José Mujica: Un legado de irreverencia y autenticidad
La vida y el estilo de liderazgo de José Mujica, el ex presidente uruguayo que rompió con los protocolos y se convirtió en un símbolo de autenticidad, deja una huella imborrable en la política latinoamericana.

José Mujica, quien presidió Uruguay entre 2010 y 2015, es recordado no solo por su trayectoria política, sino también por su estilo de vida poco convencional y su rechazo a las formalidades del poder. A lo largo de su mandato, Mujica se destacó por su cercanía con la gente y su desprecio por los protocolos establecidos, lo que lo convirtió en un líder singular en la región.

Un Presidente Fuera de Protocolo

Mujica, conocido cariñosamente como "Pepe", tenía una relación tensa con su equipo de seguridad y los encargados de protocolo. A menudo, se escapaba de ellos, conduciendo su Volkswagen Fusca (Beetle) celeste por las calles de Montevideo sin previo aviso. "Los cagué. Los tengo locos", solía burlarse de sus preocupados guardias. Su desprecio por las formalidades quedó claro cuando afirmó: "¡El protocolo, la liturgia del poder y todas esas estupideces me chupan un huevo!".

En 2024, Lacalle, Sanguinetti y Mujica, un ejemplo de convivencia en Brasil. Foto Walter Paciello Presidencia

Durante su gobierno, Mujica mantuvo una oficina en la Torre Ejecutiva, donde los encargados de protocolo, cerca de 20 funcionarios, se sentían frustrados por la falta de atención que les prestaba. "Está claro que no soy un tipo muy preocupado por el protocolo, ¿no?" reconocía Mujica, reflejando su enfoque poco convencional hacia el liderazgo.

Un estilo de vida auténtico

José Mujica

La vida personal de Mujica también fue un reflejo de su filosofía política. Junto a su esposa, Lucía Topolansky, cocinaba en su estancia presidencial en Anchorena, donde recibía a dignatarios y líderes extranjeros en un ambiente informal. Su hogar en las afueras de Montevideo funcionaba como su oficina secundaria, donde se sentía más cómodo y auténtico.

Mujica también se destacó por su forma de viajar. A menudo optaba por vuelos comerciales en lugar de aviones privados, y aunque volaba en primera clase, no dudaba en recorrer la clase turística para interactuar con los pasajeros. "Hasta peluquería tenía adentro", comentó sobre el avión privado de la entonces presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, reflejando su sorpresa ante el lujo que él evitaba .

José Mujica y Lula Da Silva.

Un mensaje de ciudadanía

El ex presidente no solo se preocupaba por su imagen, sino que buscaba transmitir un mensaje claro: el presidente debe ser un ciudadano más. "La forma de vivir parece una pavada pero no lo es. Por ahí también viene el descrédito de los políticos", afirmaba Mujica, subrayando la importancia de la autenticidad en la política. 

Su estilo contrastaba con el de sus predecesores, quienes, según él, representaban un enfoque más tradicional y distante del poder.

Legado y reflexiones finales

José Mujica falleció a los 89 años debido a un cáncer de esófago que había hecho metástasis en el hígado, dejando tras de sí un legado de irreverencia y autenticidad en la política uruguaya y latinoamericana. Su vida y su mandato son un recordatorio de que la política puede ser un espacio para la cercanía y la humanidad, en lugar de un mero juego de poder y formalidades.

Mujica se convirtió en un símbolo de esperanza y cambio, demostrando que un líder puede ser accesible y auténtico, desafiando las normas establecidas y conectándose con la ciudadanía de una manera genuina.