El presidente del Banco Nación explica por qué, según su opinión, Argentina está mejor parada que antes de la crisis.
Creo que hoy estamos, en algunos aspectos, mejor que en marzo del 2018. Sé que eso no es lo que se mide, y ni lo que se vive en la calle. No voy a decir:
“Lo peor ya pasó” porque, para mucha gente, lo peor todavía no pasó.
La Argentina de marzo del año
pasado iba rumbo a una crisis muy complicada porque, de repente, en pocas
semanas, habían coincidido una cantidad de hechos negativos, a saber: se habían
cerrado los mercados emergentes, la Reserva Federal estaba planeando aumentar
las tasas, Brasil estaba con un pronóstico de caída del 2,5% y acá teníamos la
peor sequía en 50 años con una pérdida de US$ 9.000 millones.
Pero, además, teníamos una enorme
vulnerabilidad por otros indicadores: un déficit fiscal primario por arriba del
3% y un déficit en cuenta corriente que orillaba el 5% del PBI. También
teníamos déficit comercial y turístico y, además, huida de capitales. Hoy,
dimos vuelta esos déficitsfiscal y comercial y tenemos una mucha menor huida de
capitales: de casi 5%, vamos a estar abajo del 2% de PBI.
Otro dato fundamental es que
había US$ 50.000 millones en Lebac no bancarias. Es decir, en manos de personas
particulares que podían forzar al BCRA a emitir por US$ 50.000 millones en los
siguientes 60 días.
Hoy, gracias a la eliminación de las Lebacs, el BCRA recuperó el poder de la
política monetaria. ¿Qué más cambió? Brasil crece al 2,5% y tenemos una
supercosecha de unos 140 millones de toneladas.
Pero hay un factor en el que estamos peor: la incertidumbre política, que es la madre de todos los problemas. Aunque sea muy pequeña la probabilidad, -los expertos hablan de un 5%-, sería desastroso un retorno del populismo del pasado. En la medida en que siga este riesgo, será difícil evitar que las tasas estén donde están, porque el equilibrio tasa-dólar se juega en un partido donde hay un pequeño riesgo de un hecho altamente inconveniente.
El gobierno tiene un plan. Pero sucede
que no es un “plan mágico” como esos que hablan de una “reforma monetaria y
cambiaria”. Eso es lo que la Argentina ha tenido de sobra en 70 años de
decadencia. Hay que terminar con las soluciones fáciles. El problema central es
que pensamos que somos un país rico y no estamos dispuestos a hacer lo que los
países que no se consideran ricos han hecho para resolver sus problemas. Chile
tenía 63% de inflación hasta 1977, le llevó 13 años bajarla a menos del 20% y
otros 9bajarla al 5%. Colombia tenía más del 20% hasta 1996 y recién después
del 2005 la puso abajo del 5%. Brasil: 8 años para pasar del 1000% a menos del
5%. A Israel le llevó 9 años pasar de más del 100% a menos del 10%.
¿Qué
tienen en común estos países? Que sus políticas no fueron mágicas, y que no
intentaron atajos. Trabajaron durante muchos años procurando el equilibrio
fiscal, un Banco Central independiente, no emisión monetaria, y política de
ingresos. Ellos no sacaron algunos ceros ni cambiaron la moneda, tampoco
fijaron el tipo de cambio. Esos atajos no sirven para nada, como ha quedado
demostrado en la experiencia de nuestro país.
https://youtu.be/9fjtWQDNVGk
Javier González Fraga en Forbes Money el 20 de marzo de 2019.