Özgür Yücel Demir Presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Turca (CCAT)
Después de 25 años de negociaciones, el pasado 3 de septiembre, la Unión Europea, finalmente dio lugar a la adopción del texto legal que habilita la ratificación del acuerdo de libre comercio firmado entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. De este modo, Bruselas abrió las puertas a un mercado combinado de 750 millones de personas, con implicaciones estratégicas que trascienden lo comercial. Este paso no solo significa el ahorro de miles de millones en aranceles para las empresas europeas y sudamericanas, sino que consolida un canal de diálogo permanente entre dos regiones clave en el tablero económico global.
Para la UE, el pacto supone acceso preferencial a materias primas críticas como el litio o el silicio —insumos centrales para la transición energética y digital—, además de una mayor seguridad jurídica para sus empresas. Para el Mercosur, y en particular para la Argentina, representa la posibilidad de diversificar mercados y potenciar exportaciones agrícolas e industriales bajo un esquema de reducción arancelaria gradual que contempla las asimetrías estructurales de la región. El acuerdo, además, incorpora compromisos en materia de sostenibilidad, incluyendo la defensa del Acuerdo de París, mecanismos de control contra la deforestación y la participación de la sociedad civil en su implementación.
En paralelo, surge la pregunta: ¿qué significa este acuerdo para Türkiye (Turquía)? Algunos analistas temen que la apertura arancelaria entre Europa y Sudamérica erosione la competitividad turca. Sin embargo, el escenario también puede ser visto como una oportunidad: si Turquía logra negociar un entendimiento directo con el Mercosur, podría equiparar su posición con la del resto de Europa y, a la vez, diversificar su comercio exterior.
En este punto, cabe aclarar que Türkiye, más allá de la referida unión aduanera, no integra la Unión Europea. Solicitó su adhesión a la UE en 1987, fue reconocida como candidata en 1999 e inició las negociaciones para su adhesión en 2005. Sin embargo, el proceso se encuentra estancado desde 2018 por distintas observaciones del parlamento europeo. Aun así, el país sigue siendo un socio estratégico de Bruselas en migración, energía y seguridad.
La complementariedad entre ambos países es evidente. Mientras Türkiye se destaca en maquinaria, textiles, electrodomésticos y servicios digitales; Argentina lo hace en agroindustria, energía y recursos naturales. Un acuerdo comercial bilateral, o a través del Mercosur, podría potenciar cadenas de valor compartidas, e incluso desarrollar conjuntamente nuevas áreas.
En este marco, el reciente llamado del presidente Javier Milei a dinamizar el Mercosur cobra un sentido especial. "La Argentina no puede esperar. Necesitamos más comercio, más inversión y más trabajo, y lo haremos acompañados o solos" afirmó en la última cumbre del bloque. Esa visión aperturista puede ser leída como una invitación a explorar acuerdos innovadores con socios extrarregionales como Türkiye.
El acuerdo UE-Mercosur inaugura una nueva etapa de apertura comercial. Para Türkiye, puede funcionar como plataforma para estrechar lazos con Sudamérica y, en particular, con la Argentina. Es por ello que estoy convencido de que lejos de ser una amenaza a sus intereses, este acuerdo, constituye una oportunidad estratégica que Türkiye no debería dejar pasar. En un mundo multipolar y competitivo, construir puentes comerciales entre economías complementarias no es solo deseable: es necesario.