Empresas IT: cómo romper viejas estructuras y lograr desarrollo sostenible
Ruben Ghio Co-founder & Head of Value Delivery at Ingenia
Ruben Ghio Co-founder & Head of Value Delivery at Ingenia
Desde hace algunos años, la industria tecnológica está viviendo una situación muy particular. Su explicación tiene varias aristas, una de las principales, o quizá la más notoria, es su crecimiento meteórico. Este despegue conlleva un constante replanteo sobre los “mejores” modelos organizacionales, formas de desarrollo y estructuras deseadas, con el propósito de ser más eficientes y lograr mejores rendimientos para sus inversores. Estas acciones derivan, indefectiblemente, en permanentes recambios, reestructuraciones o, en palabras más claras, despidos. Este panorama nos presenta, a los profesionales que trabajamos en este rubro, desafíos y dicotomías por resolver.
Analicemos en detalle: Por un lado, es una industria que, en términos generales, está llena de oportunidades, tanto para las compañías que venden un producto u ofrecen un servicio, como para los profesionales que formamos parte. Los motivos son varios: la alta demanda por parte de los clientes provoca un alto requerimiento de profesionales calificados para poder satisfacerla; y este círculo, que por momentos parecería virtuoso, es muy propenso a tornarse vicioso.
Sin mencionar los sucesos “de moda” que se han venido dando a lo largo de la historia reciente, tales como la automatización, la robótica, la web, blockchain e, incluso, la inteligencia artificial (IA), nuevas herramientas o aprendizajes que llevan la vorágine de su búsqueda a situaciones y condiciones inimaginables en pos de “ganar” una carrera que muchas veces no se tiene del todo claro cómo es.
Para los profesionales IT, o incluso para algunos que tienen la oportunidad de ser parte de una organización que se desempeña en este rubro, estas cuestiones generan un ecosistema muy complejo de sobrellevar, sumado a las situaciones particulares que se transitan constantemente en nuestro país. A su vez, se puede tomar como un marco, o un campo de tierra fértil, dado que la industria plantea un sin fin de alternativas para probar cosas nuevas, recetas diferentes o incluso alternativas.
En los últimos años se han visto un sin fin de startups con un crecimiento exponencial y fabuloso por la novedad de sus tecnologías o la creatividad y disrupción de sus soluciones. Este desarrollo emergente viene llamando la atención de inversores interesados en participar, potenciar y, consecuentemente, obtener beneficios.
Si bien este es un esquema tradicional y conocido de participación de socios capitalistas, en la industria de la tecnología siempre se mencionó que esa velocidad caminaba a ritmos no comúnmente vistos. En los últimos años la realidad se hizo evidente: ese círculo virtuoso se transformaba rápidamente en vicioso, y esto, en gran parte, es debido a que los capitales estaban muy deseosos de obtener rendimientos de un modo muy rápido, lo cual generaba necesidades de crecimiento por partes de las empresas a un mismo ritmo (hyper-growth).
Esta situación generó una altísima presión sobre los empleos debido a la “ley de la oferta y la demanda” y, por tanto, derivó en un espiral creciente de aumentos de salarios sin techo que no eran posibles de comparar con ninguna industria.
Como era de esperar, estas situaciones no fueron sostenibles en el largo plazo y es la razón por la cual hemos venido experimentando grandes oleadas de despido a nivel mundial, no solo en empresas grandes, sino en un sin fin de startups que han visto sus inversiones de grandes capitales recortadas, teniendo que tomar decisiones drásticas sobre su plantilla.
En el caso de Argentina en particular, fue evidente el cambio en la ecuación salarial producto de la baja sustancial en la presión de la demanda que, por motivos obvios, tiene repercusión en el “precio” o salario. Además de una flexibilización en los condicionamientos solicitados por los profesionales a la hora de tomar un nuevo trabajo. Así vimos como muchas startups, que habían alcanzado presencia y porciones significativas de nuevos mercados, desaparecieron o debieron replantear su negocio para subsistir, achicando su estructura, modificando su modelo de negocio o buscando nuevas formas de crecimiento orgánico.
Nuestro país presenta sus propios desafíos macroeconómicos, vinculados fundamentalmente con el profundo desorden cambiario e inflacionario al que nos vimos expuestos, que hace muy complejo encarar proyectos a largo plazo que puedan ser sustentables.
Esto también desemboca en desafíos en términos de financiación ya que, a pesar de ser una industria en donde abundan las oportunidades, muchas veces encararlas tiene una exigencia financiera que el capital propio de las empresas no puede soportar, no abundando en el mercado, además, opciones financieras para este tipo de proyectos.
Debido a estos vaivenes que sufrimos localmente, no sólo por las cuestiones propias e internas, sino también por los coletazos mundiales que nos afectan, algunas empresas intentan apoyarse en estas situaciones de crisis como apalancamiento para pensar, diseñar, definir e implementar una estrategia de crecimiento y expansión sustentable. Este proceso requiere despojarse de cuestiones de moda o temporales, apuntando a un beneficio y mejora a mediano y largo plazo que permita brindar un sendero de previsibilidad, no solo de cara a las personas que conforman la propia organización, sino también a clientes y socios estratégicos.
Un caso puntual es el de Ingenia, un grupo argentino de empresas tecnológicas IT que viene multiplicando sus operaciones regionalmente. Su lema se basa en el crecimiento sostenible, sustentado en la expansión territorial, lo que permite la diversificación en lo que respecta a mercados puntuales, sin dejarlo exento del contexto internacional de la industria. En este caso, lo destacable se centra en no contar con financiación externa, sino en un crecimiento orgánico en función de invertir las mismas ganancias que la empresa genera. Si bien cada situación es diferente, en este caso, eso ayuda a dar pasos más chicos, pero mucho más seguros y sostenibles a lo largo del tiempo.
Mucho se ha escrito acerca de las ventajas que tiene un país como Argentina en lo que respecta a la economía del conocimiento y cómo aprovecharla: la calidad técnica de los profesionales argentinos, su facilidad de resolver problemáticas pese a las adversidades y la tendencia de trabajar en equipo, son cualidades ponderadas a nivel mundial.
Aunque hemos experimentado políticas de fondo para el sector que han trascendido los diferentes gobiernos (como la Ley de Economía del Conocimiento), todavía tenemos cuentas pendientes por resolver en cuanto a condiciones que nos permitan competir con el mundo y aportar todo el valor que nuestro país tiene para dar en esta industria.
Por tales motivos, las empresas de IT poseen una oportunidad extraordinaria para todos aquellos que anhelamos y disfrutamos apoyarnos en el conocimiento y la capacidad argentina como motor del desarrollo. Para eso hay que entender que somos parte responsable de lograr que las condiciones se vayan adecuando y mejorando para mantener ese lugar de reconocimiento mundial que nuestros profesionales (de cualquier industria) han logrado sostener a lo largo del tiempo. Como muchos dicen: el mejor momento siempre es ahora.
*La columna fue escrita por Ruben Ghio, co-founder & Head of Value Delivery at Ingenia.