El eficaz programa para evitar la extinción del cóndor
El biólogo argentino Luis Jácome ganó un Premio Rolex a la Iniciativa en 1996 por su proyecto para salvar al amenazado cóndor andino, que cumple un rol clave en el equilibrio ecológico de la costa patagónica y la zona cordillerana. Hoy, con 219 aves reintegradas a su hábitat, refuerza su compromiso con la causa.

A los 22 años, el argentino Luis Jacóme alcanzó su primera cumbre, el Cerro López (2.188 m) en Bariloche. Era el año 1982 y quedó deslumbrado con el vuelo de los cóndores andinos, a los que empezó a prestar especial atención. Con el paso del tiempo se prendió una alarma que lo sacudió: se volvió cada vez más escaso el número de ejemplares de esta especie fundamental para mantener el equilibrio ecológico de la costa patagónica y la cordillera de los Andes.

Es una de las aves voladoras más grandes del planeta (sus alas alcanzan los 3 metros) y más longeva (llegan a los 70 años), y cumple un rol esencial. Al ser carroñero, se encarga de mantener limpia una región donde, por el frío, un animal muerto podría tardar mucho tiempo en descomponerse y convertirse en un potencial foco infeccioso.

Desde hace décadas su supervivencia enfrenta amenazas a lo largo de su extensa área de distribución. Son víctimas de cazadores o mueren por culpa de agroquímicos, la ingestión de balas de plomo (con las que muchas veces matan animales) o cebos tóxicos (que los agricultores echan al ganado muerto para combatir a grandes depredadores), y también chocan contra cables de alta tensión.

 

Por eso, la especie fue catalogada como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su extinción advierte que algo anda mal en el ecosistema y que, tarde o temprano, eso también va a afectar a los seres humanos. "Siento que perder a los cóndores es como perder a las nieves eternas de las montañas", confesó el biólogo, quien se abocó por completo a su protección.

Como líder del Programa de Conservación del Cóndor Andino, Jácome encabezó desde 1991 esfuerzos para prevenir la desaparición de estas aves. Su trabajo incansable y dedicación fueron recompensados en 1996 cuando quedó seleccionado como Laureado en los Premios Rolex a la Iniciativa. Este apoyo le dio el empujón que necesitaba. Al año siguiente, junto a sus colegas, puso en libertad al primer polluelo de cóndor nacido en cautiverio. "Gracias a este reconocimiento comenzamos con el programa de reintroducción. La primera suelta de esos primeros pichones fue increíble", aseguró Jácome.

AL RESCATE

Ya hace tres décadas que Jácome creó el Programa Conservación del Cóndor Andino (PCCA), una iniciativa conjunta entre Argentina y Chile. "Cuenta con pilares importantes. Uno consiste en el rescate. Cuando un cóndor está en problemas se le brindan atenciones de alta tecnología y complejidad. Otro de los pilares es la incubación artificial, porque estas aves tienen muy baja tasa reproductiva", detalló el experto.

La hembra pone un único huevo por temporada y luego pasa dos años criando al polluelo. Lo que ideó el biólogo es un sistema para retirarle el huevo a las aves en cautiverio y así lograr que rápidamente pongan otro. Eso sí, luego el equipo debe encargarse de hacer de mamá, tarea nada fácil. Para evitar que las crías se identifiquen con los humanos, los especialistas usan títeres con aspecto de cóndor.

"Este proceso dura unos dos meses; a continuación, metemos a los pájaros de la misma edad en un espacio cercado, donde completan su plumaje ocre, propio de un juvenil. A los 6 meses, están listos para ser introducidos en la naturaleza", aclara Jácome. La estrategia, tomada del Zoológico de Los Ángeles (Estados Unidos), resultó exitosa. Ya crecieron 79 polluelos de aves en cautiverio.

En el CRET (Centro de Recuperación de Especies) de Temaikèn Bioparque, cerca de Buenos Aires, los cóndores nacidos en cautiverio se someten a un examen de rutina.

Lo cierto es que la inserción de los cóndores en su hábitat es una operación compleja. Se necesita que dos personas observen al cóndor durante los primeros días de la puesta en libertad. Para lograr este monitoreo, las aves están equipadas con diminutos transmisores vía satélite creados por el PCCA en cooperación con el Goddard Space Flight Center de la NASA. Los vigías cuidan de que nada les ocurra y cuando se duermen les acercan grandes trozos de carne para que tengan alimento a la mañana siguiente. “Esta es una herramienta realmente poderosa. Las tecnologías de seguimiento nos enseñan qué lugares son específicamente importantes para ellos", asegura el líder de PCCA y también presidente de la Fundación Bioandina Argentina.

AVE ETERNA

Gracias a Jácome y a una red internacional de apoyo, el cóndor andino vuelve a planear sobre las cumbres. Su programa, que comprende incubación artificial, cría sin contacto humano y un centro de rescate y rehabilitación, logró introducir 219 cóndores andinos en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Venezuela.

Jácome asegura que el Premio Rolex llegó en el momento justo, cuando necesitaba afianzarse y comprar equipos costosos. Además, asegura que funcionó como un importante impulso moral. "Ganar un Premio Rolex implicó que nuestro enorme esfuerzo recibiera el apoyo de la sociedad -comentó-. Le dio a nuestro programa prestigio y demostró que lo que estamos haciendo vale la pena".