No existe retraso cambiario... por ahora

Desde la asunción de Javier Milei como nuevo presidente de nuestro país, se viene pronosticando una nueva devaluación del tipo de cambio oficial. Tras la megadevaluación de diciembre, aquel día en que el tipo de cambio creció un 118%, el Banco Central viene incrementando, a un ritmo constante, la paridad cambiaria a razón de un 2% mensual. El argumento es que dicha variación es insuficiente frente a los altos niveles de inflación verificados en diciembre y enero. Pero si analizamos este razonamiento más en detalle, encontramos que hay un grueso error conceptual.

La devaluación tuvo por finalidad corregir el atraso cambiario producto del aumento en los precios internos superior al del tipo de cambio, que le había quitado competitividad a las exportaciones argentinas. El incremento de la cotización del dólar debía producir un cambio en los precios relativos entre los bienes transables -aquellos susceptibles de ser comercializados internacionalmente- y los no transables. Continuando con este supuesto, la devaluación busca que los precios de los bienes no transables se incrementen respecto a los de los transables.

Es por esto que la comparación debe hacerse entre el tipo de cambio y el precio de los bienes no transables -esencialmente salarios y servicios- y no con respecto al índice general de precios. Dado que este último contiene en su interior, muchos bienes transables cuyo precio fue afectado por la devaluación, no tiene sentido, por ejemplo, decir que el tipo de cambio está atrasado porque los cereales subieron en la misma proporción que la paridad cambiaria. Este es el objetivo buscado con la devaluación.  

Por tal motivo, en nuestro cálculo del tipo de cambio real se utiliza la evolución del Índice de Precios al Consumidor para el rubro Servicios y no el índice general. Como puede observarse al mes de enero la paridad real alcanza uno de los valores mayores en los últimos años y un 37,43% por encima del nivel de diciembre de 2015, cuando se liberó el mercado de cambios y la cotización se ajustó al juego de la oferta y la demanda. Por tanto, por ahora no puede hablarse de atraso cambiario.

Finalmente, cabe señalar que será clave el resultado de las negociaciones paritarias dado que los bienes no transables son, en su mayoría, intensivos en mano de obra. Por tanto, los aumentos salariales tienen inmediata repercusión en los precios de los mismos. De la magnitud del aumento salarial dependerá, por tanto, si se requiere una nueva devaluación para mantener un tipo de cambio competitivo. 

 

*La columna fue escrita por Víctor A. Beker, Director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano