La coach ejecutiva y organizacional Alejandra Marcote

Comparte sus tips para conectar con nuestro poder personal cuando la autoexigencia, el perfeccionismo y el miedo al fracaso nos hacen sentir un fraude.

Pero, ¿qué es el Síndrome del Impostor?

Es esa impresión de no ser capaz de internalizar los logros, de sentir que los reconocimientos son inmerecidos y de temer ser descubierto de un momento a otro.

El término fue acuñado en 1978 por las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Imes,

quienes estudiaron el impacto de este sentir, sobre todo, en mujeres con un destacado recorrido universitario. Clance había iniciado la investigación luego de notar que varias de sus mejores alumnas tenían en común un sentimiento de inseguridad -injustificada- sobre su desempeño.

La ex primera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama, podría hacer gala de su currículum

reconoció haber padecido el Síndrome del Impostor. Sentirse, en otras palabras, un fraude. Algo que también le ocurrió a Sheryl Sandberg, directora de Operaciones de Facebook y fundadora de la red Lean In

Sheryl Sandberg

fue una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time y una de las mujeres “self made” más ricas del mundo según el ranking de Forbes de 2021.

Lo sufrió también a Albert Einstein, autodenominado "estafador involuntario"

por no creerse digno de los lauros recibidos; a la escritora nominada al premio Pulitzer Maya Angelou; y a la actriz Meryl Streep, entre tantas otras personas que se destacaron en diferentes disciplinas.

El Síndrome no está vinculado a la depresión, ansiedad, escasa autoestima ni falsa modestia.

El impostor laboral suele ser una persona perfeccionista, con alto rendimiento y que se exige mucho. Para el impostor, los buenos resultados tienen que ver más con “la suerte”, y no tanto con sus propias habilidades y conocimientos.

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