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14 Diciembre de 2023 10.58

A pesar de existir factores comunes, cada proceso emprendedor se distingue por su singularidad, careciendo de fórmulas preestablecidas. Durante la fase fundacional de la startup, la clave radica en la definición del propósito central, la identificación del problema a resolver, la concepción de un plan de negocios sólido y la conformación del equipo inicial.

Sin embargo, tras experimentar con el modelo y comenzar a expandirse, la interrogante crucial que emerge es: ¿Cómo avanzar hacia una etapa de madurez empresarial? A continuación,  4 claves para transitar este proceso: 

La identificación y abordaje de los puntos críticos se torna imperativo: sin importar la naturaleza del desafío, se debe otorgar primacía a la escucha activa tanto de los colaboradores como de los clientes. Posteriormente, se hace crucial la priorización de problemas y la búsqueda constante de soluciones innovadoras. Esto podría implicar mejoras o la integración de tecnología avanzada, la implementación de estrategias comerciales novedosas o el establecimiento de procesos internos colaborativos.

Un equilibrio efectivo entre las metas a corto y largo plazo resulta esencial: el equipo directivo debe cultivar una mentalidad que abarque tanto el presente como el futuro de la organización. Esta perspectiva dual es fundamental para mantener una visión de crecimiento continuo, respaldada por una capacidad efectiva de ejecución.

La fidelización y motivación del talento adquieren un papel trascendental: proporcionar oportunidades tangibles de crecimiento y desarrollo, junto con un entorno laboral propicio que fomente la colaboración entre los distintos equipos, se convierte en un imperativo ineludible.

La revisión y adaptación de valores y comportamientos constantes se erigen como elementos cruciales: garantizar que estos sigan siendo relevantes y alineados con los nuevos desafíos y necesidades se convierte en un ejercicio indispensable para asegurar la pertinencia continua en un entorno empresarial en constante transformación. 

La integración de una sólida cultura de servicio se erige como un pilar fundamental en el camino hacia la madurez empresarial: esto implica no solo ofrecer un producto o servicio de calidad, sino también asegurarse de que la experiencia del cliente sea excepcional desde el primer contacto hasta la postventa. Al adoptar y fomentar esta cultura, se fortalece la relación con los clientes, se mejora la satisfacción de los colaboradores y se construye una base sólida para el crecimiento sostenible a largo plazo.

Más allá de los obstáculos que se presenten, es fundamental conservar el sueño inicial, seguir innovando y adaptando la empresa a las cambiantes demandas del mercado. Buscar nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo, así como mantenerse al tanto de las últimas tendencias.

 

*La columna fue escrita por Sebastián Nuñez Castro, CEO y cofundador de Geopagos, fintech dedicada al desarrollo de soluciones digitales de pagos en LATAM. 

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