Quizás hayas oído hablar de que los líderes de la seguridad nacional de EE.UU. vienen hablando muy abiertamente sobre amenazas serias que antes solo se discutían en las instalaciones más seguras. Las muestras de poder diplomático, militar y económico de China ya son innegables, y una vez más a Occidente le toca defender la libertad individual de una nueva forma de tiranía.
Por suerte para EE.UU., en estos tiempos de peligro suele aparecer el líder necesario. En el espacio exterior, esas amenazas están claras y ya fueron documentadas en cientos de libros, tesis y análisis comparativos que describen qué está pasando y por qué. ¿Pero quién va a conseguir la victoria en el espacio ante la que se perfila como la primera lucha hegemónica del siglo XXI?
Será el teniente coronel de la Fuerza Aérea John “JT” Thompson, el naturalmente amable y optimista comandante del Space and Missile Systems Center (SMSC) en Los Ángeles. Con una confianza sin parangón entre sus pares, no se parece en nada a los típicos generales de las películas: no es una torre con medallas de guerras pasadas en el pecho. Un buen observador notará que detrás de sus ojos sonrientes se esconden una determinación férrea y una energía inagotable dedicadas exclusivamente a ganar la guerra espacial que se viene.
En los dos años que lleva al frente del SMSC, Thompson, un habilidoso líder con casi ninguna experiencia espacial previa, sumó 330 empresas espaciales nuevas a su plantilla de contratistas, de las cuales el 80% nunca había trabajado con el sector público. La competencia de ideas es fundamental para el trabajo de Thompson. “Los días donde la enorme mayoría del trabajo de desarrollo espacial lo hacía el Gobierno y después pasaba al sector comercial una vez logrado el objetivo inicial quedaron atrás”, afirmó.
Su equipo redujo el tiempo que tarda en realizar adquisiciones competitivas de dos años a 90 días y está apelando con astucia al sector más innovador de EE.UU: el SMSC se está asociando a inversores privados y penetrando en el sector de alta tecnología, esa cultura emprendedora que antes estaba confinada en Silicon Valley, para aprovechar la ola de innovación comercial.
“¡El sector espacial volvió a ser divertido!”, bromeó Thompson, con un entusiasmo auténtico e inusual en un militar de alto rango. Como líder, siempre hace hincapié en el trabajo en equipo y lo recompensa porque cree que es la base del éxito, se trate de equipos internos bajo su comando o las muchas sociedades que alentó a sus cuatro oficiales executivos a formar con las demás ramas de las FF.AA., agencias civiles y socios internacionales. “Cada uno aporta distintas habilidades a la lucha y esa diversidad nos fortalece”, sostuvo Thompson.
Al revolucionar la forma de desarrollar y construir sistemas espaciales de la Fuerza Aérea estadounidense, Thompson está revitalizando la economía espacial del país y promoviendo la ola emprendedora que surgió en 2004 con el éxito de SpaceShipOne, del fallecido Paul Allen. Un encuentro con él en el Air Force Space Pitch Day no le dejó ninguna duda al público: Thompson está a la altura de Elon Musk en materia de inteligencia empresarial, visión y velocidad en temas espaciales. La historia dirá si la gran estrategia que armó y está ejecutando tendrá éxito. Pero con su insistencia en empoderar de verdad a una nueva generación de oficiales militares con el apoyo de empresas comerciales y la industria de defensa, el rival del otro lado del Pacífico sin duda lo tendrá en cuenta.
Por Charles Beames
