El desafío de incluir (y no solo integrar) a personas con discapacidad en las empresas

Aún hoy, la inclusión de las personas con discapacidad en el ámbito laboral es una de las más grandes deudas que tenemos como sociedad y que hace que la mayoría de las personas con discapacidad se encuentre desempleada. Sin embargo, el derecho al trabajo se encuentra contemplado no solamente en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad sino en la Ley 22.431 de “Cupo laboral para personas con discapacidad”.

En ocasiones, la voluntad existe, pero no se encuentra el cómo. ¿Cuál es la mejor manera de incluir a las personas con discapacidad en las empresas y organizaciones? En este sentido, uno de los conceptos claves para enmarcarnos en este desafío es la diferencia entre la verdadera y real inclusión y la integración. Actualmente, el ámbito empresarial se rige por esta última centrándose principalmente en la convocatoria a las personas con discapacidad a formar parte de la organización sin atender a su participación. Mientras que la inclusión tiene que ver con que esas personas no solamente puedan acceder, sino que puedan convivir dentro del lugar. Nos referimos, entonces, a darle la bienvenida a todas las personas haciéndolas parte y respetando sus particularidades. Cuando hablamos de inclusión laboral nos referimos a adaptaciones, apoyos y “ajustes razonables”, a la capacitación y formación para que la diversidad sea incorporada como parte de la cultura organizacional y sea naturalizada por todas las personas que conforman la empresa. Y, también, al crecimiento y carrera de cualquier persona con discapacidad que debe ser valorada y reconocida.

 

Otra de las cuestiones a tener en cuenta a la hora de apelar a la inclusión laboral tiene que ver con el desarmado de los tantos prejuicios y etiquetas arraigadas históricamente y con los que solemos cargar en la vida cotidiana, especialmente en el trabajo. Esto es, necesitamos desligarnos de una mirada y perspectiva compasiva que concibe a la persona con discapacidad como incapaz. Dejar de preguntarnos por lo que no puede o sus debilidades para cuestionarnos “qué SI puede y cómo podemos ayudarlo/a a lograrlo desde nuestro lugar?” eliminando barreras y obstáculos físicas y actitudinales. Medidas como los “ajustes razonables” (ciertas modificaciones y adecuaciones personalizadas destinadas a casos particulares) o iniciativas como “Empleo con Apoyo” (ECA) pueden ayudarnos en el proceso.

Aunque los comprobados beneficios de la inclusión pueden dar rentabilidad a las organizaciones, estas aún están lejos de creer en esas ventajas. Sin embargo, con equipos inclusivos se mejora la imagen, se atraen talentos y se llega a mayor cantidad de consumidores.

Los debates e intercambios vigentes, el cada vez más fuerte movimiento de grupos sociales que reivindican sus necesidades y derechos, así como mayores canales mediante los cuales pueden ejercer estas demandas, no dejan otra salida que la transformación. Pero, ¿cuál es el impacto de promover la diversidad e inclusión y qué beneficios implica dentro de la empresa?

 

Más allá de una tendencia que crece con el mayor compromiso social hacia una sociedad más equitativa y respetuosa de la diversidad, la inclusión es un negocio y como tal rentable en tanto un entorno laboral abierto y diverso no solamente promueve un clima organizacional positivo, sino que contribuye a construir una empresa más competitiva que le hable a más personas y, por ende, a más consumidores.

Sin embargo, todavía hay un largo camino por recorrer que se evidencia, por ejemplo, cuando hablamos de la inclusión de personas con discapacidad tanto en el equipo laboral como formando parte activa de la comunicación externa. Aún hoy las empresas y organizaciones están lejos de creer en las ventajas y virtudes que traen los equipos diversos e inclusivos a la rentabilidad como la mejora de la imagen positiva, atracción de talentos, mayor cantidad de consumidores potenciales, mayor sentido de pertenencia de los trabajadores, menor ausentismo.

Serán, entonces, empresas coherentes, responsables y conscientes de los beneficios y del impacto positivo que trae comprometerse con la diversidad e inclusión y que asumen estos conceptos como prioritarios las que prosperarán. Las que saben hacer de los valores una oportunidad de cambio y crecimiento.

 

*La columna fue escrita por Daniela Aza, comunicadora y referente de la diversidad y discapacidad @ShineBrightAmc