Forbes Argentina
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12 Abril de 2019 17.36

Si hubiera un premio por la incompetencia cómica en el arte de gobernar, Gran Bretaña ganaría, sin duda. El reino ha fallado por completo el Brexit desde que se celebró el referéndum en junio de 2016.

La economía actual de Gran Bretaña se encuentra prácticamente paralizada, y cómo se desarrollará el divorcio con la Unión Europea sigue siendo un misterio. El gobierno conservador en el poder ha sido tan inepto que lo inconcebible podría suceder: el antiamericano, antisemita, maligno líder marxista del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, podría convertirse en el próximo primer ministro. Cabe destacar que siete miembros laboristas del Parlamento renunciaron recientemente al partido debido a sus opiniones venenosas.

Gran Bretaña tuvo la oportunidad de configurarse como una potencia económica global, combinando lo mejor de otros países como Suiza, Hong Kong y Singapur. El gran éxito que esto habría engendrado habría hecho que los países de la Unión Europea quisieran ser parte del Reino Unido. En cambio, el régimen conservador optó por la deriva, la confusión y la política agresiva de un gasto más "compasivo" y más regulación. Barack Obama se hubiera sentido como en su casa.

? Insurgentes ineficaces. Después del referéndum y la renuncia del primer ministro reelecto, David Cameron, quien había diseñado la votación con la creencia de que Brexit nunca se aprobaría, los conservadores eligieron como nuevo líder del país a alguien que se oponía a Brexit. Los principales conspiradores pro-Brexit habían caído en disputas entre ellos y no pudieron unirse detrás de un candidato. Fue un desastre indecoroso desde entonces. Para agravar la incompetencia, Theresa May convocó una elección rápida, pensando que su partido arrasaría fácilmente. En cambio, no pudo y perdió su mayoría absoluta.

? Un gobierno de timoratos improvisados. ¿Reducir drásticamente los impuestos sobre la renta o incluso promulgar un impuesto fijo, como lo hicieron varias naciones de Europa central y oriental? ¿Continuar podando la burocracia hinchada, como Cameron lo estaba haciendo con éxito desde que asumió el cargo en 2010? ¿O tal vez reducir las cargas en los negocios, especialmente las nuevas empresas?

¡Que no se diga! Tales medidas sensatas engendrarían críticas de ayudar a los ricos, de ser pronegocios y antimedioambiente. Críticas de todo tipo. Theresa May y su equipo de cobardones no tenían estómago para ninguna de las audacias procrecimiento de Margaret Thatcher, quien, desde que fue expulsada de 10 Downing Street hace casi tres décadas, se convirtió en una virtual innombrable en su partido.

No hace falta decir que Gran Bretaña ni siquiera podía llegar a ser un dínamo económico mediante la abolición unilateral de prácticamente todos los aranceles y barreras comerciales, como lo hizo Hong Kong después de la Segunda Guerra Mundial. Esa estrategia fue fundamental para su cambio de una mota de bienes raíces pobre y superpoblada a convertirse en una de las economías más ricas del mundo.

Sin mencionar que se convirtió en la capital financiera indiscutible de Europa. Y hasta incluso del mundo entero, al hacer que la libra sea tan buena como el oro. Tal y como hizo Isaac Newton en 1717, cuando dirigió la Casa de la Moneda Real. La libra de oro sentó las bases para que Gran Bretaña incubara la Revolución Industrial y amasara el mayor imperio de la historia.

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