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Hay esperanza: qué tienen en común la COVID-19 y las enfermedades que ya sabemos controlar

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07 Mayo de 2020 08.00

En su lucha por atender a los pacientes con COVID-19, los médicos y los trabajadores de la salud están sorprendidos por la virulencia con la que la enfermedad devasta los cuerpos de algunos pacientes, en particular los mayores. Los que están trabajando en hospitales colapsados de casos críticos sienten que la situación no tiene precedentes.

En cierta forma, es verdad. Pero los médicos ya vieron muchas de las características de esta enfermedad a lo largo de sus carreras en otras enfermedades infecciosas y en la medicina interna. Si bien cada virus tiene su propio perfil, estas son algunas características que podrán parecer pero no son necesariamente exclusivas de la COVID-19.

Método de transmisión

Los principales métodos de transmisión de la COVID-19 son el contacto directo y las gotitas, los mismos que los de la enorme mayoría de las infecciones virales, como la gripe y los resfríos. Gracias a esta familiaridad, sabemos cómo proteger a los trabajadores de la salud y a otros que están en contacto cercano con los infectados por este tipo de virus. La diferencia es que cuando los hospitales reciben una marea de casos, se agotan dos elementos fundamentales: los equipos protectores y el tiempo necesario para ponérselos y sacárselos de manera adecuada.

En las zonas donde hay pocos casos, se cuenta con equipos protectores y el personal está capacitado adecuadamente, el número de trabajadores de salud infectados es comparativamente bajo. En cambio, al ver los videos de hospitales en Nueva York, el norte de Italia o Wuhan, se entiende por qué muchos de esos trabajadores se contagian: el personal sale corriendo a ayudar a los pacientes afectados y hay una escasez crítica de equipos de protección personal. El problema no es cómo se propaga la COVID-19, sino lo que pasa cuando colapsan hospitales y sistemas de salud. Por eso la estrategia es “aplanar la curva”, o sea, impedir que colapsen los hospitales y mantener un volumen de casos controlable.

Asimismo, la transmisión asintomática y presintomática no es exclusiva de la COVID-19. Otros virus comunes, como el de la gripe, también pueden propagarse así.

Señales de neumonía en radiografías en el pecho y tomografías

Algunos médicos se sorprendieron al observar que en muchos casos de COVID-19 también se encontraban indicios de neumonía, incluso en pacientes con pocos o ningún problema respiratorio. Esto tampoco es novedad. Cualquier virus respiratorio que afecte los pulmones hasta cierto punto puede aparecer en radiografías del pecho y especialmente en las tomografías más sensibles. Es probable que la frecuencia de aparición sorprenda porque durante una pandemia se piden más tomografías. Es lo mismo que observamos durante la temporada de gripe.

Niveles bajos de oxígeno pese a no haber dificultades para respirar

Algunos médicos se sorprendieron al ver que los pacientes llegan al hospital con bajos niveles de oxígeno pero no se quejan de que les falte el aliento. Este es otro elemento observado en algunos tipos de neumonía, muchas veces llamada “neumonía ambulante”, porque el paciente presenta la misma combinación paradójica y además, radiografías del pecho de aspecto anormal.

Las infecciones con organismos como micoplasmas y los del género Chlamidophyla son ejemplos clásicos que producen este fenómeno, aunque no está claro si la COVID-19 hace lo mismo. Los pacientes con niveles bajos de oxígeno necesitarán un suplemento para evitar que el cuerpo se desactive solo debido a la privación de oxígeno. Sin embargo, no hay evidencias de que esto modifique la evolución a una falla respiratoria causada por la propia neumonía.

Daños a órganos y variaciones en la manifestación

Pese a ser una enfermedad respiratoria, los pacientes presentan lesiones en órganos tan distantes de los pulmones como los riñones, el cerebro, el corazón y los sistemas de coagulación de la sangre. Esto tampoco es exclusivo de la COVID-19: es común observarlo en muchas infecciones respiratorias virales cuando hacen colapsar al cuerpo mediante varios mecanismos.

Ni siquiera la enorme variación en los síntomas de cada caso ?algunos son totalmente asintomáticos o leves, mientras que otros terminan usando respirador o falleceñ es novedad. Sin duda, a los médicos nos sigue sorprendiendo ver un espectro tan vasto de dolencias en nuestros pacientes, amigos y familiares, pero no es nada nuevo.

¿Qué tiene de nuevo la COVID-19? ¿En qué no se parece a nada que hayamos visto antes? En la concatenación de todos estos elementos en una misma enfermedad y en su severidad. El nivel de contagio asintomático y presintomático de la COVID-19 y la severidad de la enfermedad en las poblaciones vulnerables pueden ser mucho más elevados que, por ejemplo, los de la gripe. Todos los médicos que trabajan en hospitales están acostumbrados a trabajar más en la temporada de gripe, pero no tanto.

Se podría afirmar, entonces, que las características exclusivas de la COVID-19 son la tasa de transmisión natural del virus y la frecuencia de las complicaciones descritas anteriormente. Con todo, eso también ya lo vimos? hace 100 años, con la gripe española. Lo que pasa es que somos muy jóvenes para acordarnos. Como en aquel entonces, el daño que nos cause la pandemia dependerá de nuestra reacción. Por suerte, otra cosa también se repite: el virus despertó una fuerza poderosa, el ingenio humano. Y esa película también ya la vimos.

Autores: Allan Detsky e Isaac Bogoch

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