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El invento de un joven mecánico frustrado que creó una empresa de US$ 4 millones

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19 Noviembre de 2019 09.32

Tom Burden tiene 29 años. En 2013, era mecánico de la Fuerza Aérea de EE.UU. para el jet de combate F-13 y lo frustraba el hecho de que siempre se le cayeran las herramientas. Por culpa de eso, cada vez que necesitaba una tenía que bajar más de 2 metros por una escalera desde el ala o bien pedirle a alguien que se la alcanzara. “No se pueden apoyar herramientas sobre el avión porque se deslizan y se caen, y está prohibido ponerlas adentro del jet”, recuerda Burden. “La única forma de tenerlas es en la mano”.

Entonces, Burden desarrolló su propia solución, una lona adherente de color naranja claro que se podía poner sobre el ala sin que se deslizara. Con ayuda de Kickstarter y Shark Tank ?y mucho empujé, transformó la lona antideslizante para herramientas que inventó, a la que llamó Grypmat, en una empresa, y así se metió en la categoría de Fabricación e industria de la lista 30 Under 30 de Forbes el año pasado. Hoy, su empresa proyecta ingresos por US$ 4 millones, más del doble de lo que obtuvo en 2018, y Burden planea expandirse al sector minorista con una versión más chica y barata de la Grypmat para reparaciones domésticas.

Grypmat es solo una de las más de 2,5 millones de empresas abiertas por exmilitares en EE.UU., entre las cuales están Black Rifle Coffee, Rumi Spice y Combat Flip Flops. Juntas, estas empresas perciben más de US$ 1 billón en ingresos y emplean a más de 5 millones de personas, según datos de la Encuesta a Propietarios de Empresas de la Oficina del Censo de EE.UU. “No sé si será por mi personalidad, pero para mí ser emprendedor militar no aporta sino ventajas enormes”, afirma Burden. “Hay una comunidad muy fuerte de apoyo a los militares”.

Burden se creció en un pueblito llamado Celina, en Ohio, a unos 160 kilómetros de la capital estatal, Columbus, y entró a la Guardia Nacional Aérea, donde trabajó como mecánico de armamento del F-16 en el Ala de Combate Nº 180 en Toledo.

En aquel entonces, Burden estudiaba Ingeniera Mecánica en la Universidad de Toledo y cada vez que se frustraba subiendo y bajando la escalera para buscar sus herramientas, pensaba que tenía que haber una mejor forma de hacerlo. “Pensaba: ?Quiero resolver este problemá”, cuenta. “Me decían: ?Es parte del trabajo, te la tenés que aguantar?. Me resistía mucho a esa idea”.

Burden pensó en un chaleco magnético para dejar colgadas las herramientas como imanes y examinó la posibilidad de atarlas con cuerdas. “Hasta que un día estaba manejando el auto de mi mamá y vi que tenía una lona antideslizante sobre el panel”, cuenta. “Pensé: ?Podríamos hacer una más grande para poner herramientas y apoyarla sobre el avióñ. El avión está hecho de aluminio, por eso no se puede subir un imán para agarrar las herramientas”.

Era una buena idea, pero Burden tardó tres años en armar un prototipo ?mientras seguía trabajando de mecánico y yendo a la facultad? para desarrollar un producto. En 2016, fue a su primera feria comercial, la  EAA AirVenture en Oshkosh, Wisconsin, un encuentro anual de fanáticos de los aviones. Burden cargó un remolque con más de 600 Grypmat para vender ahí. “Tenía tantas que cuando iba para la feria, no podía mirar por la ventanilla del acompañante”, cuenta.

El primer día, vendió solo 13 en un stand improvisado que armó poniendo una colcha sobre con una puerta de garaje. Ansioso ante la posibilidad de fracasar, decidió que tenía que ir más lejos. “Empecé a caer al final de las fiestas para vender Grypmat a los que se habían quedado”, cuenta. “Estaba fuera de mi zona de confort. Ahí empezó el boca a boca”.

Burden les vendió 101 Grypmat a aficionados. Después, un tipo con una vidriera frente a su casa le pregunto si servían para los autos. “Me dijo: ?Yo vendo cosas para el sector automotor. Si te parece, me gustaría ser tu distribuidor. Vendo todo lo que te quedé”, recuerda Burden.

Animado por el éxito, Burden volvió a su casa y la vendió por unos US$ 17.000 (después de reembolsar la hipoteca) para financiar la incipiente empresa. “Hacía couchsurfing”, cuenta riendo. Pero la cosa levantó vuelo.

En 2017, Burden juntó US$ 113.000 por Kickstarter y fue al popular programa de televisión Shark Tank, con lo cual aumentó muchísimo la visibilidad de la empresa. En el programa también consiguió fondos de Mark Cuban, Lori Greiner y Richard Branson, que estaba de invitado en ese episodio e invirtió US$ 360.000 por una participación del 30% en la empresa, con lo cual Grypmat quedó tasada en US$ 1,2 millones. Burden sigue siendo el dueño del 70% restante.

Hoy, la empresa ofrece Grypmat pequeñas y medianas, todas hechas de la misma goma antideslizante, que cuestan entre US$ 29,99 y US$ 44,99. Burden está concentrado en expandir el catálogo más allá de las aplicaciones militares. Presentará modelos nuevos para la venta minorista (de US$ 19,99 y US$29,99) más baratos de producir porque no tienen que resistir los químicos que se usan para descongelar aviones. También está analizando repatriar la fabricación de la versión militar y espera aumentar las ventas a las aerolíneas comerciales.

Burden recuerda una reunión con Cuban en la oficina de este en Dallas y volar hasta un hangar de American Airlines para explicar cómo Grypmat podía hacer más eficiente el mantenimiento de los aviones. “Fue muy copado”, cuenta. “Terminamos reuniéndonos con su equipo de mantenimiento”.

Por Amy Feldman

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