Forbes Argentina
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Editorial
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16 Abril de 2018 15.15

Luego de cuatro años de constantes palpitaciones, lo que Brasil quiere es un presidente que represente la garantía de tranquilidad, estabilidad, crecimiento y, sobre todo, mejora del nivel de vida. Nadie quiere aventuras”.

Las palabras del exministro de Hacienda de ese país, Rubens Ricupero, brindan un poco de sosiego ante la incertidumbre política que generó la detención de Lula, a principios de mes. Si el líder del PT finalmente podrá hacer campaña, si otro candidato de su partido deberá jugar por la presidencia y cómo se posicionará el abanico de opositores es la gran encrucijada del escenario político.

Si bien este marco puede afectar la dinámica de recuperación de la economía de nuestro principal socio comercial y la recuperación de las exportaciones de Argentina, es relevante considerar que, hace un año, la economía brasilera se divorció de la política y emprendió su curso activo, superando la peor crisis de los últimos 30 años y logrando un crecimiento superior al 1% durante 2017. De a poco, gran parte de los actores económicos y financieros incorporaron la incertidumbre política que Brasil está viviendo en los últimos años a su matriz de toma de decisiones.

Es difícil pensar que la detención de Lula pueda poner en riesgo el crecimiento económico que está traccionado por el consumo, aunque es probable que disminuyan el ritmo. Hoy todas las proyecciones hablan de un Brasil creciendo al 3%, y puede que las estimaciones deban reducirse ahora al 2,7%, pero no va a alterar el rumbo: la merma en la tasa de interés, la baja en la tasa de inflación y la recuperación de las principales fuentes de crecimiento de bienes durables están hoy apuntalando esa rehabilitación.

Por ese lado, Argentina no debe estar preocupada ya que cada punto de crecimiento de Brasil derrama una mejora de 0,25 en nuestro país, y se espera que en 2018 comience a verificarse esa radiación. En lo comercial, el año pasado el déficit con nuestro vecino alcanzó los US$ -8.193 millones, con un crecimiento del 31,4% i.a. en las importaciones, la mayor variación en las compras a Brasil desde 2010 (44,9% i.a.), mientras que las exportaciones acumularon un crecimiento de apenas el 3,8% en el año, un desempeño débil pero que muestra el primer aumento anual desde 2013.

Es en las inversiones donde Argentina debe concentrar su atención, ya que hoy son las grandes ausentes en Brasil. A pesar de las grandes reformas que la débil administración de Temer ha realizado en los últimos años, no logra capturar grandes flujos de desembolsos porque la incertidumbre política frena a los inversores internacionales. Argentina tiene ante ella una ventana de oportunidad, ya que, luego de los últimos tiempos de descalabro económico, avanza en un equilibrio macro y en un paquete de reformas que tienden a mejorar la competitividad.

Esta es la mejor señal para capturar inversiones, y debemos fortalecerla, ya que a partir del año que viene, con un Brasil en recuperación y estabilizado institucionalmente después de las elecciones, vamos a tener un fuerte competidor para la atracción de inversiones en el mercado mundial.

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