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Carlos-Melconian-chica
Editorial
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“Este banco no se funda para atender necesidades del erario; vais a ser la Tesorería de la Nación y podréis juzgar por vosotros si el erario necesita los caudales de este banco. Este banco no se funda en interés alguno político, y la misma composición del Directorio lo demuestra, pues el criterio que ha precedido a la elección de cada uno de vosotros no es de vinculaciones políticas que no tenéis sino de hombres que conocen la plaza en que van a actuar y los intereses que están llamados a servir.

15 Noviembre de 2016 16.15

“Este banco no se funda para atender necesidades del erario; vais a ser la Tesorería de la Nación y podréis juzgar por vosotros si el erario necesita los caudales de este banco. Este banco no se funda en interés alguno político, y la misma composición del Directorio lo demuestra, pues el criterio que ha precedido a la elección de cada uno de vosotros no es de vinculaciones políticas que no tenéis sino de hombres que conocen la plaza en que van a actuar y los intereses que están llamados a servir. Este banco se funda únicamente en servicio de la industria y del comercio y vosotros conocéis bien sus necesidades y estáis en aptitud de atenderlos”. Con estas palabras, Carlos Pellegrini inauguraba el 26 de octubre de 1891 el Banco Nación.

Su definición es, en definitiva, en lo que se basa el programa de crédito que propone esta administración. Sus palabras siguen tan vigentes como cuando fueron pronunciadas, hace ya más de 120 años: no son otra cosa que el rol principal que la banca pública debe asumir en pos de volver a promover el desarrollo de nuestro país. El rol de estar al servicio de la producción y el empleo.

Siguiendo la visión del ex vicepresidente, hoy el Banco Nación debe recuperar su condición de emblema de la banca pública argentina en su función originaria de factor clave de transformación económica y financiera.

Desde el 10 de diciembre de 2015, hubo cambios que marcaron un rumbo: se resolvió el levantamiento del “cepo sojero”; la institución recuperó la relación con entidades del sector rural; se avanzó en el financiamiento a diversas economías regionales, a los consignatarios de hacienda y a la producción de ganados y carnes; y se pusieron en marcha los nuevos préstamos a jubilados, el financiamiento para exportaciones de empresas del Estado como Invap, la ayuda extraordinaria a los compatriotas inundados y las nuevas líneas para financiar la compra de autos.

Además, hay desde entonces una gran apuesta a reconstruir el mercado de crédito de largo plazo para la vivienda. De hecho, el nuevo plan de préstamos hipotecarios ya registra 40.000 solicitudes, repartidas en las 24 provincias, desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego, de las cuales 5.000 ya están entre entregados o en trámite muy avanzado.

Todas estas son muestras de cómo, desde la banca pública, hoy se está trabajando con el foco puesto en potenciar el desarrollo de todos los sectores productivos del país.

Particularmente, se está trabajando codo a codo con los pequeños y medianos empresarios que necesitan del crédito para poder crecer y desarrollarse en sus industrias. La banca pública no debe quedar en deuda con ellos, porque son el motor de la economía en un año de despegue para la Argentina. Además, también son ellos quienes tienen la mayor capacidad de generar nuevos puestos de trabajo genuino.

El Banco Nación es el banco más grande de la Argentina y representa un tercio del mercado de capitales local. Por eso, desde la institución se debe “tomar la posta” en la recuperación de la banca pública como motor del desarrollo nacional. Con esa premisa, el crédito vuelve a estar a disposición del que produce y crea empleo. El objetivo que subyace en todo este plan de acción es reubicar a la banca pública en el rol que nunca debería haber abandonado: siempre subordinado al crecimiento de nuestro país, pero sin perder plata en el proceso y devolviéndole su rentabilidad a la gente.

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