Más de 57 millones de iraníes están llamados a votar mañana para elegir a los 290 miembros de la Asamblea Consultiva Islámica (Legislativo).

En lecciones marcadas por el veto a muchos candidatos del ala moderada y reformista, que hoy domina la cámara junto a sus aliados independientes.

Para estos comicios concurren más de 7.000 candidatos; sin contar a los 7.000 rechazados, 90 de ellos miembros de la actual cámara.

El Consejo Islámico afirma que los rechazos son por señalamientos de corrupción, malversación, consumo y tráfico de drogas, aunque analistas occidentales especulan con que la censura se debe a que el ala más conservadora pretende acabar definitivamente con el acuerdo nuclear.

En medio de un clima de apatía frente a las elecciones, el ayatollah Ali Jamenei, líder espiritual de la república, llamó a los ciudadanos a participar masivamente de los comicios, pese a que una baja participación beneficiaría a los principalistas, el sector más conservador y asociado a su figura y la del régimen teocrático.

Los iraníes están desencantados con la gestión del presidente Hassan Rohani, cuyas promesas de mayor libertad social fueron incumplidas mientras que la crisis económica que prometió resolver se vio profundizada en los últimos meses por la reactivación de las sanciones estadounidenses.

La actual cámara está conformada por 41% de reformistas y moderados, 21% de independientes y 29% de conservadores.

Entre sus facultades, tienen la potestad de dar o negar el voto de confianza a los ministros del gobierno, así como impugnarlos o destituirlos.

También aprueban proyectos de ley y mociones, aunque cualquier legislación debe pasar luego por el Consejo de Guardianes de la Revolución, cuyos integrantes son designados por el Ayatollah y el Poder Judicial y sometidos a aprobación del Parlamento.

El desafío de los reformistas en estas elecciones es sostenerse en el poder en un escenario radicalmente opuesto al de las elecciones de 2016, en medio de una tensión con Estados Unidos que podría fortalecer a los candidatos menos moderados.

La escalada con Washington, que empezó con la retirada unilateral de Trump del acuerdo nuclear, llegó a sus niveles más altos con el asesinato por parte de Estados Unidos de un poderoso y popular comandante iraní.

Tras su muerte, Teherán respondió con ataques selectivos a bases estadounidenses en Irak y -en un error de cálculos- derribó un avión comercial matando a todos los pasajeros y provocando la indignación de los iraníes.