El desafío de adaptarse al crecimiento tecnológico

Cuando una sociedad atraviesa una revolución industrial no sólo se generan transformaciones significativas en la forma en que se producen y distribuyen bienes y servicios, sino que además suele haber un desacople entre la oferta y demanda de trabajo.

Por lo general, suelen aparecer nuevas expectativas de las personas que, con el tiempo, se transforman en nuevos derechos, como sucedió con el sindicalismo, la reivindicación de la jornada de trabajo de 8 horas y otros reclamos que aparecieron como consecuencia de la primera revolución. Por su parte, la demanda de empleo también enfrenta cambios, ya que se requieren nuevas habilidades para gestionar la producción con nuevas tecnologías. En este sentido, hay posiciones que desaparecen, mientras se crean otras nuevas.

Actualmente a esto se le suma un factor que hasta el momento no había estado presente en otras revoluciones: la velocidad. El crecimiento exponencial de la tecnología hace que la sociedad tenga cada vez menos tiempo para adaptarse. De hecho, de acuerdo con nuestra investigación La Nueva era del Potencial Humano, se estima que para 2025 las tareas se dividan por igual entre las personas y las máquinas y el 50% de todos los colaboradores necesitarán volver a capacitarse para ese año, a medida que aumente la adopción de tecnología.

(Pixabay)

Bajo este contexto, resulta fundamental entender que cuando se habla de transformación digital no se hace referencia al hardware y al software, sino a la adopción digital y la velocidad con la que las personas dentro de una compañía son capaces de incorporar estas herramientas para hacer su trabajo. Con la Inteligencia Artificial (IA) y particularmente con modelos generativos, existe un proceso de co-creación, donde a partir de la interacción continua entre el humano y la máquina se llega a un resultado mucho mejor y más rápido.

Para que esto ocurra es necesario que las personas reconozcan el valor que le aporta la tecnología y, por otro lado, que desarrollen habilidades que no pueden ser suplidas por ésta, como la empatía, la capacidad para comprender y resolver problemas, la habilidad de conectar diferentes ideas, la curiosidad para preguntar continuamente y profundizar en un concepto y la orientación a resultados para agilizar la respuesta, entre otras. 

 

En conclusión, si bien existe la creencia de que en un mundo cada vez más dominado por la tecnología todos deberíamos adquirir conocimientos de ciencia de datos y programación, la realidad es que la verdadera necesidad radica en mejorar nuestras habilidades humanas y desarrollar el lado más sofisticado de nuestro talento, el cual resulta sumamente escaso. Para lograr este objetivo, es fundamental que las organizaciones utilicen el poder de la tecnología con el propósito de humanizar, en lugar de deshumanizar, el entorno laboral.


*La columna fue escrita por Luis Guastini, Director General de ManpowerGroup Argentina.