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Especiales

Del laboratorio a la empresa propia: cuando la crisis trae nuevos negocios

Jesica Mateu Forbes Staff

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03 Junio de 2020 08.30

Desde antes de la aparición del covid-19, la sinergia entre científicos y emprendedores alimentó, no solo nuevas esperanzas sino también buenos negocios. Claves y desafíos de un maridaje entre ética y rédito económico.

La crisis es oportunidad. A mayor tamaño de la crisis, ¿la oportunidad también es más grandé Quizás. Lo cierto es que este “hoy” expone que muchas de las problemáticas con las que lidia la Argentina son globales, impactan directamente en la calidad y expectativa de vida de las personas y, por lo tanto, precisan soluciones profundas y sostenibles. Es tiempo, entonces, de que lo importante coincida con lo urgente; de que ocuparse de temas claves como la transformación de la producción primaria de alimentos o del sistema de salud sea también un buen negocio. Matías Peire, fundador de GridX, una company builder que vincula científicos y emprendedores para crear empresas de biotecnología, considera que lo que ocurre con la pandemia “puede producir una conciencia mayor para entender que no hay que esperar a estas crisis para empezar a cambiar la matriz productiva”. El tema es que, en los últimos años, esa concientización “estuvo abordada por una lógica más de convicción que de conveniencia”, señala. Pero eso parece estar cambiando. Al menos desde iniciativas como la de GridX, que considera que hay una oportunidad en invertir en empresas con base científica que tengan capacidad de ofrecer soluciones para los grandes desafíos de la humanidad.

Por su parte, Gerardo Marchesini, Chief Scientific Business Developer & General Partner de Cites?una iniciativa del Grupo Sancor Seguros que invierte capital semilla inicial (US$ 500.000 en promedio) para cofundar emprendimientos basados en ciencia disruptivá, asegura que estas empresas tienen grandes chances de éxito. Es que pueden generar productos y servicios innovadores con patentes por hasta 20 años en muchos países, con la ventaja que eso implica frente a sus competidores. “Esto, visto desde la perspectiva del inversor, hace que la empresa pueda tener un horizonte de explotación de la tecnología extendido en el tiempo y el potencial de explotar el producto a nivel global”, explica el ejecutivo. Además, reconoce que el aspecto negativo es que son firmas con un uso intensivo del capital, con productos o equipamiento que demoran entre uno y ocho años, según el caso. Estos períodos generan que los inversores más tradicionales vean estas oportunidades como demasiado riesgosas. Sin embargo, estas empresas pueden ser redituables “mucho antes de llegar al mercado, dado que es posible hacer tratos de sublicenciamiento, codesarrollos o incluso venta de la tecnología en estadios tempranos a otros jugadores del mercado”, agrega Marchesini.

En esa línea, CITES acaba de lanzar un programa gratuito dirigido a emprendedores, científicos y visionarios, para idear y fundar una start-up científica global. Se trata de un espacio de formación y experimentación intensiva para entender el mundo de las start-ups disruptivas, concebir ideas y cofundar. Con esta propuesta, pretende crear un entorno motivador para unir a profesionales altamente calificados, con grandes aspiraciones, poniendo en valor sus capacidades.

CITES trabajará junto a los emprendedores seleccionados para terminar de definir su caso de negocios y presentarlo a un Comité de Inversión para ejecutar un plan de trabajo intensivo durante un período de incubación de dos años.

Dado que el talento científico e innovador local es enorme, Peire asegura tener “la ilusión de que el COVID-19 visibilice la posibilidad de emprender en proyectos científicos; y que abra el interés de más perfiles de negocios”. Porque, en definitiva, la ciencia es una puerta para impulsar el crecimiento y el desarrollo de los próximos años.

 

Acelerar el futuro

Matías Peire, administrador de empresas con máster en Finanzas, comenzó GrindX, su company builder, oficialmente en 2017 a partir de inyectar capital, primero, en dos proyectos a los que luego se agregaron tres. Para ello, el año previo había formado un fondo de la mano de Hugo Sigman, del Grupo Insud, que fue quien inicialmente se comprometió con la propuesta y le presentó inversores como Bagó, Gador y Vicentín. Juntos invirtieron US$ 250.000 en cada una de esas cinco start-ups. “Con eso fuimos a buscar US$ 10 millones más para invertir en un total de 30 empresas”, describe Peire. También comenta que participaron del FONDCE (Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor), que se creó con ley de emprendedores. Por lo que, en definitiva, GridX administra un total de US$ 18 millones (US$ 11,2 son de los fondos privados, y US$ 6,6 de los públicos).

Pero la iniciativa comenzó dos años antes, cuando Peire vendió su participación en una empresa de software y electrónica para ponerse a investigar el mundo científico y analizar cómo podría vincularlo con el sector productivo a través de la creación de empresas y venture capital. “Lo más obvio era hacer una aceleradora. Pero no encontré proyectos suficientemente formulados para ser acelerados. Sí empezaba a crecer el modelo de company building. Vi una oportunidad y me metí de lleno en ese modelo”, revela. Primero, entonces, se dedicó a estudiar y a viajar para conocer experiencias internacionales. En base a todo lo recabado, diseñó un modelo que, sin embargo, no era suficiente para arrancar. Entonces, destinó un segundo año para recorrer el sistema científico argentino. Buscó proyectos que pudieran adaptarse al modelo y a los emprendedores. Así, desarrolló un mapa inicial de poco más de 100 proyectos y preseleccionó seis para empezar a trabajar. Peire aún no tenía capital, pero sí la convicción de que lo conseguiría.

Hoy es posible formular start-ups de forma más rápida y dinámica. Incluso con menos dinero que años atrás. Sobre todo, en el sector de biotecnología. Es que los costos disminuyeron de manera considerable. ¿Por qué? Porque en la actualidad se puede digitalizar información sensible y compleja ?como la secuencia del genoma de cualquier ser vivó y, a través de esa tecnología, acelerar soluciones que antes solo podían desarrollarse después de haber invertido mucho dinero en equipamiento y una innumerable cantidad de horas en experimentación de laboratorio. “Ahora, la información biológica está disponible de un modo más amigable para pensar soluciones. Hay una democratización en el acceso”, destaca el ejecutivo que también menciona que la técnica para editar y modificar esa clase de datos es de bajo costo. Aunque requiere de grandes conocimientos para poder obtener resultados.

Además, hay cada vez más herramientas para conectar el universo biológico con el digital, lo que “permite pensar más en las start-ups de IT de los últimos 30 años que en las de Biotec”, apunta Peire. Y aclara que “cuando se habla de Biotec en un entorno de negocios siempre se piensa en la biotecnología tradicional: la de la industria farmacéutica que requiere de mucha inversión y tiempo para poder llegar a resultados de mercado. Pero esto es totalmente distinto: posibilita tiempos más dinámicos y flexibles”. Ya  no está puesto el foco en aquella ciencia, sino en los modelos de negocio y en los equipos que van a llevar adelante esas tecnologías. “El proceso de financiamiento, recién después de dos o tres años, es mucho más parecido a una start-up IT que necesita millones de dólares para hacer validaciones a escala. Eso nos abre un camino muy potente”, agrega el fundador de GridX.

Desde 2017, la compañía creó 20 start-ups. Este año, serán 10 más, y en los próximos siete, otras 150. Peire subraya que todo este camino comenzó con US$ 200.000 y que “hace unos años era impensado que un proyecto biotecnológico pudiera seguir una trayectoria de financiación con ese monto. No empezabas ni a hablar con U$S 200.000. Necesitabas millones”.

¿Cómo se comportan las inversiones globales en start-ups con base científicá

Dentro de las Venture Capital, la inversión es marginal si excluís a la industria farmacéutica que tiene otra lógica de inversión y un Venture Capital particular. Hay una gran oportunidad de trabajar en esta formulación de proyectos con gran impacto, pero les cuesta mucho formularse de manera atractiva. Es difícil sacar a la ciencia del entorno académico y ponerla en valor en un lenguaje de negocios. Por eso, nosotros no estamos en una posición de demandar al capital que esté atento; sino de autoexigirnos para encontrar proyectos suficientemente tentadores.

¿Qué características tiene este negocio que lo hace potencialmente exitosó

Lo principal es que soluciona problemas reales y profundos. Una de nuestras start-ups, Caspr Biotech (ver recuadro), está desarrollando un kit rápido para detección de carga viral. En GridX tenemos una fórmula de abordaje de los proyectos que consiste en identificar un problema de la humanidad que pueda traducirse en un mercado muy grande. Hace dos años, uno de los argumentos de la presentación de Caspr frente a los inversores fue que el mundo no estaba preparado para enfrentar una pandemia como la actual por no contar con tecnología de diagnóstico rápido. Con la tecnología Crispr, pudieron desarrollar la solución. Y así, hay infinidad de desafíos para resolver. La mayor parte de nuestros start-ups no llegaron al mercado. Pero las que ya lo hicieron están trabajando. Algunas también están interviniendo en el Coronavirus.

El hecho de que invertir en proyectos con base científica permita impactar de manera positiva es más atractivo para los inversores.

La virtud de cualquiera de estos proyectos está en que pueden resolver los grandes problemas de la humanidad. Los que tienen que ver con cómo nos alimentamos, cómo  producimos  en la agricultura y en la ganadería, qué tratamiento medioambiental realizamos, cómo sustituimos los materiales de origen petroquímico y cómo tratamos la salud de manera personalizada y anticipatoria con una medicina preventiva, entre otros. Son temas que hay que resolver porque, si no, nos limitan para seguir expandiendo el progreso. Con este tipo de start-ups, podemos solucionarlos. Está intrínseco en su propuesta. Pero tenemos un camino larguísimo por recorrer para que cierre el círculo completo; para que estos proyectos tengan, desde el punto de vista del retorno de la inversión, una salida. Para que podamos demostrarles a los inversores que no solo pueden solucionar problemas reales, sino también hacer buenos negocios. Esto no debe tener un abordaje solamente ético. Tenemos que hacer que la colocación de capital hacia estos proyectos no sea marginal sino prioritaria por obtener buenos retornos. Aún nos falta completar ese ciclo, pero muchos proyectos vienen con una trayectoria interesante.

¿Cuál es el potencial de la Argentiná

Tenemos una masa crítica de científicos destacados en la región. Argentina tiene 1.192 por cada millón de habitantes (Brasil, menos de 888, y Chile, 494), según un informe del Banco Mundial de 2017. Gran parte de ellos tuvieron formación de posgrado en el exterior. El país también tiene una tradición científica destacada. ¡Tenemos tres premios Nobel! El tema es que hoy, en Latinoamérica, los científicos están enfocados en la producción de conocimiento y no en la transferencia de este al mercado.

¿Qué desafíos plantean esta clase de inversiones?

Por un lado, el armado correcto de los equipos. Hacer interactuar perfiles científicos con perfiles de negocios. Es un matching altamente complejo porque son lenguajes y culturas muy distintas. El output es buenísimo porque cuando esos perfiles articulan sus conocimientos tienen un gran potencial. Es ese equilibrio lo que realmente hace la diferencia. Otro desafío es el proceso formal de transferencia de conocimiento entre el sistema científico y el productivo. De hecho, tuvimos que ir tantos pasos para atrás en el proceso porque no encontramos ningún proyecto bien formulado. Por eso hicimos este modelo de company building; para crear empresas de cero. Hoy nos encanta este modelo; queremos expandirlo a toda la región y más. Pero existe un déficit del sistema científico de poder verse como una oportunidad para el sistema productivo y viceversa. En general, ambas partes se ven como una amenaza. Al sistema productivo le cuesta ver cómo capturar valor del sistema científico. La dinámica tiene que ser de confianza y de aprendizaje en la transferencia de conocimiento. El tercer desafío es cómo presentar argumentos para poder traccionar capital a este tipo de proyectos. Tenemos que convencer a mucha gente, y eso que tanto a científicos como a inversores les ofrecemos un camino cierto que en el mundo de los venture capitals y emprendedores no existe. Acá te elegimos. Si quedás seleccionado, hacemos un camino de seis meses con la pelota de tu lado. Tenés una inversión de US$ 200.000. Mientras que, en general, tenés que salir al mercado con una incertidumbre muy alta.

¿Qué les dirías a quienes les interesa invertir?

Primero, que tienen que esperar. Creemos que tendremos un nuevo fondo para fin de año o el que viene. También tienen que saber que hay una gran oportunidad: los problemas están muy claros y tenemos talento disponible para solucionarlos. Lo más difícil de cualquier empresa es conseguir talento y nosotros lo tenemos. Hay que transformarlo. Un 70% de los investigadores están ligados con ciencias duras, sobre todo con Life Science. Es decir, son una masa crítica de 15 o 20 mil científicos muy calificados, con contactos en el exterior, que pueden ser la base para armar estas empresas. Con unos pares de miles que estén comprometidos en este proceso, cambiamos la matriz productiva argentina.

Talento argentino contra el Coronavirus

Caspr Biotech es una de las start-ups argentinas que apoyan GridX y de la que participan, entre otros, científicos del CONICET. Es, también, una de las pocas compañías en el mundo que trabajan en el desarrollo de kits rápidos de detección viral junto a compañías estadounidenses. Ahora “están haciendo los últimos avances para terminar el proceso regulatorio para que la FDA, la agencia estadounidense responsable de la regulación de alimentos y medicamentos), lo apruebe, y así poder empezar el proceso productivo a escala”, explica Matías Peire. Es un test ultrasensible, rápido y de bajo costo. “Los diagnósticos rápidos y accesibles son fundamentales para atravesar situaciones como las que nos plantea el escenario actual”, agrega el fundador de la company building.

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