Diversidad, inclusión y relaciones laborales: cuando Compliance se vuelve un motor cultural
Hablar de diversidad e inclusión dejó de ser una aspiración para convertirse en un compromiso ético y cultural. En ese camino, las áreas de Compliance cumplen una función esencial y transversal.

Cecilia Auferil Head of Compliance en Galicia

Cada 1 de diciembre se celebra el Día del Compliance Officer, una fecha que reconoce a quienes hacen posible que la ética y la integridad no sean solo palabras, sino realidades tangibles en cada decisión y en cada vínculo laboral. Ser Compliance Officer es trabajar por la equidad en los vínculos laborales. En un entorno corporativo cada vez más exigente, el rol de Compliance aporta algo único: la capacidad de transformar la confianza en práctica diaria y la ética en experiencia concreta para cada persona.

En la industria financiera –tradicionalmente marcada por estructuras más rígidas y liderazgos históricos– estos desafíos adquieren especial relevancia. Hablar de diversidad e inclusión dejó de ser una aspiración para convertirse en un compromiso ético y cultural. En ese camino, las áreas de Compliance cumplen una función esencial y transversal: no solo velan por el cumplimiento normativo, también son garantes de integridad, promotor de respeto y actor clave en la construcción de relaciones laborales sanas, donde cada persona pueda desarrollarse sin temor a la discriminación, los malos tratos o cualquier otra práctica que contradiga los valores que la organización sostiene.

En este marco, las líneas de denuncias se convierten en motor de cambio. Cuando una línea ética se gestiona con confidencialidad, profesionalismo y criterio, deja de ser un canal reactivo para convertirse en un verdadero catalizador cultural.

Es un mecanismo que genera confianza, alerta sobre situaciones invisibilizadas y nos obliga a transformar cada caso en una oportunidad de aprendizaje. Una línea ética bien administrada mejora la inclusión porque habilita la expresión sin temor, asegura un trato equitativo y democratiza las condiciones de protección para todas las personas.

Ningún protocolo, política o canal funciona plenamente si no se articula con quienes están en el corazón de las relaciones laborales: los Human Resources Business Partners (HRBPs) y el área de Diversidad e Inclusión.
Estos actores escuchan, acompañan y detectan tensiones antes de que escalen. Por eso, su rol es imprescindible para que la diversidad y la inclusión no sean slogans sino prácticas reales. La colaboración entre todos los equipos es fundamental para promover criterios sensibles y consistentes, fortalecer la cultura ética y asegurar que cada situación se gestione con perspectiva humana y profesional.

Garantizar ambientes de trabajo seguros e inclusivos implica protocolos claros, accesibles y conocidos por todos. Cada persona debe tener la tranquilidad de saber qué puede hacer, a quién acudir, cómo se protegerán sus derechos ante cualquier situación.

En Compliance, acompañamos a todos los colaboradores de la organización con responsabilidad y perspectiva de diversidad para asegurar que todos los casos se gestionen con el mismo estándar, sin excepciones ni favoritismos. Detrás de cada política, cada proceso y cada canal de consulta, hay profesionales que trabajan día a día para que la cultura organizacional sea más justa, más diversa y más humana. El reconocimiento es para todos los profesionales de Compliance que impulsan estas transformaciones.




*La autora es Cecilia Auferil, Head of Compliance en Galicia