Pancho Barreiro Editor LifeStyle
En el mundo del vino hay decisiones que definen una época. Declarar un Millésime es una de ellas. Kaiken acaba de presentar su primer espumoso elaborado a partir de una sola cosecha, la 2017, y lo hace con la convicción de quienes saben que una vendimia excepcional no se guarda en silencio. El resultado es una partida limitada de 1.900 botellas, producidas bajo método tradicional y con más de siete años de crianza sobre lías.
Para Juan Pablo Solís, enólogo de la bodega, la historia de todo Millésime empieza en una conjunción precisa de la naturaleza. "El Chardonnay es una de las variedades blancas emblemáticas en todo el mundo. Y cuando la vendimia te regala uvas excepcionales, es momento de hacerla brillar". La cosecha 2017 en Gualtallary ofreció exactamente eso: uvas sanas, maduraciones lentas y una acidez que permitía proyectar un espumoso de largo recorrido.
Una vez en la bodega, ese proceso se vive como un ritual. "En Kaiken elaboramos una sola producción de espumosos al año, y esa semana se vive como un verdadero evento. Es el momento más esperado, donde todo el equipo se concentra en cuidar cada detalle. El Millésime es la confirmación de la apuesta de Kaiken en elevar la vara de los espumosos argentinos", cuenta Solís. Esa atención minuciosa sostiene la decisión de apostar por un Millésime, una categoría que no admite improvisaciones.
Luego de la primera fermentación llegó el paso que define a los grandes espumosos: la segunda fermentación en botella (método champenoise) y una crianza prolongada sobre lías que, en este caso, superó los 84 meses. "Elaborar un espumoso de alta gama es embotellar la paciencia y trabajar con el tiempo como insumo central", remarca Solís.
En un Millésime, el tiempo se combina con el carácter de un año excepcional, y es esa interacción la que termina de moldear su identidad. "Ese terroir, sumado al método champenoise, es lo que da autenticidad al Millésime. Sabemos que será un espumoso único e irrepetible y por eso debíamos plasmarlo en una botella. Ese fue el gran desafío", afirma el enólogo.
Al descorcharlo aparecen notas de pan tostado, frutos secos y frutas blancas, sostenidas por una acidez firme y una textura que delata su larga crianza. Este espumoso no busca repetir un estilo, sino dejar registro de un año puntual. La bodega lo asume como una responsabilidad técnica y ética.
"Más que un lanzamiento, es la confirmación de una idea: no todas las vendimias merecen convertirse en Millésime, pero cuando sucede, la bodega asume la responsabilidad de dejar que el año hable por sí mismo", sintetiza Solís.
Para Jorge Muñoz Olesti, Gerente General de Distribuidora Ley Seca, "es un orgullo incorporar un espumoso de partida limitada y de una calidad tan excepcional", remarca y agrega: "Un Millésime de estas características no solo amplía nuestro portfolio, eleva el estándar de lo que ofrecemos. Es un vino que se sostiene en la precisión, el tiempo y la calidad, y en Ley Seca nos gusta siempre sumar etiquetas Ultra Premium".
Un espumoso de añada funciona como un acto de honestidad. No busca repetir lo que ya se conoce: aspira a fijar en la memoria un instante tal vez irrepetible del viñedo. Ese es el mensaje detrás de esta primera edición de Kaiken Millésime. Y la bodega dejó en claro que el 2017 merecía ser contado: botella por botella.