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12 Noviembre de 2019 21.45

Con discursos de Paolo Rocca y las cabezas principales del Grupo Techint, la industria del acero se reunió en Buenos Aires para analizar el futuro de un negocio amenazado por la inestabilidad macroeconómica y la expansión de China. El rumor de "Braxit", Santángelo "confiadito" y la integración por las vías menos pensadas.

En 2018, China produjo 924 millones de toneladas de acero, con una sobre capacidad 66 mtn respecto de su consumo aparente: casi lo mismo que toda la producción de acero crudo de América Latina en 2019: 61,6 mtn, 5,4% menos que el año pasado. Una competencia difícil. Sobre todo en un mundo que se empieza a desacelerar y cuyos efectos en la región se ven directamente en la industria.

Paolo Rocca: "La cadena de valor con China se está interrumpiendo". Leé la nota completa.

"El entorno actual es altamente desafiante", dijo en su discurso de apertura Máximo Vedoya, CEO de Ternium y presidente de la Asociación Latinoamericana del Acero. "En América Latina estamos atravesando un contexto complicado, con más incertidumbres que certezas. (...) Es preocupante para nuestra región los fuertes desequilibrios en la balanza comercial, particularmente con China. No solo nuestro déficit con este país es muy grande, sino que el 90% de lo que exportamos son productos primarios. Latinoamérica vende a China soja, minería y petróleo; y en contraparte recibe productos manufacturados de alto valor agregado, como automóviles y artículos de alta tecnología. Latinoamérica vive una fuerte desindustrialización". Vedoya afirmó que en industrias como la automotriz y metalmecánica, la presencia de productos chinos terminados creció un 32% en los últimos dos años y precisó que "por cada millón de dólares de productos metalmecánicos importados, se pierden más de 60 empleos en la región". Para Vedoya, "la industria es el vehículo de la movilidad social" y en eso sostuvo su pedido a los gobiernos de "impulsar condiciones para su desarrollo" y crear entornos favorables para el crecimiento de las Pymes.En el mismo sentido se refirió Martín Berardi, presidente de Ternium en Argentina: “La industria del acero es posiblemente la industria que tenga una cadena de valor más extensa. Hace poco fuimos a visitar Vaca Muerta. Mientras recorríamos, muchos pensaban en la energía. Yo caminaba y miraba pick ups, acoplados, camiones, tanques, tolvas, torres de iluminación, tubos sin costura, containers, tuberías. Es impresionante cómo la cadena de valor del acero estaba presente en todo el desarrollo energético".

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Una, dos, tres Latinoaméricas 

Para Andrés Malamud, América Latina se fragmenta y reunifica en diferentes direcciones, muchas veces improbables. Un ejemplo: la ausencia de Brasil, el gran hermano de la región, en las negociaciones de paz en Colombia de 2016. La inestabilidad política y económica de países que siguen siendo dependientes y que a la vez han visto reprimarizada su economía, hace que su unidad como región sea más visible en el narcotráfico, el contrabando o el auge del evangelismo que en su integración comercial.

El politólogo argentino condujo un panel en el Congreso de Alacero con la participación del brasileño Murillo de Argão, el mexicano Antonio Ortíz Mena y el economista argentino Rodolfo Santángelo.

Argão, politólogo, abogado y periodista, explicó que Brasil continúa en un proceso de reforma política y económica, producto de la "deflagración" del Lava Jato y el programa del ministro Paulo Guedes. Argão imagina un 2020 favorable para Brasil, que es el cuarto destino de inversiones extranjeras del mundo, detrás de China, Estados Unidos y Alemania, y destacó que el país está solucionando un problema crónico: el crédito. "La histórica concentración bancaria está cambiando y nuevos actores están ofreciendo crédito", afirmó.

Sobre la preocupación central que sobrevuela la Argentina, Argão desestimó la posibilidad de un "Braxit" y apeló al pragmatismo del gobierno de Bolsonaro: "en campaña dijo que iba a salir del Acuerdo de París y finalmente se quedó". Para Argão, la relación entre Argentina y Brasil depende ahora más que nunca de los principales actores económicos de ambos países: "Si hay interés de que la relación continúe y crezca, tienen que actuar", dijo refiriéndose al auditorio. Sobre la guerra comercial, señaló que puede ser buena para la región esta suerte de reconfiguración del comercio. Y deslizó que si bien Bolsonaro y Trump tienen una afinidad manifiesta, "Estados Unidos tiene que hacer más concreto su apoyo".

Ortíz Mena, vicepresidente senior del Grupo Albright Stonebridge y ex ministro para Asuntos Económicos de la embajada de México en Estados Unidos, describió un mundo cuyos pilares están en crisis. El capitalismo (criticado hasta por Bill Gates), la democracia (el avance de los nacionalismos, China) y el sistema de gobernanza mundial (ONU, FMI, BM, OMC, OTAN, etc), enfrentan duros cuestionamientos que todavía no fueron resueltos. Para Ortíz Mena, la guerra comercial entre Estados Unidos y China es un dato estructural de este mundo en formación, independientemente del éxito de los acuerdos. Y con ello se vincula el nuevo tratado comercial entre México, EE.UU. y Canadá, una suerte de "neo NAFTA" que intenta abroquelarse frente a China. Por eso, explicó, ve poco probable un acuerdo regional con México "mirando más al sur", como parecen sugerir los comentarios de Alberto Fernández.

A su turno, Rodolfo Santángelo expuso sobre los "costos de la inestabilidad argentina" pero se mostró "relativamente confiadito" respecto de la capacidad del nuevo gobierno de estabilizar la macro y tener "un verano razonable". Santángelo insiste con que Argentina converja en un mercado de cambios segmentado, con un dólar regulado para industria y sectores estratégicos y otro financiero libre, con "una brecha que funcione como termómetro de la sostenibilidad del programa económico". En una economía con alta inflación, dijo, el tipo de cambio en $ 60 no retendrá su competitividad mucho tiempo más, pero si aquello implica el ingreso de importaciones chinas, afirmó que "algún freno va a haber".

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