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Cuando el incentivo es ayudar: mapa de la solidaridad del sector privado argentino

Jesica Mateu Forbes Staff

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Definiciones para entender cómo y por qué las empresas locales colaboran con la sociedad del modo en que lo hacen. Estímulos y desafío.

14 Julio de 2020 08.00

Amor por la humanidad. Esa es la definición de filantropía si se consideran las raíces griegas de la palabra (filos: amor; anthropos: hombre). En la práctica implica impulsar o sumarse a acciones que busquen beneficiar a la sociedad en general o a comunidades en particular. 

En Argentina existen compañías con iniciativas filantrópicas. Sin embargo, es una práctica más bien marginal, sobre todo si se contrasta con lo que ocurre en naciones más desarrolladas como las europeas o Estados Unidos; aunque también con latinoamericanas como Brasil, México, Chile y Colombia, según indican diversos especialistas. 

También son escasos los individuos que asumen un rol público y de liderazgo como filántropos. Para Javier García Moritán, director del Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), aquello está vinculado “a que el bajo perfil está bien visto. Sin embargo, poder rendir cuentas como donante eleva la vara de lo que otras personas con gran patrimonio podrían llegar a hacer. En general, siempre los grandes empresarios prefieren moverse desde las corporaciones para este tipo de tareas”, reflexiona. 

En ese sentido, algunos analistas sostienen que las recaudaciones filantrópicas en términos de dinero no suelen ser muy altas en Argentina, pero existe la virtud de responder frente a las emergencias. Julián D'Angelo, coordinador ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Buenos Aires (CENARSECS), explica que, en general, “solo las grandes empresas, como las concesionarias de servicios públicos, alimenticias, grandes cadenas de retail o bancos, llegan a tener un área específica para atender los asuntos de filantropía. Incluso a través de esfuerzos compartidos, como en la donación de vueltos por parte de los clientes”.

Agrega que “esto no quita que cada vez sea más notorio el fenómeno de nuevas empresas con una conciencia muy clara de su responsabilidad social y de que el propósito debe exceder el fin de lucro”. En este sentido, García Moritán señala que la filantropía se convirtió localmente en “un concepto bastante esquivo porque quedó más vinculada a prácticas iniciáticas de la RSE. Surgió un modelo más vinculado a cómo una empresa puede contribuir a impactar positivamente en la sociedad y en el medioambiente a partir de su expertise y know-how”, analiza. A su vez, D'Angelo opina  que las acciones filantrópicas empresarias no tienen demasiada planificación ni estructura, tampoco una orientación gerencial pero sí una mirada asistencialista y caritativa que se amplía para observar no solo a los intereses del dueño o los accionistas, sino también los de la sociedad. Sin embargo, en materia de responsabilidad social o sostenibilidad,  sigue siendo un modelo insuficiente. 

Pero, como afirma García Moritán, “los ideales de más de largo plazo y desarrollo sostenible se dan de bruces con la idea de atender la emergencia. Si hay problemas de seguridad alimentaria no tiene tanto sentido esta idea de solo contribuir a una agenda de largo plazo con incidencia estratégica”. Por eso no son pocas las firmas que empiezan a entender la importancia de desarrollar una fundación. Al ser autárquicas, las fundaciones logran tener un presupuesto propio y un plan de acción que se sostiene más allá de los vaivenes de la economía.

Más allá de esto, lo cierto es que existe la percepción de que el sector privado en Argentina es menos activo en filantropía que en otros países. Las razones son multifactoriales. Los especialistas consultados hablan de la incertidumbre económica, financiera y fiscal del país; el modelo de Estado, mucho más fuerte y presente que en otros lugares, que se sostiene en la idea de que lo social es asunto del Gobierno y que la participación de la sociedad civil es poco efectiva.

Gabriel Berger, PhD en Política Social, profesor de la Universidad de San Andrés y autor de varias publicaciones ligadas al tema, recalca que, si bien los montos invertidos en este tipo de acciones son menores en Argentina que en el exterior, “no estamos frente a empresas poco comprometidas. Es un proceso que se ha incrementado en los últimos 20 años. Sobre todo, se evolucionó en la generación de alianzas con ONG, el desarrollo de voluntariado corporativo y los proyectos empresarios con iniciativas filantrópicas”, enumera. 

El mayor incentivo es ayudar

Gabriel Berger considera que afirmar que no hay incentivos para la filantropía es más una excusa que una realidad. Ayudar a otros “siempre es un costo”. Por eso la visión sobre la filantropía debe ser más amplia. En Argentina se  
pueden deducir donaciones (efectuadas a determinadas entidades, siempre que se cumplan con ciertos requisitos y normativas) hasta el límite del 5% de la ganancia neta del ejercicio de una empresa, según indica la AFIP. 

Esto es mucho o poco según la perspectiva con que se analice. Para Marcelo Corti, Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la FCE de la UBA, “es mucho porque es una deducción directa del pago de impuesto a las ganancias; y en una empresa de escala, el 5% de sus ganancias anuales es un importe significativo que el Estado deja de percibir. Pero “es poco porque muchas veces no permite reflejar todo el aporte que el sector privado quisiera hacer”. 

Más allá del porcentaje, “es fundamental la dinámica y organización del sistema”, advierte. Y subraya que el mercado argentino está formado en un 99% por pymes y que muchas prácticas filantrópicas suelen vincularse solo con empresas grandes, por lo que “es inmensa la cantidad de organizaciones que quedan fuera de alcance”. 

Para tener una referencia, en México, la ley del impuesto sobre la renta establece un tope del 7% en la deducibilidad para las compañías que hacen donaciones; y en Colombia, el descuento tributario es hasta del 25% del valor donado en dinero o en especie a entidades sin fines de lucro. Lo cierto es que en Argentina, concluye.

D'Angelo, “la motivación de las empresas para comprometerse en fuertes acciones filantrópicas responde a la convicción de que tienen una misión que excede el ánimo de lucro, ya que son también un importante sujeto social. Por otro lado, en muchos casos lo ven como una eficiente acción publicitaria que colabora con la construcción de una buena reputación corporativa”. 

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