El escenario a 2023 es larguísimo y la política baila en la cubierta del Titanic

La escalada en la brecha cambiaria con un dólar marginal orillando los $ 300, casi 50% más de lo que valía en mayo, asegura un corrimiento en las proyecciones de inflación para el año arriba del 80%. En las últimas semanas desapareció la oferta de muchos bienes importados y/o con componentes importados frente a la incertidumbre sobre el costo de reposición que coordinó el cierre al cepo para pagar importaciones y la escalada en la brecha que había arrancado con la detonación del mercado de deuda en pesos el 8 de junio agravada con la grotesca salida de Guzmán.

Los precios de los bienes que se consiguen son ridículamente altos en comparación con países normales medidos al dólar marginal, mientras las tarifas son ridículamente bajas. Y la capacidad de compra de los ingresos está muy dañada. La designación de Batakis no representó un giro a la izquierda como el que se temía y fue una interlocutora válida con un FMI que no quiere ser responsable de una nueva caída de la Argentina y permite desvíos en el programa contra la promesa de compensarlos en el segundo semestre. 

 

Las primeras declaraciones indicaron una continuidad del programa económico acordado con el FMI: la búsqueda del equilibrio fiscal y el incremento de las reservas. Más aún, avisó que se sostenía el gasto presupuestado con una inflación 20/30 pp. debajo de la que se proyecta, comprometiéndose al ajuste fiscal y con la pretensión de incluir dentro de la cuenta única del Tesoro la liquidez de los Fondos Fiduciarios y Empresas Públicas.

El tema es cómo lograr estos objetivos sin rispideces dentro de la coalición de gobierno, aunque pareciera haber una tregua. CFK no convalidó el ajuste explícitamente fiscal, pero tampoco aseguró, como en presentaciones anteriores, que no tenía nada que ver con la inflación y se volvió a correr de la propuesta de salario universal de Grabois

 

Volvió a hablar del bimonetarismo e incluyó un concepto nuevo respecto del superávit de divisas provincial, abriendo una nueva grieta. Hay que ver cómo reaccionan los demás grupos que apoyaban al Presidente y ven erosionada su ecuación económica, como los sindicatos, los empresarios “amigos”, los movimientos sociales, los gobernadores y los intendentes. 

Mientras Batakis armaba su gabinete, Miguel Pesce operó como ministro y presidente del BCRA sin los cortocircuitos con Guzmán. Tras la detonación del mercado de deuda en pesos, el BCRA siguió comprando deuda con el fin de sostener los precios. Desde que arrancó la corrida acumula compras por poco más de $ 1 billón. Los pesos salieron de bonos del Tesoro (en manos de FCI, compañías de seguro y otros) y fueron a depósitos en los bancos, y de tenencias de bonos de los mismos bancos. Casi todos fueron alocados en pasivos remunerados, pero en el medio se dieron una vuelta por la brecha y el mercado de bienes. 

 

Lo que hubo fue un cambio de “deudor”: una caída en la deuda del Tesoro en manos del mercado (indexada mayormente al CER) y un aumento en los pasivos remunerados del BCRA (a tasa fija y licuables con un salto del dólar). Dentro de los pasivos remunerados, aumentaron los pases y en menor medida las Leliqs. Cuánto dure este esquema va a depender de qué hagan los bancos con los depósitos. 

Hoy van prorrateando el costo de captación ofreciendo a las empresas un mix de plazos fijos, plazos fijos precancelables, cuentas remuneradas y cuentas a la vista que les permiten manejar su hoja de balance, frente a la decisión del BCRA de poner la tasa de interés de los plazos fijos arriba de la tasa de interés de las Leliqs corregida por ingresos brutos (50% a personas jurídicas frente a una tasa de Leliqs corregida en CABA de 49,5%).

Banco Central

El esquema es frágil y aparece la pregunta de los bancos respecto del límite de las Leliqs. La creación formal de un put a los bancos sobre la nueva deuda del Tesoro y la visualización de que mientras la administración se mantenga el riesgo tesoro es similar al del BCRA debería descomprimir las colocaciones de deuda en pesos, pero con plazos cada vez más cortos y un equilibrio dólar/ tasa mayor. Antes de detonarse la corrida contra el peso, el CCL valía $ 210 y las Leliqs y las Ledes rendían 49% la TNA. 

Con un dólar orillando los $ 300, la tasa de las Ledes debería ubicarse en 63/65% TNA, y el BCRA volver a subir la Leliq a la zona de 55%. La inflación también saltó un escalón. El horizonte de las proyecciones se acortó. Aun si el Gobierno/ BCRA lograra evitar el salto discreto del dólar, esto implicaría más brecha cambiaria, más tasa, y crawling peg e inflación más altos. 

Cuánto más altos dependerá de la magnitud de la brecha, del cierre en las importaciones, de la aceleración del crawling y los aumentos tarifarios, de si hay o no una tercera ronda de paritarias y de si logra o no evitar un salto del dólar. El escenario a 2023 es larguísimo. Demasiadas variables para que la política siga bailando en la cubierta del Titanic. Sí podemos construir una híper (de tres dígitos). Y lo peor es que estamos esmerándonos en lograrlo.

 

*La columna, escrita por Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi, fue publicada en la edición impresa de la revista Forbes de julio, previa a los últimos cambios anunciados en el gabinete con la asunción de Sergio Massa