejas, como el cálculo, la estrategia del mercado financiero y la traducción de idiomas son increíblemente fáciles para una computadora, mientras que las cosas fáciles, como la visión, el movimiento y la percepción son tremendamente difíciles para ella. Las computadoras no logran hacer aquello que los humanos hacen “sin pensar”, esas habilidades se han optimizado en nosotros por cientos de millones de años de evolución.

Para ser inteligente a nivel humano, una computadora tendría que entender cosas como la diferencia entre expresiones faciales sutiles, la distinción entre estar complacido, aliviado, contento, satisfecho y contento, y todo esto se está logrando a nivel tecnológico.

Una cosa que definitivamente debe suceder para que la superinteligencia sea posible es un aumento en la potencia del hardware de la computadora. Si un sistema de inteligencia artificial va a ser tan inteligente como el cerebro, deberá igualar la capacidad informática bruta de dicho órgano.

Una vez que se logre, se conocerán los secretos de cómo funciona el cerebro de manera tan poderosa y eficiente, y será fuente de inspiración y se podrán copiar sus innovaciones.

Un ejemplo de arquitectura informática que imita al cerebro es la red neuronal artificial. Comienza como una red de “neuronas” de transistores, conectadas entre sí con entradas y salidas, y no sabe nada, como un cerebro infantil. La forma en que "aprende" es que intenta hacer una tarea y cuando se le dice que hizo algo bien, las conexiones de transistores en las vías de disparo que sucedieron para crear esa respuesta se fortalecen; cuando se dice que estaba mal, las conexiones de esas vías se debilitan. Después de mucho de esta prueba y retroalimentación, la red, por sí misma, ha formado vías neuronales inteligentes y la máquina se ha optimizado para la tarea. El cerebro aprende un poco así, pero de una manera más sofisticada.

El plagio más extremo implica una estrategia llamada "emulación de cerebro completo", cuyo objetivo es cortar un cerebro real en capas delgadas, escanear cada una, usar software para ensamblar un modelo 3D reconstruido preciso y luego implementar el modelo en una poderosa computadora. 

¿Qué tan lejos estamos de lograr esto? Hasta ahora se ha podido emular en el mundo un cerebro de gusano plano de 1 mm de largo, que consta de solo 302 neuronas. El cerebro humano tiene 100.000 millones. Aún nos falta. Aunque el crecimiento exponencial es intenso y lo que parece que viene lento, podría acelerarse rápidamente. ¿Estaremos preparados cuando suceda?
 

*La columna fue escrita por Cristian Santander, CEO de Cognitive Latam.