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24 Octubre de 2019 10.40

La prioridad del “plan llegar” del Gobierno sigue siendo contener el tipo de cambio. Los costos que haya que pagar para eso no están correctamente evaluados. Sobre todo la tasa de interés: está en todos los costos de la economía y está dejando a las pymes fuera del sistema financiero.

Es la tormenta perfecta. Se cayó el nivel de actividad y el 40% de la capacidad instalada está ociosa. Es decir que 4 de cada 10 máquinas tienen una lona encima. El Gobierno, mientras tanto, toma algunas medidas en las que no creyó nunca, sin convicción y, en consecuencia, sin efectos. Lo que esperamos es que los sectores productivos no bajen los brazos, en especial las pymes, que son fundamentales para el arranque, porque repercuten rápido en el empleo y en la integración territorial.

Lo primero es armar un plan económico, algo de lo que ha carecido este gobierno desde el principio. Para salir de la situación complicada que también tenía en 2015, este gobierno no eligió producir. Eligió endeudarse, eligió la especulación financiera, con déficit comercial y fuga de capital récord. La solución para el cepo fue simplemente devaluar. Implementó una política monetaria restrictiva y una política fiscal expansiva. Era como apretar el freno y el acelerador al mismo tiempo. Se liberó el ingreso y el egreso de capitales, se planchó el tipo de cambio y se subió la tasa de interés. La contracara fue ahogar a la Argentina productiva. Nos convertimos en un país baratísimo para importar y carísimo para exportar.

¿Qué vamos a hacer nosotros? Ya lo anunció Alberto Fernández: lo contrario. Primero hay que sentarse con los acreedores y demostrar que Argentina puede duplicar sus exportaciones en un período razonable. Hoy Argentina, producto de esta economía que parecía que era manejada por una mesa de dinero, no puede afrontar los compromisos tal como fueron asumidos.

Yo fui el primer ministro de Producción de la Argentina en toda su historia. En 2002, todas las medidas que se tomaron tenían como objetivo prioritario liberar la energía productiva. La matriz productiva argentina hace que hasta en sus períodos de crecimiento falten dólares. Y, en vez de atacar el problema del subdesarrollo, siempre aparecen los clubes: el de los devaluadores o el de los endeudadores. Y así lo único que se hace es preparar el próximo default. Yo creo en la administración de las divisas. Con un recurso escaso, como son los dólares, hay que priorizar su utilidad productiva.

Argentina tiene el diferencial más grande del mundo entre su realidad y su potencialidad. Vaca Muerta, la minería, el agro, la industria: si retomamos márgenes de rentabilidad razonables, la inversión va a acudir a esos sectores, sin lugar a dudas. El gran financista de la recuperación en 2002 no fue el FMI: fue el desatesoramiento de los argentinos.

En este nuevo “plan de negocios” para la Argentina, también es imprescindible parar la inercia inflacionaria, y por eso planteamos un acuerdo por 180 días con ese objetivo. Mientras tanto, estamos en el peor de los mundos. Tenemos déficit fiscal récord con presión tributaria récord. Para bajarla, además de ordenar el gasto, necesitamos crecer. Estamos trabajando en una baja del 30% de la carga fiscal a la pequeña y mediana empresa, así como en reinstaurar el financiamiento productivo. Porque primero hay que generar negocios, para lo cual también es fundamental recuperar el poder adquisitivo del salario. Como decía Frondizi: “Nadie compra una máquina para producir lo que no puede vender”.

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