Pancho Barreiro Editor LifeStyle
Desde Agrelo, Mendoza, donde el Malbec argentino une pasado y futuro, la bodega centenaria presentó Rosaura Escorihuela Gascon Malbec. Un lanzamiento que reconoce el terroir y, al mismo tiempo, rescata una figura histórica recuperada en los archivos de la bodega. Nace de un cuartel específico, de viñas maduras y de una historia que vuelve a tomar forma.
Empezamos por las uva. El viñedo se encuentra en el inicio de Alto Agrelo y tiene plantas de más de 35 años que reflejan la tensión propia de un microclima marcado por la Cordillera. Los vientos fríos aportan amplitud térmica, mientras que una loma al este acompaña la maduración y modera el sol. En el sector sur, el cuartel 14 se asienta sobre un antiguo lecho de río que define su carácter.
Ese suelo pedregoso, poco habitual incluso dentro de Agrelo, obliga a la vid a buscar sustento en profundidad. Esa exigencia se traduce en mayor concentración de aromas, color y taninos. El resultado es un Malbec de líneas nítidas, con frescura, taninos suaves y un perfil aromático profundo.
Y el nombre tampoco surge del marketing. "Cuando conocimos su historia, sentimos que teníamos una deuda con el pasado. Rosaura merecía volver a tener voz", cuenta Rodrigo Nazar, CEO de Escorihuela Gascón, en diálogo con Forbes Argentina.
En esa organización de los archivos históricos -con más de 140 años de documentos, correspondencia y fotografías- reapareció la figura de Rosaura, esposa de Don Miguel Escorihuela Gascón. Su rol fue práctico y cotidiano, y su influencia en la construcción del proyecto fundacional resultó decisiva.
¿Cómo surgió la idea de rendir homenaje a Rosaura Escorihuela Gascón con un vino propio?
Rosaura fue una figura esencial en los inicios de la bodega, aunque la historia no la había contado con la profundidad que merecía. En Escorihuela Gascón sentimos que era el momento de rescatar ese legado y hacerlo visible de la mejor manera que sabemos: a través de un vino. No se trata de un homenaje romántico, sino de reconocer la fuerza y la visión que acompañaron a Don Miguel en la creación de un proyecto que, 140 años después, sigue marcando el pulso de la vitivinicultura argentina. Rosaura es un vino que nace del respeto por la historia, pero pensado para una generación que valora la autenticidad detrás de cada etiqueta
¿Qué fuentes o testimonios guiaron la reconstrucción de su papel y su aporte concreto al proyecto fundacional?
Buena parte de la información surge de los archivos históricos de la bodega, de correspondencias familiares y del relato oral transmitido a lo largo de las generaciones. Rosaura participaba activamente en las decisiones de producción y en la gestión de la finca, algo inusual para una mujer en los primeros años del siglo XX. Su influencia no fue simbólica: fue práctica, cotidiana, y eso marcó la identidad de Escorihuela desde el origen. Por eso quisimos recuperar su figura con la mayor precisión y sin artificios, mostrando que detrás de nuestra tradición también hubo una mujer con visión y criterio de empresa.
figura histórica de la bodega
Más allá del tributo, ¿qué mensaje busca transmitir este lanzamiento sobre el rol histórico de las mujeres en la vitivinicultura argentina?
El mensaje no es ideológico, sino humano. Rosaura no representa un manifiesto, sino una historia real que permanecía en silencio. Este vino recuerda que muchas mujeres formaron parte de los cimientos de la vitivinicultura, aunque sus nombres no siempre quedarán escritos. Hoy, visibilizarlas no es una declaración política, sino una forma de entender la herencia cultural de nuestra industria y reconocer los aportes que ayudaron a construir el presente sin distorsionar el pasado.
En los últimos años se habló mucho de las grandes virtudes del Valle de Uco y se potenció una zona muy importante en la vitivinicultura (incluso Escorihuela tiene un viñedo orgánico en El Cepillo), pero ¿creés que Agrelo perdió su merecido reconocimiento ante el crecimiento del nombre "Valle de Uco"?
Agrelo fue, y sigue siendo, el corazón del Malbec argentino. Allí nació buena parte de la historia de nuestro vino. Es cierto que el Valle de Uco creció y trajo modernidad y diversidad, pero Agrelo conserva algo irrepetible: equilibrio natural, textura, y una identidad sensorial que el consumidor reconoce. En Rosaura elegimos un cuartel específico del viñedo de Agrelo porque queríamos expresar justamente eso, la elegancia clásica que definió a Mendoza antes del auge de Valle de Uco. Es una forma de reafirmar que la innovación no necesariamente implica moverse de lugar, sino reinterpretar lo que nos hizo grandes.
¿Cuál creés que es la primera diferencia que va a encontrar el consumidor en este Malbec respecto a los demás de la marca?
Rosaura tiene una estructura distinta. Es un Malbec de perfil elegante, con más tensión que volumen, donde la madera acompaña sin dominar. En boca se siente moderno, pero conserva la fineza de los vinos de guarda tradicionales. El consumidor va a percibir una identidad propia dentro de la familia Escorihuela, un vino que invita a la conversación, que emociona sin necesidad de imponerse. Está pensado para quienes buscan sofisticación y sutileza más que potencia.
Escorihuela Gascón es una de las bodegas más antiguas del país y con fieles seguidores, algo muy difícil de mantener en el mundo del vino. ¿Cómo se logra que esa tradición se mantenga vigente y, al mismo tiempo, seducir a nuevos consumidores?
La clave es no confundir tradición con inmovilidad. En Escorihuela Gascón conservamos el mismo espíritu fundacional, pero lo expresamos con los códigos del presente. El consumidor de hoy es más curioso, más exigente y valora las historias genuinas. Por eso seguimos evolucionando en estilo, tecnología y comunicación, sin perder la esencia. Rosaura es un ejemplo de cómo la historia puede dialogar con lo contemporáneo y seguir resultando relevante.
El Malbec es nuestra marca de bandera en el mundo. Sin embargo, desde hace tiempo se habla de buscar otro varietal que lo acompañe. ¿Creés que es así o el Malbec será siempre la marca argentina y "puede solo"?
El Malbec no necesita defender su lugar; lo conquistó por mérito propio. Pero la riqueza del vino argentino está en su diversidad. Hay Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y blends de enorme nivel que acompañan y amplían el relato del Malbec. En Escorihuela creemos que el futuro no está en reemplazarlo, sino en complementarlo: en mostrar al mundo que Argentina domina un estilo y, al mismo tiempo, puede reinventarlo. Rosaura es parte de esa evolución: un Malbec que honra su origen y mira hacia adelante.