El señor de los zapatos

El argentino Norman Vilalta se radicó en Barcelona, donde es uno de los más reconocidos bespoke shoemakers. Sus creaciones cotizan en ? 9.000.

Zapatero y artesano, es el creador de los zapatos para hombres más elegantes del mundo. Se llama Norman Vilalta (47), y tiene su taller en un edificio clásico de la calle Enric Granados, a diez cuadras del puerto de Barcelona. Allí trabajan seis personas, con técnicas que datan del Renacimiento. Puede vender un par de zapatos en hasta ? 9.000 euros.

Trabaja en dos líneas: los ready to wear (que son más accesibles) y los bespoke, que son 100% personalizados y requieren de una entrevista previa con el cliente para conocer qué concepto quiere plasmar en el que será un par de zapatos irrepetible (luego le enviarán al cliente un video que muestra la elaboración de su pedido).

Vilalta es argentino, criado en Puerto Madryn. Trabajó como abogado en el estudio Noetinger Armando de Buenos Aires hasta que tuvo una crisis vocacional que lo llevó a principios de siglo a la ciudad de Florencia (Italia), donde aprendió el oficio. Aunque se niega a revelar los nombres de sus clientes célebres, uno de ellos es el chef Ferrán Adriá.

Fue en un viaje de trabajo, en los 90, por las rutas de Misiones, cuando Vilalta compró en una estación de servicio un libro sobre la filosofía japonesa Wabi Sabi, que tiene raíces en el budismo zen y pregona la belleza de lo simple y la búsqueda de la felicidad en lo transitorio. Cuenta esa anécdota porque cree que su vida estuvo llena de pequeñas señales, casualidades y aprendizajes que le permitieron poder animarse a un cambio tan radical como dejar los expedientes y los tribunales y radicarse en otro continente para convertirse en uno de los zapateros más prestigiosos del mundo.

Hoy prepara una nueva gama de zapatos que se va a llamar Wabi Sabi. Cuando reflexiona sobre su tierra, la Patagonia, piensa que la inmensidad desértica del paisaje le imprimió a su personalidad un carácter soñador: “Me enseñó que los límites no existen”. Y por eso no le asusta la idea de pasar “de ser seis personas a ser 200”, de expandirse a otros países, o de animarse a vender nuevos productos. Los Norman Vilalta son el paradigma del lujo, vinculado a una tendencia contemporánea que es el resurgimiento de la artesanía y el taller como símbolos de lo genuino, lo único y la calidad extrema.

¿Cómo se combina el día a día en en el taller, la dinámica artesanal de trabajo, con el crecimiento y la fama de la marcá

Desde hace 15 años hay un resurgimiento de la artesanía. Hay una tendencia mundial con un nicho de mercado muy pequeño: lo que hoy se entiende por lujo es algo directamente artesanal. Para que se den una idea, mi gremio aquí ?que es muy distinto a uno argentinó es la cofradía de San Marcos, que data de 1202, y desde esa época venimos haciendo zapatos casi de la misma manera. Nuestro trabajo es 100% a mano, sin máquinas: hasta hacemos el hilo y la cera.

¿Querés explorar más allá de los zapatos?

Es algo que hice y podríamos hacer en el futuro, pero ahora estamos muy centrados en los zapatos de hombres. En algún momento podemos hacer accesorios, siempre y cuando tengamos algo para decir.

¿Te expandirías con tu marca hacia un modelo más industrial?

Expandirme es una de mis prioridades para que nuestro mensaje sea lo más grande posible. Lo industrializado no es sinónimo de mala calidad. No les temo a las máquinas: en la línea ready to wear las usamos. El sentido y el espíritu tienen que ser siempre artesanales. Dentro de poco vamos a usar piel genética que proviene de células madres: para mí la cualidad es lo incuestionable, el medio no.

¿Tenés relación con el resto del mainstream de la industria, o por ser un artesano te mantenés como un outsider?

Durante un tiempo de reflexión colaboré esporádicamente con un diseñador de moda, y nuestra línea ready to wear está vinculada al segmento de la moda clásica de caballeros. Podemos coquetear con “lo fashion”, pero por ahora no vamos a meternos.

¿Admirás a algún diseñador de zapatos de la gran industria, o tus referencias son solo del ambiente de los zapateros artesanos?

No suelo sacar mi inspiración de la zapatería. Mis influencias son más Ferrán Adriá y Pep Guardiola. Me gusta la obra de algunos zapateros del siglo XX como Salvatore Ferragamo, un zapatero muy bueno e innovador que, cuando se quedó sin piel, empezó a usar metal y tanza de pescado. También me gusta lo que hizo el francés Roger Vivier.

¿Pensaste alguna vez en llevar tu marca a la Argentiná

La idea es expandirnos en algún momento. Pero, por el tipo de producto, quiero que la tienda sea particular, y eso requiere de mucha inversión. Hay mercados en los que desembarcar es más sencillo que en el argentino.

Sos el arquetipo del lujo artesanal: misterio, exclusividad, trabajo personalizado. ¿Cómo definís el lujó

El lujo es la libertad de tener lo que quieras. El lujo es atractivo, pero hoy hay mucha gente joven que hace productos con precio alto y se posicionan dentro del lujo sin aportar nada. La mayoría de las veces, a un precio de lujo no lo acompaña la calidad del producto.

¿Pensás hacer zapatos para mujer?

Para hacer algo excelente hay que aprender antes, y en este caso tendría la contra de que, como no uso zapatos con taco, no puedo experimentar el producto.

¿Cómo ves el diseño argentinó

No tengo mucho conocimiento. Los chicos de Costume hacen cosas interesantísimas. Conociendo el paño, estoy seguro de que hay mucha creatividad en Argentina y también hay mucha cosa mala. Pero, como somos muy emprendedores, cualquiera se lanza.

¿Qué se te pasó por la cabeza cuando decidiste dejar de ser abogado para ser zapateró

Una vez, cuando tenía 9 años, me paré arriba de una roca y decidí que quería ser feliz. Ahora encontré lo que buscaba desde que era niño. Nada fue fácil, pero sabía lo que quería.

¿Qué proyectos tenés a futuró

En dos o tres años voy a buscar financiación para expandirnos. La liga en la que jugamos ahora no es en la que quiero jugar en dos años.

¿Cuánto pensás facturar en 2018?

? 250.000 y espero que mi marca valga el triple de eso. Voy a tener que apurarme, porque ya estamos a mitad de año (risas).