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26 Julio de 2017 12.58

Hoy en día es frecuente que un directivo se enfrente a la disyuntiva de sumarse a un proceso de reestructuración o buscar las aguas más tranquilas de una empresa tradicional. A esta encrucijada es posible llegar por decisión propia, al recibir una propuesta laboral para sumarse a un proyecto de este tipo, o simplemente por estar dentro de una empresa en la que se avecina una etapa de “turnaround”. Se trata de una decisión más difícil que un simple cambio de empresa o de industria.

En mi experiencia, habiendo participado de más de medio centenar de contrataciones gerenciales para proyectos de este tipo, el gerente deberá plantearse fundamentalmente dos preguntas: ¿En qué medida es diferente trabajar para una empresa en reestructuración a trabajar en una empresa en situación normal? ¿Qué tengo para ganar y para perder en función de esas diferencias?

Existen cuatro grupos de factores de aplicación universal que el profesional debe considerar para tomar una buena decisión, cuando pueda decidir su futuro laboral entre alternativas tan disímiles. En primer término están los obstáculos: una empresa en problemas requerirá por lo general de mayores inversiones de tiempo y esfuerzo, y en las primeras etapas no aportará mucho estatus a sus directivos, ni dispondrá de mucho dinero para pagar sueldos fijos altos. Además una reestructuración implica riesgos adicionales que van desde el potencial fracaso del proyecto hasta el fantasma de que, una vez saneada, la empresa sea vendida y el gerente tenga que adaptarse a otra cultura organizacional o incluso sea reemplazado por alguien de confianza de los nuevos dueños.

Fuente: Freepik.

En segundo lugar, y ya en el campo de los potenciales beneficios, estas situaciones permiten un nivel de flexibilidad que no tiene parangón en las empresas establecidas. A modo de ejemplo, en lo económico tienden a ofrecer compensaciones fijas más bajas, pero compensaciones variables o a éxito más atractivas. Aquellos candidatos con gran confianza en el proyecto y en sí mismos, tienen buenas razones para pensar en él como una manera de conseguir sus logros económicos en tiempos que serían imposibles en grandes corporaciones establecidas.

El tercer grupo de factores es la perspectiva reputacional. Las reestructuraciones permiten un nivel de exposición a responsabilidades y poder de decisión mucho más amplios que lo usual en la industria, amplificando el impacto de los logros en el ecosistema en que se muevan tanto la empresa como el directivo. Esto no solo traerá oportunidades laborales futuras dentro del proyecto, sino también con todas aquellas entidades que lo siguen de manera directa o indirecta, incluyendo clientes, proveedores, accionistas u otros.

Es una vidriera, en la que se verán mejor las características del directivo y es usual que los superiores se sorprendan positivamente con habilidades gerenciales, que no habían sido identificadas en muchos años de “trabajo normal”. Es más, incluso en proyectos fallidos, los logros de gerentes individuales son en ocasiones tan evidentes, que esos directivos son reclutados rápidamente por competidores de gran reputación.

Desafío profesional

Finalmente, cuando lo analizan retrospectivamente, aquello que los directivos valoran más de haber dado el salto a un proyecto de este tipo, es la experiencia concreta y el impacto que tiene a nivel interno. Para gerentes que ya tienen una larga trayectoria corporativa, un par de años más en ese mismo lugar traerán poca novedad, poco desafío y, simplemente, poco aprendizaje. Un proyecto de reestructuración representa la oportunidad de hacer de todo, de aprender mucho más, de asumir todas las responsabilidades que su capacidad permita -dado que siempre hay demanda insatisfecha de capacidad gerencial en estas situaciones- y de probarse a sí mismo.

En definitiva, los directivos que participen en procesos de reestructuración estarán excelentemente preparados para volver al mundo corporativo tradicional en puestos más altos, pero también para arrancar proyectos propios con mayores probabilidades de éxito, o, simplemente, para trabajar con mayor independencia, mayor velocidad de respuesta y mayor tenacidad en cualquier terreno.

A la hora de decidirse por una alternativa laboral, la reestructuración corporativa ofrece riesgos, pero también grandes recompensas.

*Hugo Sebastián Hirsch es experto en gestión y reestructuración de empresas de trayectoria internacional. Ingeniero industrial del ITBA y MBA de Columbia Business School.

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